Veneno Puro

*Peligro: ¡Lapsus!

*Nueva Exportación

*Consejos “al Oído”

Hoy estaremos en Guadalajara, a las seis de la tarde, presentando “Despeñadero”en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara, la más trascendente y publicitada de Latinoamérica. Como casi siempre, nuestro muy antiguo vasallaje cultural nos lleva al cauce de reverenciar a los autores extranjeros con muy breves episodios para homenajear a los mexicanos que no se han salido del “círculo rojo”, el término preciso acuñado por los fox –en minúsculas para hacerlos símiles de los zorros-, para situar dentro a los periodistas incómodos, es decir a cuantos no entran al aro del circo gubernamental y tienen la osadía de no mantenerse en las jaulas de oro. Por eso, para mí, cada año tiene un significado distinto mi presencia en este evento. Lo recuerdo muy bien: cuando inició la FIL los organizadores buscaban con ahínco a los autores con mayores ventas en el país; ahora, se adornan invitando a personajes de otras tierras quienes se sienten con el derecho de calificar nuestras actuaciones democráticas según los paseen y traten, digamos como en el caso del peruano Mario Vargas Llosa.

En fin, me toca la clausura del evento, ya por la tarde, en el salón tres de la planta baja. Y estoy convencido de que mis amigos y lectores estarán allí pese a los intentos de desdeñar mi comparecencia y hacerla casi invisible en los medios de comunicación. ya estoy acostumbrado y no me asombra; de hecho, es un alivio para mí tener un sitio en la feria porque ello demuestra, sin duda, que aún hay espacios para las obras críticas sobre el convulso presente mexicano y no sólo aquellas escogidas para lanzar las versiones oficiales sobre el flagelo del narcotráfico o los cuestionamientos políticamente correctos, sin más fuerza que los títulos, destinados a hacernos creer en la apertura. Cuando menos, no fue así con “Despeñadero” como he venido contando desde mayo pasado cuando inicié el combate en contra de las empresas editoriales de origen español dispuestas a avasallar cuanto se refiere a los autores mexicanos, sea para utilizar a nuestro mercado como traspatio del hispano en donde la crisis obliga a olvidarse de las novedades literarias para inundarnos de ellas a los mexicanos a cambio de contratar y promover obras surgidas de nuestro entorno; y, además, para darse el lujo de censurar, como lo pretendió el infeliz rastrero Rogelio Villarreal Cueva, director general de “Océano México”, a cambio de generosos contratos con el gobierno para editar parte de los libros de texto “gratuitos” con las consabidas facturas millonarias.

Ha sido un camino azaroso, pero con enormes satisfacciones que me demuestran una realidad ya evidente: la comunidad nacional está despierta ya… luego de un largo letargo durante el cual era más sencillo manipularla desde el poder público, sobre todo, en materia política. Ahora no y de allí la explicación crispación social, de la que hablamos la semana anterior, que mantiene en jaque a un gobierno que no acaba de definir rumbo ni estrategias salvo la reiterada obcecación por no escuchar más voces que la propia en pleno y permanente desgaste institucional. De allí, claro, que la mayor parte de los mexicanos, y lo digo con estadísticas en la mano, no se sientan representados legítimamente por uno de los partidos políticos en ejercicio o aquellos que están en vías de registrarse cono tales, es decir la MORENA de López Obrador y otras más con tendencias a la derecha encaminadas por el ex dirigente nacional panista, Manuel Espino Barrientos, que apuesta por “Concertación Ciudadana” con mucho menos presencia y ruido que el tabasqueño de las mil salidas. En cuestiones de política, es evidente, quien tiene más saliva traga más pinole.

