Ebola, una enfermedad asociada a la pobreza
La Habana (PL) Hace ya más de seis meses que comenzó un brote de ébola en Guinea Conakry, el cual se extendió rápidamente hacia otras naciones de África occidental. Desde entonces, dos mil 473 personas enfermaron, mil 350 de las cuales fallecieron por esta causa.
En solo dos días, la Organización Mundial de la Salud (OMS), reportó 106 decesos, 95 de ellos en Liberia, donde la situación es más grave y se considera vital contener la propagación del virus para controlar el brote.
Sierra Leona es el segundo país más problemático, de los cuatro afectados en África occidental. Se considera que en estos dos países la transmisión del patógeno es alta. En Nigeria, la situación está estable, aunque expertos consideran que la situación en la región es compleja. El número de contagios crece por día, y la enfermedad, que carece de tratamiento específico mantiene una elevada tasa de mortalidad.
Sin embargo, la exitosa aplicación de un suero en fase de investigación a dos estadounidenses que ya fueron dados de alta, abre nuevas esperanzas.
Conocido como ZMapp, el fármaco no había sido probado en humanos, pero dado la situación existente, la OMS aceptó el uso de tratamientos en investigación, con fines potencialmente terapéuticos o preventivos, con el objetivo de intentar salvar la vida de los pacientes y frenar la epidemia.
Por el momento se está utilizando también en pacientes liberianos con buenos resultados, aunque el mismo tratamiento fue administrado a un religioso español, quien no logró superar la dolencia y falleció.
Una enfermedad asociada a la pobreza
Por otra parte, Margaret Chan, directora de la OMS reconoció que el brote de ébola en África occidental es tan grande, grave y difícil de contener, debido a la pobreza.
En un artículo divulgado en la más reciente edición del New England Journal of Medicine, la experta asegura que las naciones más afectadas, Guinea, Liberia y Sierra Leona, se encuentran entre las más pobres del mundo.
Años de conflicto y de guerra civil dejaron severas secuelas en sus sistemas de salud, personas en gran parte destruidas o gravemente discapacitadas y, en algunas zonas, hay una generación de niños sin educación, señala el artículo.
En estos países, sólo uno o dos médicos están disponibles para cada cien mil habitantes, y se concentran en las zonas urbanas. Las salas de aislamiento e incluso la capacidad del hospital para el control de la infección son prácticamente inexistentes.
Son rastreados los contactos de las personas infectadas, pero no aislados constantemente para el monitoreo, aseveró Chan en el informe.
Indicó no obstante, que aunque la situación empeora, la respuesta mejoró en las últimas dos semanas. Llegó ayuda procedente de diversas organizaciones y la OMS vigila el brote para identificar áreas de transmisión y asegurar que la asistencia se coordina y distribuye rápidamente y racionalmente.
En tanto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, proporcionan apoyo sólido en el terreno, incluyendo la localización de contactos.
La experiencia dice que la enfermedad puede ser contenida, incluso sin una vacuna o cura, pero la combinación de pobreza, sistemas de salud disfuncionales, y el miedo en el trabajo, habla de un fin lejano, aseveró.
La comunidad internacional tendrá que prepararse para muchos más meses de asistencia masiva, coordinada y dirigida.
«Un mundo humano no puede dejar que la gente de África occidental sufra en una escala tan extraordinaria», concluyó la experta.
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