DICHO SEA DE PASO: ESTADO DE DESASTRE

El escritor Octavio Paz, decía con gran atino que la indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida.

Mucha profundidad tienen esas palabras, y es evidente la realidad que refleja el pensamiento del Premio Nobel de Literatura, sobre todo en estos tiempos convulsos, en los que la sangre está inundando el país.

Y es que tal parece que en este país la muerte se está convirtiendo en algo natural y los ciudadanos vivimos en un constante miedo y más allá de asustarnos con la sangre de los demás, estamos en un constante miedo de ser nosotros la siguiente víctima.

La realidad ha alcanzado ya al gobierno del presidente Peña Nieto, y queda claro que una parte importante de su plan sexenal, el del “México en paz”, está muy lejos de lo que dice el discurso.

Los casos recientes de violencia, son la principal evidencia de que las cosas están mal y el discurso presidencial, es un ejemplo de lo canalla que puede llegar a ser quien conduce los destinos de esta nación.

El presidente ha optado ante el terrible caso de la desaparición de estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, por el viejo discurso, ha prometido que no habrá impunidad, que nadie por encima de la ley, tope en donde tope. Las frases viejas que todos conocemos, el discurso rancio del viejo PRI.

El presidente lo hace en una conferencia de prensa, ante una prensa sumisa; monólogos de alta producción, donde no se permiten preguntas y que buscan sean convertidos en la verdad oficial.

El presidente descontextualiza su discurso. No se atreve a hablar más de lo que es el tema del momento, de la desaparición de 43 estudiantes en Guerrero, en una zona en la que el crimen organizado se ha metido hasta lo más profundo del gobierno.

El presidente no habla de la seguridad publica en la zona, se convirtió en un se convirtió en un apéndice del crimen organizado, donde a pesar de que Iguala se consideraba centro de operaciones de narcotraficantes, la autoridad federal nunca estableció una presencia permanente.

El presidente calla, respecto a la denuncia que desde hace meses, presentaron algunos perredistas, en contra del presidente municipal prófugo, ante la misma P.G.R. y tampoco habla de la desafortunada declaración del procurador, en el sentido de que la denuncia se archivó porque no se presentaron pruebas. Alguien debería decirle al procurador que su función es investigar los hechos y recabar las pruebas.

Pero quizá el más grande error del presidente, es ver lo de Ayotzinapa como un hecho aislado, sacándolo del contexto nacional. Se equivoca el presidente, cuando ve Guerrero, pero no ve Michoacán, Tamaulipas o Veracruz.

Pero lo más grave es que el presidente se niega a ver que la paz de la nación se le está escapando de las manos, que la tan presumida coordinación de las fuerzas estatales y federales, solo le ha redituado mayor cantidad de información para los criminales.

Se ha vuelto evidente la carencia de una estrategia nacional contra el crimen y la inaceptable presencia del crimen en los órganos de gobierno.

No sólo es el caso de Iguala, en donde el alcalde perredista es acusado de homicidio, y delincuencia organizada, y es, al parecer, el responsable de la desaparición y homicidio de los estudiantes normalistas. Es también el caso de los munícipes de Michoacán que han sido exhibidos en amigables convivencias con el líder del cártel local.

En ese estado, también fueron exhibidos el secretario de gobierno y en algún momento, gobernador interino y el propio hijo del gobernador, reunidos con el criminal al que aseguraban, perseguían.

El gobierno ha fallado, pues es un gobierno timorato, que camina con torpeza y que busca más los reflectores que los resultados.

Y es que lo que anda mal en este país, comienza en las instituciones. Como decía el escritor italiano Pitigrilli, “Los funcionarios son los empleados que el ciudadano paga, para ser víctima de su insolente vejación”.

Los terribles casos que vimos recientemente, nos muestran la verdadera situación del país. Un estado que no protege a sus habitantes, con un ejército que mata a sus propios ciudadanos. Un verdadero estado fallido.

Y es que en realidad, el gobierno de Peña Nieto, es un gobierno de saliva. Un gobierno de muchos discursos y pocas acciones. Y de esas acciones, muchas son verdaderas piezas teatrales.

La estrategia publicitaria del ejecutivo, nos presenta a un secretario de Gobernación, atendiendo a una manifestación estudiantil, bien organizada y convenientemente cercana al 2 de octubre, como una muestra de un gobierno distinto al de hace 46 años, pero que equivocadamente, accede a todo lo que los estudiantes del politécnico le demandaban. Al final, una acción sin resultados claros y si con muchos damnificados.

Increíble que los altos funcionarios, se olviden de la primera regla de un padre de familia: “cuando a un joven le das todo lo que te pide, siempre pedirá más”.

La respuesta gubernamental a las demandas estudiantiles, diciendo si a todo, fue tan espectacular, como inútil. Su saldo es un politécnico sin director, sin reglamento y sin un plan de estudios definido, pues se dijo que la SEP había cancelado el plan de estudios que originó la movilización, pero legalmente carecen de facultades para ello.

Así, el mejor instituto formador de ingenieros del país, parece navegar a la deriva, con un conflicto que parece desinflarse, pues en una semana la convocatoria a sus movilizaciones, pasó de 30,000 a sólo 6,000 manifestantes, tanto que en Gobernación se les cerró la puerta y se les remitió a la SEP, donde Emilio Chuayffet se ha convertido en un administrador de los conflictos, sin solucionar uno sólo.

Pasando la fiebre legisladora del ejecutivo federal, se tiene que enfrentar al México que se negó a ver en 2 años, el México violento, el México agobiado, el México con miedo y es muy preocupante que no tenga una estrategia para resolver lo que hasta ahora había ignorado.

La nueva estrategia anticrimen ha sido ineficaz, dejaron crecer a las autodefensas y se convirtieron en un nuevo cártel, el cual, para contenerlo, estúpidamente decidieron legalizarlo. Al enfocarse en la detención de los grandes capos, permitieron, por falta de estrategia, que las células entraran en guerra para obtener pequeñas plazas. Dieron manga ancha para que el ejército operara, permitiendo ejecuciones extrajudiciales. Tlatlaya es el caso más notorio, pero no el único denunciado.

La estrategia anticrimen, fue mediática, no operativa. Con gran estupidez, quisieron probar la profundidad del rio, metiendo los dos pies.

Maquiavelo decía que “Todos los estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes, han tenido el cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento”.

Enrique Peña Nieto, ha entrado en conflicto con el empresariado, por una reforma fiscal que les ha afectado, sin que se vean los beneficios prometidos.

La pobreza es un problema grave, que no se soluciona, sino que se administra como un negocio más de la clase gobernante y sus amigos.

La inseguridad es un lastre para la sociedad y para la economía. Preocupantemente miembros del parlamento europeo han pedido a la Comisión Europea que se interrumpa la negociación de la ampliación del tratado de libre comercio México – UE, hasta que en nuestro país existan muestras claras de avance en el respeto a los derechos humanos. Nos ubican en niveles similares a los países en que manda el extremismo islámico.

El Presidente presume un México que ya se atrevió a cambiar, pero la incompetencia de su gobierno, está moviendo el Estado Mexicano, al Estado de Desastre.

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