Me congratulo, hoy, de una diferencia sustantiva respecto a los gobiernos sustantivamente autócratas y escasamente reacios a la apertura a contracorriente de la historia y las reacciones populares. Es lógico que los jóvenes –yo también lo fui y me “bebí” las obras completas de Mao Tse-Tung, el inmenso dirigente chino, como me enseñaron a escribirlo desde la adolescencia-, se inclinen por las propuestas de la izquierda y exalten, entre otros, los iconos de Cuba y Chile, entre otros, exaltando a los hermanos Castro y al gran Salvador Allende, sacrificado en el Palacio de la Moneda en Santiago, en 1973, por intentar un experimento: fincar el socialismo por la vía democrática, una condición bque logró apenas, en Brasil, Luis Inácio Lula da Silva en 2003, esto es tres décadas después con resultados más bien ambivalentes; por una parte consolidó a su país como el destino financiero mñas importante del mundo y, por el otro, no logró la esperada justicia social para millones de sus compatriotas quienes sobreviven en condiciones infrahumanas, fenómeno que puede estallarle en las manos a su sucesora, Dilma Roussef, durante el torneo mundial de balompié en 2014.

Pues bien, tuve la oportunidad de asistir a la Feria del Libro en La Habana, en 2002, y me asombró la avidez con la que los asistentes adquirían las obras, sobre todo las provenientes del exterior. Claro, por una parte los precios eran bajísimos –al compararlos con cuanto nos cuestan a los mexicanos aun cuando nos entreguen ejemplares que pronto comienzan a deshojarse por ausencia de pasta dura y de un correcto acabado-, digamos un sesenta por ciento por debajo lo que obligaba a las editoriales, de hecho, a ofertar a precios de costo. La parte tremendamente negativa, visible además, es que entre millones de ejemplares –el evento se celebró en el Castillo del Morro, rebosante-, NO había uno solo que cuestionara el accionar de Castro a lo largo casi medio siglo de poder omnímodo. De hecho, Fidel, pese a su condición de enfermo y con la presidencia en manos de su hermano Raúl, ostenta el liderazgo más prolongado de nuestra era con la salvedad del reinado -¡ay, esas monarquías de zánganos!- de Isabel II de Inglaterra que inició en 1952 a la muerte de su padre Jorge VI, el ya célebre tartamudo. Pues bien, la regla no escrita es que no se cuestionara, en libro alguno, la imagen del llamado “nazareno del Caribe”, algo así como una suerte de blasfemia para los puritanos al estilo del “chacal” Victoriano Huerta que se autonombró así a la hora de su renuncia.

En Guadalajara no será así. ¡Pero qué trabajo costó! Como camuflaje, algunas editoriales poderosas optaron por presentar libros con atractivos títulos y escasos mensajes y señalamientos –salvo alguna excepción-, para hacer pardear la crítica dentro del bosque de volúmenes impresionantes que nos cuentan hasta como regresar de la muerte. Me alegra, eso sí, que los niños cuenten con su propia sección aun cuando a quienes se omita sea a los adolescentes tan propensos a no soltar sus máquinas cibernéticas ni para ir al baño, situación ésta que, en lugar de acercarlos a la comunicación los aleja hasta del ámbito familiar en donde deambulan como zombies, casi sin otra voluntad que estar en red permanentemente con los amigos ausentes sin hacerle caso a los presentes, una rutina cada vez más extendida y absurda. Para ellos debiera implementarse algo más que las famosas “tablets” en donde se bajan mil rolas musicales por cada libro consumido en la misma forma. Una disparidad brutal.

Luego nos hablan de la crispación social como un “fenómeno”. ¿Y cómo evitarla, insisto, si los pequeños y jóvenes están inmersos, todo el día –incluyendo en las escuelas-, en juegos de alta violencia que sorprenden hasta quienes, como este columnista, han debido atestiguar horrores infinitos. No se me borra de la mente mi estancia en mi querida Ciudad Juárez, en 2005, cuando previmos que en menos de una década la urbe podría ser ingobernable; ahora el flagelo se ha extendido a entidades como Michoacán y Tamaulipas en plena crecida de los vacíos de poder… y de la sangre derramada, mucha pero mucha más que la esparcida por los terroristas etarras vascos quienes, en medio siglo, victimaron a quinientas personas, la mitad del promedio mensual de ejecutados como consecuencia de la guerra entre las mafias. ¿Sabían ustedes que los asesinatos crecieron en México, en el año peñista ya cumplido, en cincuenta y siete por ciento? El drama está aquí, en los hechos, y no en las estadísticas oficiales perniciosas y medio mentirosas lo que equivale a decir que son falsas en esencia.

