Todo por ellos

Todos alguna vez en la vida fuimos niño o niña dependiendo del género de sexo de cada quien, pero indudablemente existió una infancia en donde tanto ricos y pobres vivieron alguna vez su etapa de la inocencia.

Se dice que en la vida todo es cíclico, aunque en diferente manera en ocasiones será más complejo y en otras más sencillo.

Con la navidad pasa lo mismo, los que alguna una vez fuimos niños nos tocó recibir regalos, pero ahora que somos adultos nos toca regalar. Para los que tienen familia obviamente que a sus hijos para los que todavía no llegan a esa etapa de su vida no se escapan de darles a sus sobrinos o sobrinas, dependiendo el caso.

Cuántas navidades habrán pasado para llegar a ese punto, pues no existe una regla para poder decirlo; pero estoy seguro que muchos de ustedes visitaron alguna tienda para hacer sus compras y poder hacer el regalo a los que una vez fuimos, pequeñines con la ilusión de recibir lo que muchos le pidieron a Santa Claus, y también seguramente llenos de nostalgia cada generación marca una gran diferencia de lo que era antes a lo de ahora.

En ese momento de estar decidiendo qué juguete comprar para regalar notaron que los de antes y de ahora han cambiado mucho, es decir, entró esa nostalgia de darse cuenta que ya no existen esos juguetes que tenías cuando eras chico han cambiado totalmente por otra infancia que nunca nos pasó por la mente que existiría.

Los juegos eran más sencillos, más básicos y sobre todo baratos, pero realmente divertían más dejando que la imaginación y su creatividad floreciera a flor de piel para poder complementar o hacer esa magia de conexión entre el juguete y tú.

Al menos en lo personal vengo de una generación tan vieja, aunque no podían faltar los soldaditos de plástico con diferentes posiciones de acción tomándote mayor tiempo en acomodar los dos bandos que se enfrentarían entre sí, y con la frustración de no saber cuál bando iba ser el vencedor, pero de algo sí era seguro que en menos de tres minutos eran todos desordenados y arribados por el bando ganador, cuando en realidad tomó más de una hora en acomodarlos y decidiendo cuál soldadito tenía que estar al frente.

Otro de los juegos más populares eran las canicas que entre los amigos del barrio era el típico dar tres “quemis” o golpe al rival para embocarla en el “opi”, para poder tener la victoria y quedarte con la mejor canica o la favorita de tu amigo como trofeo haciéndola parte de tu colección, eso sí te dejaba un callo en la cutícula en el dedo pulgar, siendo éste motivo de orgullo como buen jugador.

Pero el juguete supremo o de ricos era la famosa pista de autos que se jugaba entre dos en una pista haciendo la forma de un ocho y aunque todos ellos sufrían del mismo defecto de fábrica no importaba que tuvieras que darle un ligero empujoncito para desatorarlo de su riel y por más vueltas que diera la imaginación te transportaba adentro del carrito de coche ilusionándote que ibas adentro de él manejándolo a toda velocidad.

En el caso de las niñas tampoco había tanta complejidad porque no faltaban la muñeca, la bebe y el sueño de todas la “Barbie”, o en su defecto la famosa cocina en donde las pequeñitas terminaban haciendo pasteles de lodo para acabar su juego con un llanto porque su hermanito no quería comerse su pastel que con tanto esmero hizo.

Estos eran los juguetes de antes con los que por horas se podían entretener los niños del pasado, además de que eran más económicos, pero en la actualidad son más caros, sobre todo complejos e indistintos entre varón y niña, es un videojuego, un Wii, Play Station, la batería acústica, celular touch, IPod touch, Iphone 6, etc., todo lo que sea electrónico que más tardan los padres en conseguirlo y terminar de pagarlo para los hijos perderlos, deteriorarlos en alguna caída o simplemente en arrumbarlos porque ya se aburrieron de ellos.

Definitivamente eran mejor los de antes que los de ahora, pero son otros tiempos, otro tipo de infancia, en la que sin interesar eso, lo más importante es sacar una sonrisa cuando abrieran los regalos tan esperados debajo de ese árbol de navidad que muchos padres de familia pasaron pagando durante doce, trece, dieciocho y hasta 24 meses. Pero no importa con tal de verlos felices el precio lo vale.

Deja un comentario