No le saques, nada más encáusala

Mientras que en el mes de la patria en México en este año, no solo las fiestas dejan muy marcado nuestro Día de la Independencia, porque unos daban el Grito de Dolores y otros lo dieron con voces de quejas y lamentos causados por las fuertes lluvias y tremenda granizada recibida en la capital de Puebla a inicio de ésta semana en donde no solo generó colapso en las redes sociales reportándose inundaciones y fuertes congestionamiento vial.

Las fotos que estuvieron circulando en redes sociales mostraban una ciudad que simulaba las avenidas de Venecia, pero quitándole ese aire romántico que distingue a aquella provincia de la región del Véneto, en Italia, solo se podía observar daños causados por la tormenta en donde solo dejó a su paso destrozos, incendios, árboles y viviendas arrastradas por las corrientes del agua en su intento de buscar su propio encause natural invadidas por el ser humano y la modernidad.

Todo esto es solo un principio de lo que se avecina en iniciada temporada de tormentas, ciclones y huracanes. Lo único que se espera es eso: Daños materiales de viviendas, comercios e industrias en nuestro país.

No es normal que cada vez que se presenta un fenómeno climatológico con presencia de agua, las colonias que más sufren de inundación son las de la clase media baja, hacia abajo, es decir, clases populares o jodidas, cosa que representa una situación alarmante no solo para la sociedad, sino también para las autoridades.

En apariencia aunque las ciudades cambien de rostros haciendo aparecer como municipios en donde el desarrollo de la ciudad dieron pasos agigantados proveyéndolos de las necesidades básicas con la infraestructura para el desarrollo de comercio y vivienda, es un hecho que a las autoridades siempre se les olvida un pequeño detalle como es el factor de la lluvia y sus consecuencias, porque cada vez éste problema pone en riesgo no solo la vida de los ciudadanos sino también el único patrimonio con el que cuentan cada vez que los caudales buscan una salida.

Mientras son olvidadas las obras hidráulicas en las ciudades en donde las autoridades siempre le restan importancia porque son obras que no se ven y al tenerse contempladas son insuficientes, pero la madre de la naturaleza siempre le hace recordar al hombre que por ahí era el cauce fluvial que estaba antes del crecimiento desmesurado de la población que estaba antes que el ser humano por millones de años.

Su reclamo siempre llega con un feroz reclamo por haber compactado terrenos, mutilado arroyos para después borrar el escenario del “crimen” tapándolos con tierra, pero el agua tiene memoria y ninguna obra, que no sea una presa, podrá ser capaz de detener su sendero cuando se presentan las precipitaciones y donde unas construcciones habrán de sucumbir porque el agua habrá pasado su factura a quienes construyeron en terrenos de su propiedad y que al no medir la consecuencias osaron desafiar su fuerza con los resultados que han vivido nuestros hermanos en el mes de septiembre.

Hay voces de sectores populares que advierten sobre la nula actuación de las autoridades que más bien buscan enturbiar el agua con asuntos distintos a posibles soluciones como una justificación a su negligencia oscureciendo su error descubierto por las tormentas insistiendo en que se tratan de fenómenos naturales que han roto récords.

No obstante, la verdad es elocuente, el ansia de crecer como ciudad ha dejado de lado un aspecto muy importante, los cauces naturales que ahora les está reclamando el agua y pese a todo ello nunca aparece un responsable que dé la cara.

No han sido pocas las advertencias que ha hecho la naturaleza a las autoridades, en incluso ha dejado en evidencia que se ha atentado contra sus cauces al fracturar porciones de arroyos que en casos extremos como los que han registrado últimamente significaban una alternativa para desaguar las extraordinarias corrientes.

No le tenga miedo al agua, ésta es una bendición, porque es preferible tenerla, pero bien encauzada o filtrarla a sólo verla pasar y después de una década estar con las mismas lamentaciones por la falta del vital líquido.

Hay que tenerle miedo a la ineficiencia de las autoridades que no han sabido cómo soportar las corrientes con obras expresamente construidas para ello, antes de bloquear sus salidas, con las consecuencias ya vistas y conocidas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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