Lados opuestos cobrando vidas

El aborto inducido o provocado en nuestro país, al menos durante el año pasado de acuerdo a investigaciones de organizaciones civiles como el Grupo de Información en Reproducción Elegida y Coalición por la Salud, había registrado no menos de un millón de abortos, resumiéndose a que una de cada seis mujeres han preferido la interrupción clandestina por temor a ser procesadas por la ley.

Sus motivos en la mayoría de éstas jóvenes lo acreditan a la inestabilidad económica, muy a pesar de que la mayor parte de los mexicanos pertenecemos a la religión católica en donde el aborto está prohibido, pero también en gran parte de las entidades de la nación es un procedimiento ilegal.

El pecado y la ilegalidad agarrados de la mano, es motivo suficiente para muchas jóvenes justificar la práctica del aborto inducido, aunque en aquellas pocas entidades en donde es permitido obviamente a determinadas semanas de embarazo y circunstancias especiales como la violación, entre otros, no son suficientemente en donde las leyes no son susceptibles de ser liberalizado en corto tiempo porque antes está el cuestionamiento de la responsabilidad política, la Iglesia así como sus grupos o fanatismos religiosos así como muchos grupos de mujeres que se oponen al cambio legal.

Su oposición a ello viene de muchas variables, por solo mencionar algo, en nuestro caso la mayoría de los mexicanos pertenecen al catolicismo siendo ésta misma el boicot para una amplia gama de programas de anticoncepción para fines de control de la población.

Esfuerzos de control de natalidad se ha traducido en una reducción considerable en el número de nacimientos por mujer en muchas instituciones de salud gubernamental en donde dicha medida precautoria son imposiciones y sin previo aviso después del parto de su primero o segundo bebe que muchas de las veces ni siquiera se dan cuenta que tienen puesto un dispositivo.

La creencia de las mujeres acerca de la conveniencia de aborto con frecuencia entra en conflicto con las acciones legales para iniciar, luego las creencias preexistentes sobre el aborto son un dilema a resolver.

Tema que siempre generará controversia y gran división entre lo público, político y moral. Mientras que algunos piensan que el aborto debería ser legal, otros lo condenan, pero también hay quienes consideran que debería de liberarse y legalizarse. La sociedad a menudo se ha asociado en el tema del aborto en el contexto más amplio de la determinación de cuando la vida comienza y en qué momento del embarazo de la mujer es considerado como un feto que tiene derechos legales y humanos. Esto, a su vez, se contrapuntea con los derechos de un feto, es decir, un ser humano, contra los derechos de las mujeres a elegir y determinar las cuestiones que tienen que ver con su propio cuerpo.

Pero no hay es algo nuevo, pues a lo largo de la historia, el aborto ha existido en alguna forma o contexto. Las normas morales y las consecuencias, sin embargo, han cambiado con el paso del tiempo en donde diferentes grupos han definido el aborto de diferentes maneras. Y a menudo su explicación del tema utiliza una terminología deliberadamente más favorable a su punto de vista a defender.

El aborto seguirá siendo un tema que los lados opuestos nunca se verán de cara en cara, pero no podemos negar que cada vez se ha convertido en un problema social en donde muchos menores de edad en nuestro país siguen acudiendo a los hierberos para el uso de plantas que dilatan el diafragma provocando el aborto para aparentar uno de manera natural en donde los hospitales tanto de gobierno como privados se llenan de pacientes que terminan por perder la vida en un desangrado accidente provocado que no deja huella o al menos de manera legal para poder evitarlo.

La sociedad entera tanto como aquellos que gritan en pro de la vida y como también quienes gritan de los derechos de las mujeres, pero también los que callan son coparticipes de la nula acción para resolver un problema social que cada vez se está convirtiendo en algo cotidiano, sin relevancia y cegándonos haciéndolo como parte de la normalidad e indiferencia. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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