En espera justicia para las domésticas
Para los abogados laborales, entre sus múltiples consultas recibidas por ciudadanos quienes exigen un derecho laboral, seguramente una de las que suele ser el talón de Aquiles es aquella referente a los empleados de servicio doméstico con el pago de la prima de servicio y prestación social.
Muchas personas que dedican su trabajo en labores domésticas en el país ejercen dicho trabajo en millones de hogares mexicanos para poder llevar el sustento mínimo a su familia.
Una gran parte de éstas personas lo hacen de manera voluntaria, aunque también existen aquellos casos en donde llegan menores de edad sobre todo del sexo femenino, niñas que son arrebatadas por sus propios padres para entregarlas a familias adineradas con la falsa creencia de que tendrán una mejor calidad de vida mandándolas con sus únicas pertenencias abrazadas en el regazo que la mayoría de las veces simplemente caben en una caja de cartón.
Aun así esas pobres niñas separadas del seno familiar lo que les ofrezcan va más allá de lo imaginable, como es tres comidas, televisión con cable, radio, abundante agua limpia, los placeres del baño diario terminan por desdibujar cualquier añoranza con la familia.
Ese tipo de trabajo doméstico no se da a través de una agencia de colocaciones ni mucho menos, las redes son mucho más frágiles y pasan de generación en generación como hilos conductores. Ir a buscar una muchacha para el servicio es toda una aventura que inicia en la carretera y termina en intrincados caminos de tierra y lodo en el mundo huasteco o al pie de una cuesta intransitable donde hay que seguir a pie hasta el jacal.
En ambas situaciones o cualquiera que sea en donde éstas personas realizan labores domésticos, no cuentan en el país con derechos laborales y mucho menos con sus prestaciones como son el derecho a la salud o registro al IMSS.
En México después de tres años en donde la Organización Internacional del Trabajo publicado en el 2011 el Convenio 189 sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos el Gobierno Federal se compromete una vez más ha aprobar en el pleno del Senado, la obligatoriedad de otorgarles prestaciones sociales a las personas quienes realizan trabajos en los hogares.
En México desafortunadamente se ve éste oficio, no como un trabajo sino en su mayoría es visto como una obligación de la mujer en donde se le desconoce cualquier tipo de mérito. Ni a quién echarle la culpa porque por años ha sido una parte de la ideología mexicana en donde desde niñas se les enseña los quehaceres de las mujeres que por el simple hecho de ser unas nenas se les imponen “obligaciones de toda una mujer”. Todavía en la actualidad éste tipo de cultura les es impuesta en donde tal parece que la misión en la vida se trata el procrear hijos, atender a tu esposo, limpiar la casa, comida y todo aquel trabajo doméstico sin ninguna remuneración.
Hay otros casos que son hasta las mismas mujeres que menosprecian y humillan éste trabajo, sin considerarlo como tal, siendo muy frecuente en aquellas profesionistas que prefieren contratar una “chacha” para que haga éste trabajo. Tan discriminatorio se considera el trabajo doméstico en donde la incongruencia está en que prefieren buscar un empleo con tanto afán, para trabajar y poder pagarles a las nominadas “chachas” de la casa, sin importarles la merma de su sueldo pero bien orgullosas dicen: “Yo prefiero mil veces pagar que ponerme a hacer los quehaceres de la casa”.
Se ve en muchas familias mexicanas y en todos los niveles que ni siquiera los hijos aprecien uno de los trabajos más temidos por lo duro que es, prefiriendo en el mejor de los casos a manera de gratificación llevar a su esposa o pareja a cenar unos tacos.
En caso de aprobarse, toda aquella ama de casa también gozará de éstos derechos que por décadas se les ha desconocido, pero lo que es peor, valorado como tal, un trabajo igual de difícil que el de una oficina o cualquier labor dentro de una empresa. Así que ahora los maridos tendrán que ir aflojando el bolsillo y a registrar a sus cónyuges para que no infrinjan en un delito. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org
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