Rusia, Estados Unidos y el nudo gordiano del Levante

Moscú (PL) Rusia y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo en Ginebra para coordinar acciones en Siria, cuya fragilidad o fortaleza está en manos de las partes enfrentadas en el terreno y de muchos factores externos.
El conflicto en Siria, visto desde afuera, constituye un coctel de intereses difíciles de alinear, de tal forma que sea posible una salida negociada para el fin de una contienda con saldo de más de 200 mil muertos desde 2011.
Rusia está interesada en el respeto a la posición de un gobierno legítimo, la lucha contra grupos terroristas y el fin del sufrimiento del pueblo sirio, pero también busca afianzar su presencia en la zona levantina, aseguran aquí analistas.
El combate de los terroristas en Siria, muchos de ellos provenientes de sureñas repúblicas rusas como Chechenia o Daguestán o de exrepúblicas soviéticas de Asia Central, también es un interés prioritario para Moscú.
De su lado, Washington, acusado por Damasco de azuzar las manifestaciones internas hasta convertirlas en detonante de un conflicto armado, siempre buscó sacar del poder al presidente sirio, Bashar Al Assad.
En su afán de alcanzar tal objetivo, fue acusado de ayudar, junto a otras potencias occidentales, a grupos armados, incluido el Estado Islámico (EI) que se atribuyó la autoría de varios atentados en Francia y Bélgica en los últimos meses.
Irán, por otra parte, respalda a la milicia del movimiento Hezbullah que combate junto al ejército sirio contra formaciones terroristas.
Turquía, otro actor involucrado en el conflicto, también en su momento declaró abiertamente su objetivo de derrocar a Al Assad. Siria acusó a Ankara de entrenar, financiar, pertrechar e incluso dar atención médica a grupos armados como el EI.   Pero como afirmó en su momento el presidente ruso, Vladimir Putin, constituye un juego muy peligroso el emplear a grupos extremistas para intentar derrocar gobiernos.
Los éxitos del ejército sirio, después del inicio del apoyo de la aviación rusa a finales del pasado año, lo llevaron a la batalla por Alepo, la segunda ciudad más importante del estado levantino, ubicada en su porción norte.
De esa forma, después de una reconciliación en los nexos de Rusia y Turquía, perjudicados por el derribo de un caza sirio por fuerzas turcas en noviembre de 2015, Ankara decidió involucrarse directamente con sus fuerzas en el diferendo sirio.
La premura del gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan pareció estar dada por la demostración de eficacia real y mayoría de edad en el accionar de las fuerzas armadas rusas en Siria y el avance del ejército de ese país en el norte.
Todo ello constituye el preámbulo de más de 14 horas de negociaciones en Ginebra el pasado 9 de septiembre entre el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, y el secretario norteamericano de Estado, John Kerry.
Lavrov y Kerry se reunieron en cinco ocasiones desde el inicio del verano de este año hasta llegar a un pacto para poner en práctica un paquete de cinco acuerdos.
Los detalles del contenido de los documentos, a decir de ambos diplomáticos en la ciudad suiza, se mantendrán en secreto por su carácter sensible, pero a grandes rasgos sí los describieron.
Lo primero era establecer un cese de hostilidades  prorrogable por 48 horas y luego por otras jornadas hasta llegar a una semana, cuando se le consideraría como estable en caso de cumplirse a cabalidad.
Kerry garantizó que su país convencería a la que llama oposición moderada siria a acallar los fusiles, mientras Lavrov prometió hacer lo mismo con el gobierno sirio.
El fin de las hostilidades debe prohibir cualquier tipo de operación bélica, incluidos los bombardeos de la aviación siria, aclaró Kerry en Ginebra, para marcar la pauta de uno de los principales intereses de Washington al aceptar el arreglo.
Sin embargo, el propio Lavrov reconoció la imposibilidad de tener un ciento por ciento de garantía en el terreno.
Un segundo punto importante es la creación de un centro ruso-estadounidense para que especialistas de inteligencia y militares de ambos bandos determinen cómo aislar a los terroristas de lo que se considera como oposición moderada.
Como afirmó el propio Lavrov, en caso de separarse a los terroristas del resto de los beligerantes, la aviación rusa, estadounidense y siria coordinaría acciones para eliminarlos en el terreno.
Pero nada más conocerse el paquete de acuerdos, el vicepresidente estadounidense, Joseph Biden, consideró que Washington solo cooperaría con Rusia si ésta cumple a cabalidad con lo pactado en Ginebra.
Ello incluye que Rusia impida las operaciones de la aviación siria y que permita el acceso de ayuda humanitaria a la sufrida población de Alepo, declaró Biden, cuyo país nunca coordinó con Damasco sus ataques aéreos supuestamente dirigidos contra el EI.
Moscú demandó en agosto pasado en varias ocasiones una tregua de 48 horas en Alepo para coordinar el envío allí de ayuda humanitaria, en coordinación con la ONU.
De acuerdo con el diario digital Gazeta.ru, Estados Unidos y Rusia se pronunciaron por coordinar las zonas sirias dónde solo operará la aviación rusa y dónde la norteamericana, mientras habrá regiones donde podrían realizarse acciones conjuntas.
La aviación siria actuará fuera de las zonas de operaciones de las naves rusas y estadounidenses, explicó Lavrov.
Otro momento de interés para la Casa Blanca en las pláticas de Ginebra fue introducir el término de zona desmilitarizada, en esta ocasión en una carretera de acceso a Alepo, donde todas las partes deben separar sus fuerzas.
La zona desmilitarizada, como argumentó Kerry, permitiría el paso de ayuda humanitaria a la mencionada ciudad siria.
Al recordar las palabras de Putin sobre el peligroso juego de emplear a terroristas para derrocar gobiernos, la prensa rusa se hizo eco del regreso de cientos de excombatientes de grupos armados en Siria a sus naciones de origen en Europa.
La definición de a quiénes se pueden considerar terroristas y a quiénes no, mantiene vital importancia en ese conflicto, confirmó Teodor Karasik, del Centro Golf State Analytics.
Desatar el nudo gordiano que algunos en Occidente ayudaron a formar en el Levante, con el conflicto sirio, parece ser ahora tarea pendiente de varias potencias, tanto regionales como internacionales.
*Corresponsal Jefe de Prensa Latina en Rusia.

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