Guillermo Robles Ramírez

¿Es mejor por aire o por tierra?

Por Guillermo Robles Ramírez

Hay gente que le tiene pavor subirse a un avión, por miedo de estrellarse o que simplemente tenga cualquier tipo de accidente ya sea en pleno vuelo, antes de despegar o en el momento de aterrizar.

Aunque estadísticamente hay menos riesgo de morir en un avión comercial, la gente piensa lo contrario, pero en verdad hay más eventualidades que lamentar viajando por vía terrestre que en el aire.

La empresa de transporte de pasajeros foráneos se ha convertido en el número uno, pero no en buen servicio, sino en inseguridad muy a pesar de que cuentan con dizque “certificado” de calidad y excelencia en su servicio.

Es común que sus unidades de buenas, a primeras sufran de accidentes como de incendios que se registran durante su trayectoria; causados por las malas condiciones mecánicas de la unidad.  Aunque en su exterior luzcan muy bonitos y llamativos gracias a una buena lavada de carrocería. Aun cuando infinidad de ocasiones no funciona el aire acondicionado, pese a venderse un servicio supuestamente de primera clase.

Si no son incendios de autobuses son los trágicos choque de frente de dos autobuses, ya sea por descuido por parte de los chóferes, siendo su motivo principal el cansancio. Pero este tipo de negligencias son negados por los dueños de estos camiones de pasajeros que al final de cada año dejan una cantidad enorme de muertos registrados en carreteras federales y autopistas.

Pueden enumerarse otros muchos percances en donde se ha expuesto la vida de sus pasajeros ya sea porque se salieron de la carretera por descuido o exceso de velocidad y falta de peripecia de los choferes pues confiados a que se conocen las carreteras como si fueran la palma de su mano, siendo esto una falsedad pues simplemente el deterioro de las carpetas asfálticas puede ser por causas naturales o provocadas por accidentes.

Pregonan mucho sus propietarios de tener el “certificado” donde se dice, al menos con letras, que es una empresa autobusera muy segura, pero no los hechos son otros.

Resultando incongruente dicha aprobación de calidad cuando los camiones carecen de cinturón de seguridad, también de salidas de emergencia para cualquier contingencia, así como su respectivo manual de qué hacer en caso de un accidente.

Tampoco cuentan con el conocimiento básico de primero auxilios y mucho menos de paramédicos; ya que no se sabe las condiciones de salud de cada uno de los pasajeros, si no más por mencionar entre los viajeros existen mujeres ya en sus últimas semanas de embarazo, gente con problemas cardiovasculares, etc.

Estos índices de accidente aumentan más cada vez que se acerca algún puente, simplemente la temporada de vacaciones con motivo de la Semana Santa, siendo éstas las primeras del año.

También la falta de medidas de seguridad que tienen estos transportes para los delincuentes comunes, ósea los raterillos que con una facilidad atraviesan un vehículo o cualquier otra cosa para obligar a que se detengan y se suben para asaltar a los pasajeros quitándoles no solo sus pertenencias sino barren hasta con papelería como las credenciales del INE, pasaportes o cualquier otro.

La falta de control que tienen las compañías de transporte para poder regular los levantones que hacen los chóferes durante el recorrido que es dinero extra para los choferes justificándolo para comprar sus cervezas. Esto solo es ganancia para los conductores y perdidas para el negocio, exponiendo a la vez a los pasajeros por no tener la certeza de quiénes son a los que suben una vez saliendo de las centrales camioneras y si a esto le sumamos que no sirven los detectores de armas instaladas en las centrales de autobuses.

Es ya tiempo que las autoridades federales del transporte den una revisada a las unidades de las empresas que están en las centrales de autobuses y aquellas que por alguna razón desconocida están instaladas ya sea en las entradas y salidas de las ciudades donde no existe espacio suficiente para la parada del autobús siendo éstos un simple local de renta de espacios muy limitados en donde montan un mostrador con dos o tres computadoras para la venta de boletos.

No es justo que en estos percances son los clientes o sea los pasajeros quienes tienen que cargar las culpas e irresponsabilidades de empresas que dice ser segura, pero que nada tiene de eso más que un simple papel en donde lo certificó una empresa privada y que cobra por extender esos “dizques” certificaciones engañosas pues muchos de esos no son para certificar normas de seguridad sino de calidad siendo estos los más fáciles de otorgar.  (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org

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