Nadie ve por ellas

Han pasado 61 presidentes en el país, sin contar con el actual, pero en todos ha quedado en puras promesas de ayuda y soluciones al sector más vulnerable, sin embargo, para definir este sector es muy difícil ya que cada uno tiene necesidades diferentes, así como carencias.

Pero desde la óptica de un político esas carencias se pueden reducir simplemente en servicios públicos, como drenaje, luz, agua y pavimento que son los principales rubros que son utilizados en el INEGI, para definir pobreza.

Sin embargo, hay en el país sectores rurales de la sierra la explotación infantil es una práctica común, es decir, algo normal. Los padres alquilan a sus hijas que a veces apenas rebasan los siete años como servicio doméstico, las patronas no las quieren de más edad porque se hacen mañosas, las roban o de plano abandonan a quien le tiende la mano para irse por la vida fácil en la ciudad.

Entre los derechos de los niños a la educación, la salud y todo eso que se lee en los folletos de Derechos Humanos y del DIF y la realidad que las agobia hay años luz de distancia.

Llegan con sus pertenencias abrazadas en el regazo que la mayoría de las veces cabe en una caja de cartón. con el tiempo heredarán las ropas que van dejando los niños de la familia, también calzarán sus desnudos pies con zapatos que preferirán no usar para que no se les gasten.

Aceptarán cualquier prenda que les den, aunque no les quede porque a la abundante prole que hay en la casa paterna a la que regresarán una o dos veces por año puede que le sirvan.

Y las señoras que las emplean se quejan de que no saben nada del quehacer, ni siquiera agarrar la escoba pues vivían en piso de tierra. Saben lavar, pero en el río y la lavadora es un misterio indescifrable, que al cabo para eso están, para tallar y tallar.

Ese tipo de trabajo doméstico no se da a través de una agencia de colocaciones ni mucho menos, en las redes sociales sino lo que es peor son trabajos que se van pasando de generación en generación.

Ir a buscar una muchacha para el servicio es toda una aventura que inicia en la carretera y termina en intrincados caminos de tierra y lodo en el mundo huasteco o al pie de una cuesta intransitable donde hay que seguir a pie hasta el jacal.

Una choza redonda y con techo cónico, cubierta por zacate o palma, en cuyo vértice colocan una ola invertida para evitar el escurrimiento de agua. El techo se sostiene por horcones de madera; cuenta con un tapanco en el que guardan maíz y enseres menores. Las paredes son de vara colocadas verticalmente y atadas con bejucos y algunas están cubiertas con barro, y el piso es de tierra.

Ahí en la semioscuridad y con el olor mezcla de humo y alcohol se pacta con el padre o algún pariente a quien se le encomendó trata el monto de la transacción. A la niña jamás se le paga, se le da el dinero en mano a su progenitor y a ella la desenraizan de su hogar con la promesa de una vida mejor basada en callar y aguantar.

Así, bajo la promesa de regresar a la muchacha sin daño alguno los padres la dejan partir pues será una boca menos que alimentar y una entrada de dinero mensual y a lo mejor alguna “ayuda” extra dependiendo de la bondad de los patrones.

Ocupados en erradicar las “peores formas de trabajo infantil” como lo son la explotación sexual y trabajos de alto riesgo, la Convención de Derechos de los Niños ha omitido la parte del trabajo doméstico aun cuando ello implica el renunciar a todo derechos como el de la educación en tanto el Fondo Internacional de la Naciones Unidas para la Ayuda a la Infancia (Unicef) reconoce que si bien el 80 por ciento de los menores que trabajan son sustento de su familia, la tendencia internacional “debe ser” desalentar toda forma de trabajo infantil, incluido este que es socialmente aceptable.

Esta práctica también empieza a ser cada vez más común en los alrededores municipios grandes como Saltillo, Torreón, Piedras Negras, Monclova, pero sobre todo en Ramos Arizpe pues su vasto territorio depende más de los ejidos, y así también lo existe en otras partes del país en donde menos nos imaginamos que existe.

También con nuestro vecino estado de Nuevo León, recurre a esta práctica; simplemente basta con visitar los ejidos que están en los alrededores de la carretera nacional para encontrar como intercambian las niñas para darles un “mejor estilo de vida”. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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