Geomalabarismos: Bibliotecas Frankenstein

Bibliotecas mal concebidas y peor operadas en el D.F.

Vamos a describir las garrafales prácticas que se observan en las dos “bibliotecas” Vasconcelos de la Ciudad de México: la de la Ciudadela y la de Buenavista.

La biblioteca tradicional requiere un espacio que, además de agua, sanitarios, luz, calefacción , aire acondicionado y localización electrónica de libros, cuente con personal entrenado-el mínimo- para orientar a los lectores que aún no conocen ni el sistema ni sus instalaciones. Deberán colocarse gruesas alfombras que neutralicen las pisadas y contar con carros eléctricos silenciosos para mover, cuando se requiera, grandes cantidades de ejemplares. El aseo, en general, deberá realizarse durante la noche, sin lectores ocupando los espacios. La biblioteca no se utilizará como sala de tareas grupales, ni como aula ni como sala de enseñanza particular. No se permitirá el acceso a niños. Los lectores con identificación – en caso de duda –  deberán haber cumplido quince años de edad. Ningún empleado podrá llevar a las instalaciones amigos o parientes o conocidos menores de quince años. Para evitar la destrucción de las alfombras, quedarán prohibidos los zapatos con tacones puntiagudos. No se instalarán computadoras con acceso a Internet dentro de la biblioteca destinadas al uso del lector. Las computadoras personales propiedad de los usuarios podrán introducirse a condición de no emitir ruido o sonido alguno. Quedará prohibida la introducción de teléfonos celulares y, quien sea sorprendido operando alguno, deberá ser retirado por el resto del horario de las instalaciones. A los empleados no se les permitirá, de igual manera, el uso de celulares en las salas de lectura, descontándole el día  a quién opere el celular en esas salas. Las áreas de copiado y las de préstamo de libros a domicilio estarán separadas por dobles puertas respecto de las salas de lectura. Se eliminará a los policías uniformados como vigilantes. El vigilante adecuado deberá haber sido entrenado cuidadosamente y poseer un nivel de preparación mínima de bachillerato, verificando puntillosamente su certificado y cuidando que el nivel de calificación haya sido de 8 en promedio, jamás menor. Los vigilantes trabajarán continuamente circulando por los pasillos, callando a quién platicase o hiciera ruido, incluidos los propios empleados y vigilantes, quienes tienen la creencia equivocada de contar con autorización para violar la regla de SILENCIO TOTAL por ser empleados de la sala. Las risotadas y “chacoteos” de los vigilantes y empleados deberán ser sancionados por supervisores que cubran todos los espacios, retirando a quienes pierdan el orden y el auto-control durante un par de horas, recordándoles que el empleado es el primer obligado a respetar el silencio. Las personas astrosas y los viciosos no tendrán acceso a la biblioteca, incluidos los servicios sanitarios, convertidos en baños públicos por negligencia administrativa, especialmente en la Ciudadela. Ambas bibliotecas están asediadas por numerosos indigentes y delincuentes que no son controlados con efectividad. Los accesos o puertas externas si requieren la vigilancia de uniformados especialmente entrenados. Una vez controlado el tipo de gente que ingresa a la biblioteca, cesarán los robos de papel sanitario, jabón y accesorios de los sanitarios, como los seguros de las puertas, colgadores, las tapas y los asientos de las tazas y las llaves niqueladas. También cesará la destrucción y vandalismo de las instalaciones, especialmente al retirar a los policías uniformados, quienes deberían cumplir con sus deberes en las calles y no ser indebidamente alquilados por sus explotadores. El policía entrenado para la vigilancia de los accesos deberá contar con sanitarios especiales por separado. El flujo del personal administrativo deberá realizarse lejos de las salas de lectura y las oficinas deberán operar a gran distancia de las mismas. Todo lo hasta aquí apuntado como debido y urgentemente necesario es lo que ambas bibliotecas no tienen: priva una anarquía que se antoja perversa por intencional.  Y …..si así están las “bibliotecas” principales del sistema, imagínese Ud. las de presencia mas modesta. Para cerrar, dejen los burócratas de “Educación” y de Cona”culta” de abusar de la infraestructura dedicándola a eventos, celebraciones, saraos tanto públicos como privados, exhibiciones, presentaciones de todo tipo y actividades “culturales” que desvirtúan y deforman el funcionamiento de una biblioteca e impiden la lectura, actividad y acción necesarísima en un país que padece analfabetismo funcional galopante, por decir lo menos. En  la Ciudadela, el 70% de los libros se encuentran embodegados, pudriéndose FONDOS de valor irrecuperable, en tanto los malos funcionarios realizan sus negocios de alquiler de las instalaciones que deben dedicarse a la superación cultural de la CIUDADANIA.

Que Chuayfet y De Teresa recuperen los millones perdidos por CONACULTA  y frenen las ambiciones y el ánimo empresarial de sus subordinados operando y explotando el escaso patrimonio e infraestructura sustraídos de su objetivo lógico: LLEVAR LA CULTURA AL PUEBLO.

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