
El Sendero de los Iluminados: No seas parásito
Por Alan Prado
No posees propósito ni fortaleza, y lo más lamentable es que te resignas. Si estuvieras en mi entorno, serías una víctima más. Escucha con atención, ya que lo que diré es lo único que puede rescatarte. En el mundo en el que viví no había espacio para los débiles; en mi época, aquellos incapaces de defenderse eran aplastados y olvidados, tornándose irrelevantes. Aprendí a sobrevivir porque entendí una verdad fundamental: el mundo pertenece a los fuertes, no a los que se quejan. ¿Y tú, en qué posición te encuentras? ¿Te consideras fuerte o simplemente un espectador en tu propia existencia?
Empecemos por lo esencial: las personas que decides tener a tu alrededor. ¿Sabes cuál es uno de los errores más significativos que cometen los débiles?
Se rodean de individuos igualmente insignificantes.
Piensa en los grandes líderes a lo largo de la historia. ¿Acaso crees que eligieron a cualquiera? No, seleccionaron a los más fuertes, a los más temibles, porque un líder no puede permitirse la mediocridad en su entorno. Observa a esos grandes pensadores que lograron transformar sus ideas. Eran jóvenes débiles que se convirtieron en guerreros implacables debido a su potencial. ¿Y tú, quiénes son tus acompañantes? ¿Son amistades que solo comparten bebida y quejas sobre sus vidas? Personas que no te desafían ni te motivan.
《Si te rodeas de mediocridad, te transformarás en mediocridad》.
Recuerda que, cuando los grandes líderes y sus grupos enfrentaron grandes desafíos, cada uno de ellos poseía un propósito, una habilidad, algo que los hacía formidables. No eran solo compañeros; también eran las armas de esos líderes. Pero tú, por el contrario, confundes la compañía con el valor.
«Aprende esto: el círculo que te rodea define tu fortaleza».
《Si no hay alguien en tu vida que exija de ti lo mejor, ya has fracasado》.
Observa tu debilidad; te encuentras fuera de forma, incapaz de enfrentar un verdadero desafío físico. En mi tiempo, los débiles no tenían oportunidad de sobrevivir. ¿Sabes cómo terminé con mi cuerpo quemado? Porque luché por lo que creía hasta las últimas consecuencias, mientras tú te escondes detrás de excusas y abusas de la bebida mientras tu cuerpo se descompone.
Un guerrero necesita disciplina, pero tú ni siquiera puedes controlar lo que ingieres.
(Primera parte).
Alan Prado (AMEP 11:11)
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