¿Qué tan seguros están tus hijos?

Por Guillermo Robles Ramírez

Poblaciones chicas de comunidades coahuilenses como San Buenaventura, solo por mencionar una, circulan unidades conocidas como combis que dan el servicio de transporte escolar.

Un servicio que es bien intencionado y necesario, pero como todo en la vida, si se tiene que hacer algo, simplemente hay que hacerlo bien, correcto y dentro de la legalidad.

Para comenzar, muchas de esas unidades no cuentan con la documentación legalizada, ni mucho menos con placas de circulación, así que sale sobrando que se pida láminas actualizadas que pertenezcan al Gobierno del Estado de Coahuila.

Y ¡eso!, es el menor de los problemas, ya que lo peor es que presentan una serie de fallas mecánicas y carencias que las convierten en verdaderas y amenazantes unidades escolares, peligrosas para los pequeños que diariamente son trasladados de su casa a la escuela y viceversa, aunque lógicamente esto solamente en periodo de clases aunque dentro de próximas semanas inicia el nuevo periodo 2024-2025.

Aunque se desconoce a qué autoridad le corresponde la verificación de este tipo de unidades, es decir, si a la local o a la Secretaria de Comunicaciones y Transporte; federal o estatal. Pero sin pretender echarle tierra a este positivo servicio escolar, y sin estar en plan de buscarle “pelos a la sopa”, preguntamos: ¿y las otras unidades qué?. Me refiero a las decenas y sin temor a equivocarme a los cientos del resto de unidades de transporte escolar que circulan en los 38 municipios de Coahuila, al menos en los más grandes y medianos, cuyas condiciones no son lamentables, sino representan “ataúdes” móviles, ya que fuera de su mal estado mecánico y material, son unidades tan antiguas que muchas de ellas son candidatas directas a un flamazo y consecuentemente un incendio en donde se ponga en peligro la vida de los chiquitines que puedan viajar en ese momento en esos vehículos escolares.

Esta apreciación nace debido a que es conocido que constantemente y con demasiada regularidad, los pequeños que transportan a sus respectivas escuelas, comentan y se quejan ante sus mamás o papás que en el interior huele demasiado a gasolina o gas, y es precisamente la que derraman sus motores a través de los conductos por donde pasa el combustible.

También, los pequeñines se quejan de la velocidad y lo “atrabancado” con que conducen sus choferes, que normalmente los chiquitines tienen que ir agarrados del asiento o cualquier tubo, con las 20 uñas.

La Secretaría de Comunicaciones y Transporte, a la que le corresponda federal o estatal, bien harían en hacer una revisión sin pareja, es decir, a todas las unidades de las distintas ciudades coahuilenses en donde se presta este servicio.

Para nadie y mucho menos para las mismas autoridades responsables de las buenas condiciones de los vehículos utilizados en transporte escolar, es desconocido todo lo que relatamos en estas líneas, por lo que no deben demorar ni un día más en actuar apegadas a la Ley para luego no andar tapando el pozo una vez ahogado el niño. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023)www.intersip.org

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