España: Nada sigue igual

Madrid (PL) A poco más de un año de las elecciones generales, España vive un terremoto político que trastoca los esquemas aceptados como válidos y apunta a la decadencia del llamado bipartidismo y al surgimiento de nuevos partidos.
Dos encuestas difundidas en noviembre por la firma Metroscopia y el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ratifican la caída de los partidos Popular (PP) y Socialista Obrero Español (PSOE) y el encumbramiento de Podemos, una fuerza con menos de un año de creada.
Según el barómetro de octubre del CIS -institución dependiente del ministerio de Presidencia- 17,6 por ciento de los españoles tiene intención de votar a Podemos, frente al 14,3 por ciento por el PSOE y el 11,7 del gobernante PP, que cae al tercer lugar.
En cuanto a la llamada intención del voto, que incluye variables como recuerdo de voto y simpatía política de los consultados, el CIS vaticina que el PP volvería a ganar 27,5 por ciento (17,1 puntos por debajo de lo obtenido en las elecciones de 2011).
Esta estimación sacada de la llamada cocina del CIS, ubica al PSOE en segundo lugar, 3,6 puntos por debajo y a Podemos en tercero a cinco puntos del PP.
La tendencia del voto directo del CIS -que da ganador a Podemos a partir de la pregunta ¿Por qué partido votaría hoy?- se acerca a los resultados del sondeo de Metroscopia, según el cual Podemos ganaría con 27 por ciento.
Por detrás se ubicarán en segundo lugar el PSOE con 1,5 puntos menos y el PP con solo 20 por ciento de los votos.
Interrogado por Prensa Latina, Vicente Palacio, director adjunto de la Fundación Alternativas, consideró que la situación refleja el agotamiento del esquema político español el cual, aseguró, necesita renovación.
En su criterio, además del influjo de la crisis económica y los casos de corrupción de los políticos, el auge de Podemos está influido por la búsqueda de otras formas de organización por las nuevas generaciones que ya no conectan con las tradicionales.
En opinión de Palacio, la política a partir de ahora no la marcarán organizaciones tradicionales, sino otras de tipo más reivindicativo, con standards más altos para la expectativa social, la redistribución de riqueza, la lucha contra la corrupción y la reforma del sistema político.
El explosivo ascenso de Podemos se registra pese a que la mayoría de los encuestados estimó que ese partido no tiene ideas claras sobre cómo superar la crisis y no es el único en el cual se puede confiar.
En un editorial titulado Seísmo político, El País opinó que si bien no hay certeza de que España se encamine hacia un vuelco electoral, es seguro que la opinión pública vive ahora bajo los efectos de un tsunami político.
PODEMOS
Quiérase o no, todos los análisis hoy sobre la situación política en España llevan un denominador común: Podemos, el partido liderado por el profesor universitario Pablo Iglesias, que debutó en las pasadas elecciones de mayo al Parlamento Europeo.
En esa ocasión y con apenas cuatro meses de creada la formación obtuvo 1,2 millones de votos, cinco eurodiputados (entre ellos Iglesias) y se ubicó como la cuarta fuerza del país por votación.
Unos lo consideran causa del actual terremoto político español, otros una consecuencia del deterioro al influjo de la crisis económica y los casos de corrupción de los partidos tradicionales.
Pero lo cierto es que, con un discurso y métodos novedosos, se colocó en el centro de la atención, con propuestas muy similares a la de la izquierda tradicional, aunque sus líderes consideran que la clave no está en la definición izquierda-derecha.
En una reciente entrevista con el diario 20 Minutos, Iglesias estimó que hoy España debe elegir entre una minoría oligárquica y una mayoría de ciudadanos.
«Yo no soy apolítico, vamos, todo lo contrario, soy de izquierdas. Podemos se ubica en un espacio que sirve para definir la realidad de manera mucho más clara», afirmó interrogado al respecto
La izquierda y la derecha, dijo, son metáforas de la distribución parlamentaria en la Asamblea Nacional Francesa: quienes defendían los privilegios y los favorables a extender los derechos.
Sin embargo, opinó, cuando a la gente le decimos: «hay una minoría que está arriba y hay una mayoría que está abajo», lo entiende perfectamente. Nosotros decimos: somos los de abajo.
Aunque con muchos puntos en común con Iglesias, el coordinador federal de Izquierda Unida (IU), Cayo Lara, ve las cosas un tanto diferentes y demanda la unidad de la izquierda frente a las fuerzas políticas neoliberales y para echar al PP del poder.
Al mismo tiempo estimó que la izquierda se encuentra en un momento histórico en España y apeló a la generosidad de las fuerzas transformadoras para articular una propuesta alternativa capaz de convencer a la ciudadanía.
IU no tendrá ningún problema para concurrir a las elecciones junto a otras organizaciones políticas, pero en torno a un programa concreto, aseguró, al tiempo que adelantó que su partido no cambiará la hoja de ruta debido a los resultados de las encuestas.
Ello no quita, como opinó el diputado de IU Alberto Garzón, una de las figuras jóvenes de mayor empuje en ese partido, que la organización haga una reflexión a nivel orgánico sobre los cambios demandados por la sociedad.
En opinión de Garzón, y la de muchos observadores de la actualidad, nada va a ser igual a como era hasta hace unos meses en la política española.
El primer resultado del vendaval es el fuerte golpe recibido por el llamado bipartidismo, dado por la alternancia en el poder del PP y el PSOE durante décadas, y la aparición de nuevas formas de organización, como Podemos o los movimientos Ganemos.
Estos, que se están estructurando con vistas a las elecciones municipales, se basan en la posible coalición de partidos como Podemos e IU con movimientos ciudadanos surgidos de las protestas callejeras y masivas de los inconformes en 2011.
De llegar a buen término esas gestiones podrán redundar en la incorporación a la política de amplios sectores disgustados con la forma de llevar el timón del país, pero alejados de los procesos electorales por falta de confianza en los partidos o de fe en el sistema.
Todavía está por ver la influencia de este factor en 2015, cuando habrá comicios municipales, regionales y generales, pero lo cierto es que el sismo político español abrió opciones para propuestas que parecían inviables hace sólo algunos meses.

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