Gobierno ostentoso y pretencioso

Siempre se me enseñó el no envidiar al prójimo en lo material que no tengo, el no estar comparando lo que el vecino tiene y mucho menos el pretender competir con los demás sus pertenencias desde lo más sencillo como pudiera ser una prenda, un celular, un coche, una casa o hasta el lugar en dónde vive.

Enseñanzas que mis padres siempre me inculcaron sobre todo lo mucho o lo poco que tuviera siempre fuera de manera honesta y como ejemplo mi señor padre me ha dicho innumerable veces que de él podrán decir muchas cosas pero de algo que nunca le podrán restregar que alguna vez fue ratero o se ganó el dinero de manera deshonesta sino todo lo contrario, a base de duro trabajo.

Aunque empezó a trabajar desde muy temprana edad repartiendo periódicos a los 12 años, para después a los 16 convertirse en reportero y posteriormente formar su propia empresa, al día de hoy vive con una pensión de jubilación moderado en una casa cómoda, sin lujos, fuera de lo ostentoso no fue por falta de ambición sino eso fue lo que logró hacer en su vida laboral activa.

Este ciclo de vida es la misma que llevan muchos mexicanos en promedio en donde las historias son diferentes pero terminan igual, algunos con buena suerte concluyen su vida laboral con lo suficiente para pasar a otra de la tercera edad al menos con lo necesario pero existe una gran parte que ni siquiera llegan a esto quedando muy marcada en el país la gran diferencia en la distribución de la riqueza en donde continúan predominando los sectores altamente vulnerables.

Por consiguiente, en México es muy fácil detectar aquellas personas quienes poseen grandes riquezas con la diferencia de que algunos la han heredado de otras generaciones que acumularon tanto dinero y, los otros, que se les conocen como los nuevos ricos en donde siempre existirá el beneficio de la duda de la procedencia lícita o ilícita de su dinero.

Sin juzgar a nadie o enviar lo que no tengo, pero sí como para señalar evidentemente con el beneficio de la duda, pues como dicen por ahí no hagas cosas buenas que parezcan malas, desde que la periodista María del Carmen Aristegui Flores, junto con su equipo de colaboradores realizaron un reportaje de investigación sacando a la luz pública sobre la residencia de la primera dama, Angélica Rivera, en todo parece que solo es la punta del iceberg en donde hasta el día de hoy se le ha sumado otra propiedad teniendo como resultado un valor de 113 millones de pesos que pagará una parte de ello con su trabajo como actriz, según un comunicado de prensa.

Fuera de todo tecnicismos de que si una propiedad está a nombre de tal empresa y que la otra pertenece a otra, al final del día los mexicanos sabemos a nombre de quién serán los bienes inmuebles.

No tiene nada de malo que alguien pueda acumular esa cantidad de riqueza aunque lo malo es que deja muy opaco el modo de cómo fueron adquiridas, ya que a diferencia de gente poderosa en el país existe un testimonio de trayectoria en donde no cabe duda que se hicieron ricos de la noche a la mañana y nada más por mencionar algunos de ellos, está el magnate mexicano Carlos Slim Helú, German Larrea Mota Velasco como uno de los principales propietario del grupo minero del país, Ricardo Salinas Pliego y familia basada su fortuna en TV Azteca, Electra y IUSACELL, Emilio Azcárraga Jean, fortuna heredada como el principal accionista de Grupo Televisa, entre otros.

Sin dudar de la capacidad de la primera dama Angélica Rivera Hurtado, como actriz y de venir de una familia que no tiene los millones heredados sino de una de clase media con las mismas oportunidades de trabajo que muchos mexicanos y sin tener negocios exitosos multimillonario siempre existirá la duda de cómo una persona tan mortal como cualquiera de nosotros puede acumular tanta riqueza a tan solo 45 años de edad y sin considerar los pagos que ante la Secretaría de Hacienda tiene que reportar o acaso también está exenta de ello e invisible ante la Ley contra lavado de dinero y cada una de ellas referente a la lucha contra la corrupción o transparencia.

Es mucha ostentosidad y pretensión dos palabras a las que se puede resumir el gobierno peñista ante un ambiente de indignación por la masacre de los normalistas, pueblos vulnerables, carencia de empleos, inseguridad, narcotráfico inmiscuido con instituciones de gobierno, el silencio de los coahuilenses ante los 300 desaparecidos del Municipio de Allende, en donde nadie dice nada por temor a las represalias, etc., y así es la misma situación en otros Estados de la República en donde muertos o desaparecidos nunca se reportan, ni se publican y que mejor escenario para mostrarle al mundo lo que México vive en realidad. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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