En medio de la guerra, Siria celebra su independencia nacional
Damasco, 17 abril (PL) Como desde hace tres años, hoy Siria celebra el aniversario de su independencia luchando contra intereses de centros de poder que buscan, una vez más, la extinción de su Estado.
El 17 de abril de 1946, hace 68 años, nació una nueva Siria tras décadas de ocupación colonial francesa. Pero aunque lo hizo mutilada territorialmente por los intereses occidentales según el tratado de Sykes-Picot de 1916, logró conservar sus milenarias bases histórico-culturales.
Hoy día, la versión moderna de la partición geográfica del colonialismo europeo, no sólo en el mundo árabe, toma forma bajo intentos de dividir según los diferentes credos a pueblos tradicionalmente multiculturales y multirreligiosos.
En Siria, donde salvo eventuales desencuentros la población practicó una ejemplar tolerancia y convivencia religiosa, varias potencias occidentales junto a sus aliados regionales han escogido el «frente religioso» como una de las vías para debilitar y derrocar el gobierno del presidente Bashar al-Assad.
Así, han perseguido la discordia entre la mayoritaria tendencia sunita del Islam entre los sirios, contra la secta chiíta, así como, con particular saña, hacia la minoría alauita, a la cual pertenece el Presidente.
En ese contexto, muchos de los grupos de irregulares armados que actúan dentro del país han escogido para sus agrupaciones nombres que evocan motivaciones religiosas, sin saber, o pretendiendo ignorar, que el apoyo que reciben de Washington o Tel Aviv obedece sólo a pretensiones económicas y geopolíticas.
TENDENCIAS DE UN ANIVERSARIO
En los inicios del cuarto año de guerra, este nuevo aniversario de la independencia nacional esta marcado por el avance estratégico del Ejercito Árabe Sirio sobre posiciones de los extremistas islámicos.
De momento los principales escenarios de combates se concentran en la franja occidental del país, la más poblada, desde las sureñas provincias de Deraa y Quneitra hasta las norteñas Latakia, Alepo e Idleb.
Al centro-sur de esa alargada zona, los grupos armados han sido desalojados recientemente de los principales pueblos y ciudades de la montañosa región del Qalamoun, fronteriza con El Líbano.
Con el avance de las tropas gubernamentales en Deir Attiye, al-Nabek, Yabroud, Rankous y Maloula, entre otras urbes, así como con el corte de los 18 principales pasos fronterizos ilegales que empleaban los irregulares para interactuar con su retaguardia en El Líbano, se frustraron los planes de dividir a Siria en sus regiones norte y sur.
Desde el Qalamoun, los llamados opositores armados pretendían asimismo, lanzar un previsto «ataque final» contra Damasco.
Mientras, en los barrios que rodean la capital, el Ejército ha iniciado otra ofensiva, más compleja por tratarse de entornos marcadamente urbanos, como las localidades de Mleha y Jobar, entre otras.
En un intento por revertir las victorias de las Fuerzas Armadas sobre los irregulares, Turquía apoyó una invasión de extremistas islámicos desde su territorio hacia el norte de Siria, en la provincia de Latakia.
Ankara llegó incluso a brindar apoyo artillero a la ofensiva de los irregulares armados, quienes tras pocas semanas de combates, fueron detenidos y desalojados de varios de los principales puntos que de inicio habían logrado ocupar.
No obstante esos avances, que de hecho marcan una dirección probablemente irreversible en la guerra, aún queda un camino bien largo por recorrer antes de que los extremistas islámicos, entre quienes se cuentan mercenarios de 83 naciones, sean finalmente derrotados.
La principal dificultad en ponerle fin a una guerra que ha costado más de 100 mil vidas es que países como Estados Unidos, Arabia Saudita, Catar, Turquía o Francia, no han renunciado a desmembrar al Estado sirio.
Es más, incluso de manera oficial, Washington ha entregado nuevo armamento a los irregulares armados, incluyendo relativamente avanzados misiles antitanque TOW.
Sin embargo, si algo vaticina el destino final de la guerra en este nuevo aniversario de la independencia, es la muy elevada moral entre las tropas gubernamentales, desde soldados rasos hasta altos oficiales, empeñados en preservar la patria soberana que heredaron de sus padres.
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