Necesario un nuevo enfoque educativo en la 4T
Una de las características de la etapa neoliberal en México fue la de haber desarrollado un enfoque educativo centrado en la eficacia y la eficiencia técnica y administrativa, dejando de lado la idea de que la educación debe formar, antes que nada, seres humanos, en el sentido integral del término. Uno de los aspectos que debieran caracterizar a la Cuarta Transformación es el de subsanar esta terrible deficiencia.
Lo que el régimen de Salinas denominó “Modernización Educativa”, Zedillo lo continuó, Fox lo expresó diciendo “Debemos fortalecer el dominio del inglés y la computación”, Calderón lo aplicó en la “educación por competencias” y Peña Nieto lo concretó, en su “Reforma estructural educativa”, basada en una evaluación enfocada a lo tecnológico y administrativo, pero dejando de lado lo humanístico.
La tradicional definición de competencia dice que es la “capacidad del individuo de poner en acción los conocimientos, habilidades, aptitudes y actitudes para la solución de problemas concretos, en contextos específicos”, definición que omite aspectos que son nodales en cualquier sistema educativo como la formación en valores y la integración de una cosmovisión ubicada en el contexto histórico, político y social en que se desenvuelve el educando.
Si bien es cierto que nadie, en su sano juicio, puede impugnar que se procure que los egresados sean competentes, pues la alternativa sería que fuesen incompetentes, no es posible eludir que esto se queda corto al no abordar la formación humana integral de los educandos.
Casi desde el principio de las reformas integrales de la educación básica y de la educación media superior, echadas a andar durante el gobierno de Calderón, surgieron diferentes voces, entre las que se encuentra la del autor de este artículo, que señalaron, palabras más o palabras menos, que a la educación por competencias habría que agregarle un rostro humano, diferenciando la simple instrucción de la auténtica educación integral.
La reforma en la 4T
Con el arribo del actual gobierno federal, un aspecto que ha acaparado la atención es la nueva reforma educativa pero, nuevamente, se repiten enfoques limitados a la calidad, la gratuidad, el respeto a los derechos laborales de los docentes, la centralización y la laicidad de la enseñanza. Nada de ello es malo, por cierto.
Lo que nadie, o casi nadie, ha abordado es lo referente al enfoque pedagógico de la educación. En el actual debate acerca del tema educativo se ha cuidado la forma pero se ha omitido el fondo. Los árboles están ocultando el bosque.
El presidente López Obrador ha venido señalando que se debe retomar el Civismo y fortalecer la enseñanza de la historia, pero los encargados de la reforma no parecen haberlo escuchado de fondo. Por otro lado, el Observatorio Filosófico Nacional ha insistido en la necesidad de recuperar la enseñanza de las humanidades en los planes y programas de estudio. Sin embargo, incurre en omisión al señalar que las humanidades deben limitarse a la Filosofía y sus ramas como la Lógica, la Ética, la Estética y la Epistemología.
La verdad es que, aparte de las asignaturas filosóficas, debieran incluirse aspectos tales como la formación en valores sociales, familiares y personales; el desarrollo humano, en lo físico, psicológico y social; el arte, como apreciación y creatividad; la cultura física, como práctica del deporte y como consciencia de la necesidad de preservar la salud; la Psicología, destinada a fortalecer el autoconocimiento del individuo y, por último, la cosmovisión nacionalista encaminada a ubicar al estudiante en su contexto nacional, con pleno conocimiento y respeto a las características nacionales y al fortalecimiento del sentido patriótico, que no patriotero.
En conclusión
Los aspectos no abordados en la reforma educativa recientemente aprobada en la Cámara de Diputados son los referidos a la orientación didáctica y pedagógica que debe tener la educación mexicana en el marco de la Cuarta Transformación. Esto, sin embargo, puede ser subsanado en las leyes secundarias, previa discusión con especialistas en el tema.
Si bien es cierto que el combate a la corrupción es uno de los ejes centrales del actual gobierno, lo cual es muy loable, también cierto es que el sistema escolar es corresponsable directo de la formación en valores y en el sentido de vida de los estudiantes.
Los especialistas y los legisladores tienen hoy una oportunidad de oro de transformar de fondo, no sólo de forma, los procesos educativos mexicanos, para bien del país y para la formación integral de las futuras generaciones. Si la dejan pasar serán responsables ante la historia por esta omisión.
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