
El Sendero de los Iluminados: 0 expectativas
Por Alan Prado
Si alguna vez has experimentado una sensación de traición debido a que los acontecimientos no se desarrollaron como lo anticipabas, si has sufrido desamor, si tu familia te ha abandonado o si la sociedad no ha cumplido con su promesa de éxito, es importante reconocer que la cuestión no radica en la vida misma, sino en tus propias expectativas. Tiendes a esperar demasiado de los demás, y cuando la realidad se manifiesta de manera contundente, sientes frustración.
Tengo la intención de mostrarte cómo liberarte de esas ataduras mentales y alcanzar una auténtica libertad.
Si anhelas dejar de sentirte desilusionado y de ser víctima de tus emociones, te ruego que prestes atención. Te revelaré una verdad que suele permanecer oculta: esperar algo de los demás conduce a la desdicha. Reflexiona sobre ello, desde tu niñez te enseñan que si cumples con las normas sociales, todo resultará favorable.
Asistir a la universidad debería garantizarte un empleo exitoso. Si actúas como un buen amigo, se espera que te apoyen en tiempos difíciles. Si eres un compañero leal, tu pareja te corresponderá con fidelidad y cuidado.
Has sido condicionado a aguardar reconocimiento, reciprocidad y justicia, pero la vida no opera de ese modo. Puedes actuar adecuadamente y, aun así, el mundo podría decepcionarte. Te gradúas, pero el empleo no está disponible para ti. Ofreciste apoyo a un amigo en sus momentos más oscuros, pero cuando te encontraste en problemas, él desapareció. Invertiste todo en una relación, solo para ser reemplazado por otra persona.
Ante la incongruencia entre la realidad y el ideal que te vendieron, sientes frustración, ira, tristeza y traición. Lo más lamentable es que te conviertes en alguien amargado, con resentimientos hacia la vida y una incapacidad para avanzar.
La cuestión no es que la vida sea injusta. El problema es que esperabas que fuera equitativa. Aquí radica el verdadero veneno:
《Las expectativas constituyen un contrato mental que hiciste con la realidad, un contrato que esta última nunca aceptó》.
Cuando depositas tus esperanzas en que el mundo te tratará con benevolencia, te estás preparando para el sufrimiento, ya que no tienes control sobre las acciones de los demás ni sobre las fluctuaciones de la economía.
No tienes autoridad sobre la fidelidad de los demás. Lo único que verdaderamente puedes manejar es tu propia persona. La pregunta que surge es: ¿continuarás permitiendo que las expectativas determinen tu felicidad?
La clave para tu liberación es bastante sencilla.
《Deja de anticipar y comienza a comprender》.
Permíteme aclarar esto mediante un ejemplo. Si te encuentras con una serpiente cobra, no esperas que se comporte de manera amigable. No anticipas que se convierta en tu amiga. Eres consciente de su naturaleza. Sabes que si la tocas, te morderá. No la desprecias ni te sientes frustrado. Simplemente lo comprendes. Lo mismo es aplicable a las personas. No supongas que la sociedad te obsequiará un empleo. Nadie tiene la obligación de nada hacia ti. Si anhelas algo, debes esforzarte por ello. No asumas que tus amigos se comportarán lealmente por compromiso.
Algunos lo serán y otros no. Y eso es aceptable.
No esperes que tu pareja sea impecable. Ninguna persona lo es. Si algo no te agrada, aprende a reconocerlo antes de involucrarte demasiado. La esencia radica en percibir la realidad tal como es. No como tu deseo que fuese. Cuando dejas de anticipar, comienzas a actuar. En lugar de lamentarte porque las personas no son como pensabas, centras tu atención en lo que realmente puedes llevar a cabo. En lugar de desilusionarte porque tu pareja te ha fallado, tomas decisiones más acertadas en el futuro. En lugar de lamentar que el mundo es cruel, te adaptas y te conviertes en un maestro del juego.
No deseo que este texto sea meramente teórico. Quiero que te vayas con una mentalidad más fortalecida.
Por lo tanto, aquí tienes tres pasos para liberarte de la trampa de las expectativas.
Primero, acepta que la vida carece de equidad. La existencia no es un relato lleno de grandes y felices desenlaces. No hay finales felices asegurados. Deja de esperar justicia y comienza a forjar tu propio camino.
Segundo, observa en lugar de idealizar. Cuando conozcas a alguien, no te formes una imagen perfecta. Observa sus comportamientos. No asumas que será leal, que te asistirá o que te amará eternamente. Fíjate en sus acciones, no en sus palabras.
Tercero, concéntrate en lo que tienes la capacidad de controlar. No puedes influir en los demás, pero sí puedes gobernar tus reacciones, las decisiones que tomas y la forma en que construyes tu vida.
Cuando dejas de esperar y comienzas a actuar, adquieres la libertad. La mayoría de las personas jamás comprenderán esto. Pasarán sus vidas sintiéndose insatisfechas, culpando a otros por su desdicha, aguardando un mundo que jamás existirá.
Alan Prado (AMEP 11:11).
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