¿Celebrarlo o mejor atenderlo?

Por Guillermo Robles Ramírez
Desconozco el motivo por el cual ciertas fechas conmemorativas o celebradas han ido perdiendo importancia. Pero no solamente eso, si no también el sentido de por qué se tiene que festejar, así como el origen o causa. Lamentablemente, el comercio, la publicidad y la mercadotecnia le han robado esa parte de la historia de procedencia, dándole un nuevo significado a la sociedad, reduciéndose a un día mercantil, es decir, si no existe consumismo, no es un día para festejarse.

Pero de manera social y muy independiente, el enfoque comercial o político dentro de los mexicanos es un día más para justificar reunión familiar, así como lo que sucede con aquellos días en que se celebra el padre, la madre, el abuelo, el estudiante y hasta el muerto.

Fechas llenas de folclore mexicano que muchas de las veces ni siquiera tienen un origen, como es el Día del Compadre, el Día del Condón, u cualquier otro a celebrar, el cual no aporta una historia o antecedentes que tenga impacto.

Pero a diferencia de los muchos días celebrados en nuestro país, el Día del Niño, tiene su origen y forma de existencia por una causa de derecho para prevalecer la justicia social en los menores.

Fue la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas quien llegó a la conclusión de que para darle formalidad a los derechos universales de los niños y recordarle a todo el mundo la necesidad de reafirmar la fraternidad y compresión entre los niños del mundo.

Es así que se le dedicara un día para hacer actividades que pudieran ayudar el bienestar de los pequeñitos, quedando establecido que cada país tenga un día para hacerlo.

En México quedó establecido el 30 de abril. Pero verdaderamente este acuerdo fue el 20 de noviembre de 1952, acordándose el propósito de su existencia.

Con el pasar de los años ha habido muchas modificaciones en los derechos y legislaciones en defensa de los menores de edad, es decir, para las niñas y niños; obviamente con sus adaptaciones jurídicas, dependiendo de cada país.

Pero para darle una recordada a quienes no saben cuáles son sus derechos que marca la ONU, los menores de edad hay que saber que tienen derechos. Muy simples, pero a la vez difíciles de llevar a cabo.

Todos ellos tienen el derecho a la vida, al juego, a la libertad y a compartir sus puntos de vista con otros, dar a conocer sus opiniones y manifestar sus ideas, a una familia, protección durante los conflictos, amados, libertad de conciencia, protección contra el descuido o trato negligente, la protección contra el trabajo infantil, información adecuada, protección contra la trata y el secuestro, conocer y disfrutar de nuestra cultura, protección contra las minas terrestres, protección contra todas las formas de explotación, a crecer en una familia que les dé afecto y amor, derecho a un nombre y una nacionalidad, a la alimentación y la nutrición, vivir en armonía, paz mundial, salud, no ser discriminados por sexo, credo, etnia o ideología.

Estos son algunos de sus derechos de manera internacional, pero si no son suficientes ante los ojos del mundo, también existen las constitucionales y estatales como en nuestra entidad, es decir, de Coahuila de Zaragoza en donde se establece que los menores de edad y adolescentes tienen derecho a ser protegidos contra toda forma de descuido, abandono, violencia, explotación y no ser sometidos a torturas, tratos crueles, inhumanos o degradantes.

En apariencia existe mucha protección para los menores, pero tristemente las instituciones que protegen al menor han tenido que atender abusos en contra de ellos y muchos de esos casos son desgarradores reconociéndole la valentía e interés de la protección de los pequeñines y para quienes laboran en esa dependencia estatales y municipales.

Existen leyes por todos lados, y funcionarios preocupados por el bienestar de los niños y niñas siendo un oficio que no se sabe si es bien pagado o no, si cuentan con el personal suficiente o equipamiento moderno para defender a los menores; pero de algo si estamos seguros de que la pasión de salvaguardar a tantos infantiles es más grande que fijarse en lo material.

De nada sirven discursos ni celebraciones en el día 30 de abril como: “son los niños y las niñas la esperanza de México”; pero para eso nosotros los adultos y las autoridades tenemos la obligación de abrirles ese camino y facilitarles todos los instrumentos necesarios con amor, compresión e iniciativa para que no tengan impedimento alguno de que son la esperanza de nuestro país.

La cultura de la denuncia, aunque se trate de menores de edad que sean ajenos, es decir, no necesariamente los hijos de tu cónyuge o familiar, puede ser de quien sea.  Pero al hacer la denuncia siendo un inicio para darles esperanza; porque difícilmente, un niño acudiría por sí solo a una autoridad para poner una denuncia, siendo este su primer impedimento para hacer ejercer su derecho, por la simple razón de no tener el conocimiento y la movilidad para acudir a la institución o autoridad que vela por la protección de los menores de edad.

Pero lo más importante es que no existe un instrumento para que esas niñas y niños no puedan acudir al Ministerio Público a levantar su propia denuncia sin la compañía de sus padres o tutor.  (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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