Veneno Puro: Es Peor el Remedio
*Es Peor el Remedio
*El Tópico Termina
*De los “Invasores”
En 1986, bajo el régimen del deplorable miguel de la madrid, tres hechos marcaron no sólo el año sino el periodo en general: el primer “boom” del narcotráfico con severas infiltraciones hacia los sectores gubernamentales, el deterioro sensible de las relaciones entre México y los Estados Unidos a partir del asesinato, en febrero de 1985, del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y la consiguiente rispidez diplomática y la parálisis financiera como efecto de las políticas supuestamente “reordenadoras”, por cuanto a las deudas arrastradas, con el consiguiente debilitamiento de la planta productiva nacional. Las consecuencias fueron terribles.
Ese mismo año, las presiones de la casa Blanca se recrudecieron. No se olvide que por esas fechas igualmente se incrementaron los asesinatos de periodistas célebres, entre ellos Carlos Loret de Mola Mediz y Manuel Buendía Tellezgirón, mientras se traslucían razones de Estado que ponían incluso en riesgo la estabilidad del gobierno delamadridiano. Y fue en ese entorno, cansado el entonces mandatario de los amagos diplomáticos, cuando se declaró “persona non grata”, nada menos, al embajador estadounidense John Gavin, émulo de quien ocupaba la Oficina Oval y quien también había sido actor mediocre durante sus años de juventud. El escándalo que debió producir el hecho, sin embargo fue matizado… a cambio de una especie de invasión oculta por parte de agentes estadounidenses que coparon la embajada y los consulados de su país en México.
Quizá el anterior sea el antecedente más notable sobre los diferendos de alto riesgo entre el poderoso vecino del norte y nuestro gobierno. Y no se olvide la manera cómo terminó aquel periodo sexenal: bajo el ominoso fraude electoral de 1988 y la consiguiente usurpación salinista del poder con el aval soterrado de la Casa Blanca a trueque de renegociaciones económicas muy a conveniencia de los financieros de Wall Street. Así se cerró el círculo del oprobio.
El retiro de Carlos Pascual, en 2011, de la embajada estadounidense tuvo algunas similitudes con lo sucedido hace un cuarto de siglo: es evidente el nuevo “boom” del narcotráfico a pesar de las aprehensiones y ejecuciones de algunos capos conocidos mientras los padrinos políticos ni siquiera se inmutan; la ejecución de un agente norteamericano, Jaime Zapata, en la carretera entre San Luis Potosí y la frontera norte, prendió la mecha al grado de que la entonces secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, advirtió que no toleraría más violencia contra ciudadanos estadounidenses en México; y, finalmente, por el empeño de ahorrar divisas –en niveles récord en el Banco de México-, se percibe la parálisis del sector productivo. Un cuadro muy semejante que tiende, a no dudarlo, a acrecentar la injerencia estadounidense en la vida política de México igual que hace veinticinco años. Por ciclos.
Por ello, claro, enrique peña nieto, ha revertido la tendencia, recibido un premio absurdo –por parte de la comunidad judía de Nueva York, ¡como estadista del año!-, y decirse dispuesto a romper la tradición de la diplomacia mexicana respecto a la no ingerencia en los asuntos externos, un blindaje que era necesario, precisamente, para nosotros, acosados siempre por el poderío de los vecinos del norte a quienes debemos, en buena medida, nuestra miseria. Ellos ganan, nosotros perdemos, lo mismo si se trata de saquear las reservas petroleras de nuestro país que proyectar incluso al próximo presidente de la República, sea que peña –enfermo, por lo cual la premiación absurda podría ser un paliativo- no se sostenga o en 2018.
