Se quedan en estadísticas sin resolver
El trabajo infantil es un tema al que cada vez malamente nos estamos empezando a acostumbrar, muy a pesar de que está prohibido por ley en muchas partes del mundo.
Existen estadísticas como las que arroja la Organización Internacional del Trabajo en la que estiman que hay un promedio de 260 millones de niños laborando a nivel mundial, y de acuerdo a lo que la ONU considera como demasiado pequeños o debajo de su edad para realizar ciertas actividades existen 170 millones de menores de edad bajo estas condiciones.
Los menores de edad que trabajan alrededor del mundo todos tienen vidas similares, es decir, con la necesidad de enfrentar las mismas condiciones en donde el trabajo es difícil y estricto, hasta el grado de forzosos u peligrosos.
Ahora esto no implica que al ver un niño trabajar sea negativo existen rangos y estilos de vida, es decir, cuando los infantes participan en ámbito laboral mientras no afecte la salud, desarrollo personal o interfiera con sus estudios se puede considerar como algo positivo.
Algunos se preguntaran como de qué tipo; pues todos aquellas actividades para ayudar a sus padres en los domicilios, dentro de un negocio familiar para ganarse dinero para sus gastos personales, obviamente fuera de las horas educativas y durante vacaciones escolares es positivo, porque contribuyen al desarrollo de los menores para descubrir nuevas habilidades y experiencias que dentro de las aulas difícilmente podrían destacar, pero dentro de lo más importante es la preparación para ser integrantes productivos dentro de una sociedad en un futuro para su vida adulta.
Cuando se refiere explotación infantil, es un concepto demasiado amplio tocando temas como el trabajo que priva su infancia, su potencial siendo dañino para su desarrollo físico y mental; es todo aquel que está en contra de las leyes jurídicas, incurriendo hasta en la prostitución infantil, en resumen, cualquier situación en donde se cometan abuso físico, verbal o sexual.
En la mayoría de los casos ésta explotación no es porque lo quieran sino porque no tienen muchas opciones muy a pesar de que se han implementado políticas o programas para combatir este problema, como en el país se encuentra el Módulo de Trabajo Infantil que nada más se limita a recoger la estadística laboral infantil, ha sido un total fracaso los programas y talleres sociales así como sus sanciones dejando pocos resultados por parte del gobierno federal y mucho que decir porque se siguen registrando un incremento ante el crimen de la explotación infantil.
Muchos de ellos son chantajeados porque los padres necesitan el dinero, otros quedan huérfanos, o son víctimas de la trata, pero en el país la mayoría de ellos se encuentran en actividades de la industria pesquera, o en la agrícola. En el norte es más común que se les explote en lugares peligrosos como las minas teniendo que sufrir cargas pesadas, entorno insalubre, altas temperaturas, y en condiciones particularmente de alto riesgo de explosivos.
En casos un poco más recientes se están convirtiendo en una moda en donde las empresas están buscando mano de obra barata convenciendo a los padres en los sectores más vulnerables en ofrecerles trabajo a sus hijos bajo la promesa de un buen sueldo, tres comidas, y un lugar en donde dormir, pero la verdad es lo contrario en la que son explotados y separados de sus familias.
De nada sirve tanta información publicada en diferentes medios masivos y con conocimiento de causa por parte de las diferentes autoridades de cada país, y tratados internacionales en donde solamente pasan a estadísticas.
No es suficiente el conocer números, es decir, si están localizables por qué nadie ha hecho nada al respecto, a favor de los niños, sino todos se hacen de la vista gorda.
En nuestro país existe también la misma situación, lo mismo en nuestra propia entidad y como diría un exgobernador coahuilense “no le rasquen porque sale pus”, solo por mencionar superficialmente cada vez que en el pasado han sucedido accidentes en las minas de Coahuila, y en donde hay vidas que lamentar casualmente también existen dentro de esas pérdidas menores de edad. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria “Antonio Estrada Salazar” 2018) www.intersip.org
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