EVO MORALES ANTE LA DERECHA MEXICANA
La diplomacia mexicana se caracterizó durante años por su carácter pacifista. Su política de no intervención y el respeto irrestricto a la soberanía de las naciones, fue el sello distintivo de los gobiernos de nuestra nación hasta el arribo de los llamados gobiernos tecnócratas, quienes desdeñando el histórico papel de México en la política internacional, fueron erosionado con sus actos apátridas, la imagen nacional que con tanto esfuerzo construyeron personajes de la talla de Benito Juárez, Genaro Estrada y Alfonso García Robles, por mencionar a algunos.
La vocación de respeto a la autodeterminación de los pueblos nace con la patria misma. Durante la gesta de independencia, el prócer Morelos, definió con claridad en ese documento brillante que pasó a la historia como los sentimientos de la nación, lo que debería entenderse por soberanía. Adujo que la soberanía entendida como la capacidad de determinación, dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. Brillante concepción si consideramos que nuestra nación se encontraba en un proceso de formación. La soberanía establece sin tapujos que es el pueblo de cada nación, el responsable de su organización y de todo cuanto se emprende en él, por lo que la postura injerencista se descalifica por el propio espíritu del concepto.
Aunado a la concepción del respeto a la autodeterminación de los pueblos, nuestro país fue construyendo una visión de solidaridad para las poblaciones y personas que sufrieran persecución de orden político en sus respectivas naciones. Así, fuimos testigos del abrigo dado a León Davidovich Bronstein ( Troski ) quien salió de su patria huyendo de la persecución ejercida por el gobierno de facto de José Stalin y de los cientos de españoles que gozaron del asilo mexicano durante la dictadura de Francisco Franco.
Cientos de personas, han gozado de la solidaridad y hospitalidad de los gobiernos mexicanos cuando las condiciones políticas de sus naciones han puesto en riesgo sus vidas.
La postura referida creó una imagen de liderazgo diplomático en Latinoamérica. Cómo olvidar la orgullosa posición del gobierno Mexicano ante el ignominioso cerco político y económico impuesto por EU a Cuba, después del triunfo de la Revolución, liderada por Fidel Castro: México, única nación que desoyendo las exigencias se solidarizó con la isla a pesar de las oprobiosas sanciones económicas.
Nuestro pais ha ido configurado durante años una imagen de nación solidaria de las causas justas y respetuosa de la soberanía de las naciones. Por ello, extraña que ante el asilo otorgado a Evo Morales, un sector de la población identificada con la derecha, se manifieste en contra de dicha medida, argumentando razones que rayan en un racismo recalcitrante y mostrando las vilezas más detestables en aras de presentarse como una oposición contestataria al exigir que el gobierno mexicano reconozca al autoimpuesto gobierno de Bolivia, producto de la salida obligada de Evo Morales. La exigencia, sin duda, evidencía la ignorancia supina de ésos que sin el menor recato, ignoran principios básicos de la política exterior mexicana, orientada por la doctrina Estrada que a la letra dice en uno de sus principios «el gobierno de México no otorga reconocimiento porque considera que esta práctica es denigrante, ya que a más de herir la soberanía de las otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus asuntos interiores pueden ser calificados en cualquier sentido por otros gobiernos».
Líneas arriba señalé que en la actitud beligerante de la derecha contra el asilo de Evo Morales, se percibe una clara actitud racista. Esto resulta obvio, porque bajo el velo de un supuesto rechazo al socialismo, subyace el odio y desprecio ancestral que subyace en la mentalidad colonial de los que se conciben como entes con supremacía racial, pues mientras guardaron silencio a la protección ofrecida a Troski o los cientos de españoles, hoy se manifiestan rabiosamente por el asilo dado a un personaje de origen indígena.
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