El entreguismo del señor peña, listo a aceptar cada una de las presiones estadounidense y satisfacerlas como en el caso de los elementos militares que formarán parte de los “cascos azules” demuestran nuestras mayores debilidades estructurales y hace terriblemente vulnerable a México… y a los mexicanos, puesto que desde ahora nos hemos convertido en un blanco más de fundamentalistas, terroristas y radicales, como precisamente suponía el xenófobo gobernador de Texas, Rick Perry –bien podría cambiar la “y” por la “o” sin que nadie lo notara-. Es el caso que peña nieto parece atrapado en la madriguera estadounidense cuando, muy al principio, pretendió ser fuerte al negarse a sostener la presencia de los marines dentro del territorio nacional en funciones de busca-narcos. Todo es, en conjunto, una enorme hipocresía.
Mirador
En abril de 2003, la delegación mexicana encabezaba el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y en este carácter se negó a avalar la invasión a Irak por parte del ejército estadounidense, sólo seguida por su gran aliada Gran Bretaña y el convenenciero gobierno español encabezado en esos días por el derechista José María Aznar. Como efecto de este breve rasgo de dignidad, quien se desempeñaba como embajador de Estados Unidos en México, Tony Garza, sacó a México del listado de “amigos” para refrendar, lo dicho por el presidente Bush junior: “quien no está con nosotros está contra nosotros y es nuestro enemigo”.
A partir de ese momento, el mandatario mexicano, fox claro, debió remar a contracorriente tratando de distender el evidente malestar de su colega de Washington con resultados amargos, esto es mediando condiciones francamente lesivas para la nación débil. Y, como en 1988, el continuismo político, con olor a fraude, se consumó en 2006 con el beneplácito norteamericano a cambio, claro, de manos libres en el campo financiero… y también en el político. Los paralelismos asombran, sobre todo, porque seguimos tropezando con las mismas piedras.
A los ingenuos que aseguran que el rasgo “valeroso” de calderón –minúsculas- al señalar a Pascual como indeseable fue honra para la soberanía nacional, bien les valdría repasar la historia antes de sacar conclusiones arbitrarias y viscerales. Sobre todo después del proceso sucesorio de 2012 en el que el PAN se quedó perdido, desolado, en el monte de la ignominia.
Por las Alcobas
Trescientos aviones de combate estadounidenses se suman a los agentes y militares que vigilan la frontera entre México y los Estados Unidos, la más transitada en el mundo. Con ello, claro, caerá por su propio peso la torpe versión acerca de que los “invasores” son los mílites mexicanos que constantemente cruzan hacia los Estados Unidos protegiendo, de acuerdo a las versiones más alevosas, los cargamentos de drogas.
Así lo denunciaron en su libro “En la Línea” –Plaza y Janés, 2004-, los agentes al servicio de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, Erick Krauss y Alex Pacheco –el primero fue entrenador de combates cuerpo a cuerpo amén de informador-, indignados por la “pasividad” de las fuerzas estadounidenses ante la supuesta irrupción de tropas extranjeras. El diferendo siempre tiene dos caras aunque muchas veces una de ellas sea sencillamente absurda.
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EL ACTUAL EMBAJADOR DE ESTADOS UNIDOS EN MÉXICO, EARL ANTHONY WAYNE, TIENE ANTE SÍ LA MISIÓN MÁS RIESGOSA EN LA QUE SE HAYA INVOLUCRADO UN DIPLOMÁTICO EN NUESTRO PAÍS: MANTENER A LAS FUERZAS “DE APOYO” DE ESTADOS UNIDOS, EN CUANTO A LA PERSECUCIÓN AL CRIMEN ORGANIZADO, CONTRA EL PROPÓSITO INICIAL DE peña nieto DE RETIRARLOS PARA CONFIAR MÁS EN NUESTRAS FUERZAS ARMADAS Y LOS APOYOS SUDAMERICANOS –LÉASE EL GENERAL ÓSCAR NARANJO TRUJILLO, DE COLOMBIA-. AL FINAL DE CUENTAS, EL MANDATARIO MEXICANO PERDIÓ LA BATALLA, LASTIMOSAMENTE.
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