A TIRO DE PIEDRA: LAS GUERRAS DEL GABINETE

La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido
Friedrich Nietzsche

El inicio de la administración de Carlos Joaquín ha sido tan accidentado, que a menos de cuatro meses de su gobierno las diferencias internas ni siquiera son disimuladas haciendo política, y desde fuera el análisis es quien gana y quien pierde en cada batalla emprendida, sin puntualizar, por cierto, que el que siempre pierde es el mandatario mismo, porque el gabinete no le da orden a su administración, y por supuesto la sociedad, que no termina por entender el rumbo que este gobierno quiere tomar, y si al final habrá ajuste de cuentas con el pasado, para construir un sólido futuro.

Sun Tzu, en el Arte de la Guerra, relata el pasaje cuando el Rey de Wu le pidió le demostrara que sus escritos podían tener aplicación real, así que el escritor le solicitó le permitiera demostrárselo haciendo marchar con orden y precisión a todas sus esposas; el rey, dudando que ello fuera posible, permitió a sus mujeres salir al patio de palacio a marchar. Cuando Sun Tzu dio la orden, entre risas algunas marcharon y otras desobedecieron, ante lo cual el del mando ordenó que les cortaran la cabeza a las desobedientes. El rey aun dudoso, permitió a Sun Tzu seguir adelante, y en un segundo intento, todas, absolutamente todas, marcharon con orden y de acuerdo a lo ordenado.

En el ejército como en la administración pública, el principio de autoridad y orden es el mismo, posibilita la realización de tareas de manera efectiva, en el entendido de que el incumplimiento, significa el “corte de cabeza”; sin embargo, o el gabinete joaquinista no está entendiendo que el mandatario tiene autoridad y tarde o temprano la aplicará, o la sociedad no comprende que lo que están realizando los funcionarios es justamente lo que su gobernador está ordenando, esto último por cierto, sería verdaderamente lamentable, ante el desorden que se percibe.

Mucho se ha escrito ya, en tan sólo cuatro meses, sobre las abiertas diferencias entre el secretario de Gobierno, Francisco López Mena, y el jefe de Despacho del Gobernador, Miguel Ramón Martín Azueta; el primero de los cuales, por cierto, parece llevar ventaja en las “batallas” emprendidas; pero no son las únicas “guerras”, pues los rumores muestran además a un Oficial Mayor, Manuel Alamilla Ceballos, aliado con uno de los principales asesores del mandatario. Juan de la Luz Enriquez Kanfachi, para derrotar también a Martín Azueta, sin que se vea hasta ahora una tregua entre los grupos en disputa. La batalla primera la ha ganado López Mena, pero sólo la interna en el reacomodo de las dependencias, pero hacia afuera no se le ve gran cosa. Y Miguel Ramón, por cierto, ha tenido que invertir mucho de su capital político en sortear las guerras internas.

Cabe recordar que el gobernador llegó al poder de la mano de dos partidos políticos: Acción Nacional (PAN) y el de la Revolución Democrática (PRD), cada uno de los cuales tiene en el gabinete o en los demás poderes del Estado a personajes incrustados, y también entre ellos están guerreando, baste mencionar las diferencias –aunque no tan abiertas- entre panistas de la Secretaría de Gobierno contra diputados albiazules del Congreso local; o las guerras entre perredistas aliados con Emiliano Ramos y su “clan”, contra el grupo que encabeza el secretario de Desarrollo Social, Julián Ricalde Magaña. Todo esto, apenas en cuatro meses de gobierno.

Con lo anterior parece claro que lo que hace falta es el “golpe en la mesa”, un “corte de cabezas” ejemplar que ponga a todos a marchar con orden y obediencia, que terminen por entender que hay una línea de autoridad y objetivos superiores a los intereses particulares. Esto, en un entorno preelectoral parece urgente, antes de que el rumbo de cada grupo político termine por desbarrancar al primer gobierno de alternancia en Quintana Roo. Por cierto ¿alguien recuerda cómo concluyó el primer gobierno de alternancia federal en México? El Arte de la Guerra, más de 25 siglos después de haber sido escrito, sigue más que vigente; y los “cortes de cabeza” de Sun Tzu parecen más que necesarios, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra.

 

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