El Sendero de los Iluminados: No seas parásito

Por Alan Prado

Cuando enfrenté mis propias batallas internas, mi cuerpo ya había sufrido daños significativos debido a las quemaduras. ¿Y qué fue lo que decidí hacer? Convertí mi vulnerabilidad en fortaleza. Aprendí a aprovechar el calor de mi ser como un instrumento poderoso.

Sin embargo, tú ni siquiera logras controlar tu respiración al subir unas escaleras. ¿Qué tipo de guerrero podrías ser entonces? Ninguno.

Solo serías una carga adicional para la sociedad.  

《Si tu cuerpo no está preparado para la lucha, tu mente tampoco lo estará》.

Ten presente que, en un entorno de guerreros, los débiles solo existen para ser aplastados. 

«El verdadero desafío no radica en tu físico o tus relaciones sociales, sino en que careces de una razón clara para vivir».

En mi caso, mi propósito es definido: establecer un despertar colectivo en la sociedad, donde se privileguie la igualdad, la fraternidad y la sabiduría, terminar con las mentiras construidas doctrinarias disfrazadas benevolentes. 

Esto me proporcionó rumbo, poder y la determinación para enfrentar cualquier desafío. ¿Y tú, qué es lo que haces? Te levantas, trabajas, regresas a casa y repites el ciclo. ¿Acaso eso es todo? Si no posees un propósito que supere tu propia comodidad, no posees nada. Incluso el enemigo tiene la certeza de su motivo: proteger sus intereses y buscar redención por su pasado. Son hombres que viven según un principio, por más despreciable que este sea. 

No es necesario que sigas su ejemplo, ni que imites el mío. Es fundamental que establezcas principios, así como una dirección clara y concreta. No te conviertas en un barco sin rumbo que inevitablemente se hundirá.  

《Un hombre que vive sin un propósito no solo traiciona su existencia, sino también a todos aquellos que dependen de él》. 

¿Sabes qué es lo que más me indigna de los débiles como tú? Su creencia de que el tiempo está de su lado y que un milagro sobrenatural le salvara y restaurara en plenitud su vida. Piensan que pueden seguir malgastando sus vidas a la espera de que algo cambie y de que sus suplicas a los santos vestidos de oro, al fin llenaran de riqueza sus bolsillos.

《No hay milagros, ni salvaciones, ni un paraíso. Debes dejar de aferrarte a ilusiones》. 

Observa a los grandes guerreros; cada uno de ellos estaba dispuesto a sacrificar su vida por su propósito. Pero tú, ¿qué haces? Mirar deportes, celebrar los triunfos de otros y acomodarte en tus rutinas insignificantes, incarte ante los falsos sacerdotes de la mentira Santa esperando a que de manera sobrenatural se arregle toda tu vida. 

Mientras tú desperdicias el tiempo, otros lo aprovechan para volverse más fuertes. Te pregunto algo ¿Qué harás cuando esos otros te superen?

Segunda parte 

Alan Prado (AMEP 11:11).

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