Un conflicto por resolver es, sin duda, qué hacer con los espacios cibernéticos. No basta sólo con perseguir a las redes de pederastas, tan protegidas por quienes asumen el papel clientelar, digamos el senador yucateco Emilio Gamboa Patrón –citado una decena de veces por los niños abusados de Cancún lo que está plenamente documentado-, sino de ampliar los contextos para evitar la intromisión de subversivos que intentan manchar, como el pasado domingo, una marcha que se previó pacífica en defensa de nuestra riqueza energética. Este columnista ha manifestado, firmemente, que sin distingos de partidos y promotores –algunos de ellos causan asco-, primero están los intereses nacionales que pone en juego la iniciativa presidencial que reduce nuestro patrimonio esencial y nos coloca en el mismo estado de indefensión, ante la insolencia de los corporativos extranjeros, que en la era anterior a la Revolución. Más de un siglo atrás, nada menos. ¿Es esta realidad el avance prometido… hacia el pasado que suponíamos superado?

Por todo esto escribí “Despeñadero”, contra el viento y marea de mis escasos recursos que volqué sobre la Fundación creada para difundir precisamente no sólo los libros de mi autoría sino aquellos que perciba críticos y bien documentados. Falta, claro, consolidarla con un fondo revolvente que lo permita para no ser asfixiados por el poder financiero de los de fuera. Esta es la cruzada que sigo hoy por la ruta de Guadalajara, allí donde salió el “caballo blanco” de José Alfredo Jiménez para llegar, en plan de conquista, hasta el norte en donde tantos mexicanos están ausentes de su cultura porque son muy pocos los libros que se distribuyen en español más allá del Bravo. Ni siquiera esta terrible inercia hemos podido romper en una nación con escasa proclividad a la lectura: mientras menos se sepa, menores serás igualmente nuestros valladares contra la manipulación del gobierno y sus oficiantes.

Mirador

Mientras observamos los pobres resultados de la actual administración federal, oteamos hacia Centroamérica en donde las elecciones suelen ser –salvo la excepción de Costa Rica-, verdaderas caricaturas o copias de cuanto sucede en México. Ahora mismo, la sufrida Honduras se debate entre las descalificaciones por el desaseo electoral y el empeño gubernamental, con miles en las calles, por mantener la continuidad en una recreación casi exacta a lo sucedido en nuestro país en 2006.

Por lo pronto, el depuesto mandatario, Manuel Zelaya –mismo que designó como embajadora en México a Rosalinda Bueso Asfura, con quien tuvo algo más que una amistad muy cercana, antes de convertirse en la tercera mujer de Marcelo Ebrard Casaubón, dado que la anterior, Mariagna Prats, digamos no lo trataba muy bien-, insiste en sostener la postura de su cónyuge, Xiomara Castro, quien se niega a aceptar los comicios que oficialmente le desfavorecieron e insiste en el conteo “voto por voto”. ¿Les suena? Además, Xiomara no acata las resoluciones del Tribunal Supremo Electoral –lo aseguró desde hace una semana-, que tienden a favorecer al oficialista Juan Orlando Hernández, hijo del golpismo y de la atrocidad de institucionalizar los cambios de timón con la anuencia de la Casa Blanca; digamos como en Chile en la década de los setenta… o en México, en 2000, aunque en este caso el despertar ciudadano, contra la impudicia política de siete décadas de priísmo hegemónico, ayudó mucho para el gran camuflaje. ¿Entienden por qué el cambio prometido se convirtió en cauce hacia la continuidad? Ni una hoja se mueve si de la oficina oval, en Washington, no sale el aval.

