El Sendero de los Iluminados: Marionetas

Por Alan Prado

(segunda parte)

Obedecer, tener fe es una búsqueda constante, es experimentar una necesidad genuina, no aceptar sin cuestionamientos lo que se presenta con apariencias atractivas.

Sin embargo, tú decides delegar el pensamiento a otros, prefieres que te indiquen cómo deben ser las cosas y asientes como un siervo que ha perdido su libertad espiritual.

Lo denominan obediencia; yo lo percibo como temor disfrazado de devoción.  

《La verdadera fe no debe evaluarse por la cantidad de veces que obedeces, sino por las ocasiones en que te levantas con plena conciencia》.  

Un individuo que cree sin reflexionar está más extraviado que un ateo que actúa de forma honesta, porque al menos el ateo admite su ignorancia y continúa buscando.

《En contraste, el fanático suprime su búsqueda de verdad con doctrinas superficiales》. 

¿Piensas realmente que Dios necesita seguidores ciegos? ¿Consideras que Buda anhelaba discípulos que simplemente afirmaran «sí, maestro»? ¿Crees que Jesús habría apoyado que siguieras a un pastor adinerado mientras tú luchas por cubrir tus gastos? 

Jesús puso en tela de juicio el sistema religioso, Buda dejó atrás su vida de lujo para reflexionar por sí mismo, Sócrates perdió la vida por hacer preguntas, y tú, tienes temor de pensar de manera diferente a tu grupo de oración. 

Y aquí radica la ironía: admiras a esos individuos, pero no reproduces sus acciones.  

Jesús no sacrificó su vida por obediencia, sino por cuestionar. Buda no alcanzó la iluminación repitiendo los deseos de su padre, lo logró a través de su auto-revelación. 

Si realmente te importaran, cuestionarías tanto como ellos. La gente no se encuentra siendo guiada, sino domesticada; se convierten en soldados sin voluntad, que repiten ideas vacías bajo la justificación de un mandato divino, con el fin de encubrir su mediocridad. No se permite cuestionar, porque al hacerlo, su estructura se desmorona. ¿Te das cuenta de este hecho? 

 Muchos utilizan la fe como un instrumento de control para mantenerte pasivo, empobrecido y sumiso, y tú, hasta ofreces gratitud.  

Eso no es fe, sino condicionamiento.

Cuando expresas agradecimiento hacia tu opresor por las cadenas que te atan, ya no eres un creyente, sino un prisionero complacido. 

Alan Prado (AMEP 11:11).

Deja un comentario