LA COLUMNA DE INDEPENDENCIA, COMO MÉXICO NO HAY DOS

La nostalgia, ese agridulce deseo de revivir un momento que la pátina del tiempo mejora en la memoria, no puede ser clasificada científicamente como una enfermedad mental, aunque se sufra al recordar.

Tener a la Historia como guía, y aprovechar los hechos y los personajes ejemplares, nos ayuda a vivir mejor pero, siguiendo el clásico consejo, es recomendable la moderación. Viejas políticas comerciales han creado muchas épocas de oro en nuestro país, aunque no todas han correspondido a la realidad.

«Pepe» Guízar Morfín, el añorado compositor tapatío nacido en 1912 y fallecido en 1980, dejó un enorme legado de bellas canciones como “Guadalajara”, “Sin ti” y “Como México no hay dos” cuyas letras ayudaron a crear el sentimiento nacionalista de los charros cantores en el cine nacional.

En ese catálogo no se puede olvidar a Manuel Esperón, apenas muerto en 2011 con casi 100 años de edad. Inolvidable es su “Mujer del Puerto” recreada por la guapa soprano coahuilense Susana Zabaleta en el disco “El Pasado nos vuelve a pasar”, título que bien describe nuestra situación actual, y “Cocula”, su canción inmortalizada por Jorge Negrete y siempre interpretada por todos los mariachis del mundo, creó la imagen de los hombres mexicanos que usaban pantalones y eran afamados por entrones, distintos a los que ilustran la moda actual.

Vivir de los recuerdos, o pensar que todo tiempo pasado fue mejor, nos arriesga a la pasiva esterilidad de la autocomplacencia, nos aleja de la crítica constructiva y nos hace porfiar en un error. Los odios y los rencores son el más dañino producto de una inútil y muchas veces falsa recordación de las injurias.

Pero la experiencia, cuidadosamente tamizada por la razón, es el mejor maestro a cuyo consejo podemos aspirar si deseamos un futuro mejor.

Por ejemplo, los arcaicos políticos de hoy, envejecidos y envilecidos por el poder, utilizan los mismos discursos y las mismas mentiras con que treparon en el escalafón. Y una y otra vez, sin esperanza de solución, los mexicanos les volvemos a creer cuando, denostando al sistema nos invitan a continuar en su construcción. A pesar de sus votos aprobatorios recién vendidos, lideran marchas y manifestaciones populares simulando protestar pero en busca de crecer su clientela electoral.

Las gangas con que los grandes almacenes promueven sus ventas son otra muestra de la perversa publicidad, aprovechada también por todas las instancias gubernamentales para convencernos de su eficacia y honestidad, tratando de hacernos creer que “como México no hay dos” pero enajenando al país.

Por ello la nostalgia es nuestra eterna y fiel compañera cuando decimos adiós a los amores, a la salud, a los placeres, a los amigos, a la juventud, a la Patria o a la felicidad.

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