De allí la gravedad de marchar hacia atrás sin perspectivas reales de un futuro en el que vadeemos los peligros de la ingobernabilidad general, primero, y del estado fallido, después. Por desgracia, la reforma política vuelve a quedarse corta, sin animar a la voluntad mayoritaria, único elemento para garantizar la legitimidad de los mandatarios. Desde 1988, fraude de por medio, oficialmente ningún candidato ha alcanzado la llamada “mayoría absoluta”… y ya pasaron medio siglo y ya pasaron, con el actual, cuatro mandatarios con distintos operativos comiciales de alcances diversos aunque no se cuestionaran los arribos de zedillo y los fox. Pero, el primero, se dio sobre la sangre política jamás honrada por la justicia, y el segundo fuera sólo el hasta aquí ordenado desde la mansión de la Avenida Pensilvania para, supuestamente, disuadir los conatos subversivos. Ustedes dirán si se logró.

Por las Alcobas

En la residencia oficial se reunieron, en fin, el presidente Enrique Peña Nieto –quien, cada vez más, hace muecas por los dolores de cabeza, como lo hiciera su idolatrado Adolfo López Mateos-, y el novelista -¿peruano o español, porque nació como lo primero y vive como lo segundo?-, Mario Vargas Llosa, quien no fue capaz de ganar la elección presidencial en su país en el ya lejano 1990 para después, despechado, pedir la nacionalidad hispana como una especie de escozor íntimo. Pues bien este personaje, a quien admiro por su excelencia como escritor aunque seguramente Peña Nieto no se ha asomado a su espléndida novela “La Fiesta del Chivo”, donde trata los abusos inmensos de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, asesinado en 1961. La escribió, claro, treinta y dos años después… tiempo que esperan los testigos del magnicidio de Luis Donaldo Colosio para pronunciarse.

Vargas, muy bien en la poltrona al lado del mandatario y con la bandera mexicana detrás, pasó de llamar al PRI “la dictadura perfecta” a considerar que el mismo partido, aunque no votara por él –nunca hubiese podido hacerlo en su calidad d extranjero-, ahora es garante ¡de la democracia! Esto es, sin detenerse en la realidad ni en los pobres avances al respeto desde diciembre de 2012. Lo que es ver a través del espejo del maridaje. Bien decía Napoleón:

–A los intelectuales basta con corromperlos con honores…

Una sentencia muy vigente de un sátrapa, estratega excepcional, al que Francia honra.

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Web: www.rafael-loretdemola.com

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

LAS COMPARACIONES NO SON BUENAS PERO ILUSTRAN, EN NO POCAS OCASIONES, POR CUANTO A QUE LAS COINCIDENCIAS NO SON CASUALES. NO LO ES, POR EJEMPLO, QUE LUIS CARLOS GALÁN SARMIENTO, CANDIDATO LABORISTA A LA PRESIDENCIA DE COLOMBIA, FUERA ASESINADO EN 1989, CINCO AÑOS ANTES DEL MAGNICIDIO DE LOMAS TAURINAS, EN UN ESCENARIO PRÁCTICAMENTE IGUAL Y POR OBRA DE SICARIOS AL SERVICIO DE LS CÁRTELES DOMINANTES. EN MÉXICO, LOS CONTUBERNIOS FUERON MUY CLAROS PERO NINGUNA AUTORIDAD SE ATREVE A HABLAR CON LA VERDAD. ¿PARA QUÉ, ENTONCES, TANTAS FISCALÍAS Y COMISIONES INÚTILES? PUES PARA LO MISMO QUE EL GIGANTISMO LEGISLATIVO, ESTO ES TAPARLE EL OJO AL MACHO.

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