Geomalabarismos: Proletariado y Burguesía

Lancémonos, temeraria, obnubiladamente, como el ignorante, el impertinente o el atrevido al mundo de la dialéctica cuántica. Exploremos el tácito diálogo entre dos “quantums” conceptuales dentro del mundo de las cargas repelentes: en este caso, el del proletario y el del burgués. Juan está triste porque al abordar el “microbús” la azafata le ha pedido, precisamente, su “pase de abordaje”, una complicación mas para su henchida “neurosis de acarreo”, una de las últimas determinaciones del insigne Maestro Vienés en materia de psico-patología.

Maximiliano, en cambio, casi es subido en vilo – por una “bola” de admiradores – hasta un asiento de “primera clase” en el moderno A380 de AirBus, el fabricante de aeronáutica avanzada.

Juan, el del “microbús”, viaja preocupado ya no sólo por el “pase de abordaje” sino por el de la vida misma: las “rutas” de los “microbuses” son operadas por maleantes que se turnan unos a otros el papel de chofér y el de asaltante.

Maximiliano, no tan preocupado, viaja de México a París por “Air Chance”, línea – él lo sabe – mucho mas segura que Air Malasia, acostumbrada a perder sus aviones con frecuencia alarmante, lo mismo sobre el Indico que sobre Ucrania.

La “rutina” de la jornada de trabajo – elevada impunemente por la burguesía de 8 a 12 horas – le espera a Juan en la transnacional hambreadora que no le paga la cuota de la seguridad social, exponiéndole a la letal “gripe sajona”, originada en un virus porcino “mutante”. Lo que no es “mutante” es el júbilo, la complacencia y la alegría de Maximiliano, extasiado en la contemplación de las esencias de la perfumería Francesa, envases de cristal estratégicamente colocados a la izquierda de su lujosa poltrona voladora. Maximiliano ahoga el suspiro que le produce la identificación de su loción predilecta: la “ Paco Satán”.

Mientras a Juan le agarra la diarrea durante el asalto “de rutina” a Maximiliano se le van los ojos y el apetito se le abre al revisar la Carta de alimentos vinos y demás. Un “emparedado” – así se oye mejor – de pan de centeno con rebanadas de jamón trufado y una copa bien servida de “Chablis” le será suficiente para calentar los motores de su apetito refinado. Con tantas comodidades, diversiones y refinamientos del servicio de “Air Chance” dan ganas de quedarse dos días seguidos a bordo, sobre todo bajo la atención esmerada de las azafatas.

Juan llega, por fin, a las 6.55 a las regaderas de la transnacional, explicando que, de nueva cuenta, fueron asaltados.

Casi al iniciarse el vuelo del A 380, de doble cubierta, Maximiliano se coloca los audífonos y se dispone a escuchar las “Gimnopedias” de Eric Satié, verdadero alarde de musicalidad Francesa, lo mismo que el “Claro de Luna” d Debussy que, a continuación, escuchará de la mano de la acústica perfecta de la electrónica al servicio de la felicidad.

Juan, sudoroso frente a su máquina y a la mitad de la jornada, espera el timbre que le llevará al comedor empresarial, lejos del ruido criminal que causa lesiones irreversibles al oído, con la complacencia y connivencia de la “Secretaría del Trabajo”. La comida de Juan estará regulada por la economía del maíz, del frijol y los nopales, preparados por los Chefs del comedor industrial para obreros preocupados, que habrán de morir prematuramente. ¡Proletarios del Mundo cuidado con Maximiliano!

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