
El Sendero de los Iluminados: Marionetas
Por Alan Prado
(tercera parte)
Lo más inquietante es que la domesticación no únicamente te aniquila a ti, sino que también afecta a tu entorno familiar.
Enseñas a tus hijos a someterse sin cuestionar, a silenciar sus sentimientos, a replicar lo que otros dicen.
《No estoy criticando a Dios ni a su creencia, sino a quienes se consideran una deidad》.
Existen personas bondadosas tanto dentro como fuera de la religión. La verdadera bondad no proviene de la repetición de textos sagrados, sino de la conciencia, la cual requiere reflexión.
Hay líderes espirituales que brindan asistencia a los necesitados, lo cual es digno de admiración, pero ¿te han enseñado a ser autosuficiente o a depender de ellos?
Aquí es donde fallan todas las justificaciones.
Si tu fe se basa en un ser humano, esto no es verdadera fe, sino una dependencia. Si tu bondad se fundamenta en la obediencia a un colectivo, no es auténtica bondad, sino miedo a la exclusión.
Si tu tranquilidad proviene de reprimir tus dudas, esto no es verdadera paz, sino una forma de adormecimiento.
No hay nada más sagrado que indagar por tu cuenta, no existe acción más divina que cuestionar lo que la mayoría acepta como verdad incontestable. ¿Deseas acercarte a lo espiritual? Hazlo con plena conciencia. Investiga, lee, compara, sal de tu zona de confort, hazte preguntas, debate contigo mismo.
«No seas un eco de otra persona, sé tú mismo».
El acto de pensar es un tipo de oración.
Cuestionar es un acto de reverencia.
Y decidir por tu cuenta es la más genuina expresión de gratitud por el regalo de la existencia.
Creer sin cuestionar es extinguir la chispa divina que te separa de un ser animal.
Cristo utilizaba parábolas para incitar a la reflexión. Buda permanecía en silencio para que observaras tu propia mente. Ninguno pidió que les veneraras como dioses, sino que buscaras despertar.
Sin embargo, los fanáticos permanecen dormidos.
Simplemente obedecen. Por eso repiten sin comprender, claman sin saber, y sostienen creencias sin haber investigado.
El verdadero maestro genera incomodidad. El falso maestro induce a la somnolencia.
El auténtico guía desea que lo superes. El falso anhela que lo sigas eternamente.
Alan Prado (AMEP 11:11).
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