Desafío: Rabietas de MORENA

*Una duda que Crece
*Tragedia y Amnesia
*Rabietas de MORENA

Dialogamos, con frecuencia, con auditorios cargados de jóvenes universitarios. Hace unos días nos preguntaron si era factible, en la condición actual del país, ser felices. Les contestamos que motivos sobraban para acrecentar la paz interior –un buen matrimonio o una digna soltería, los hijos, los nietos que alegran y ablandan los corazones más fríos, la naturaleza y las aficiones convertidas en pasiones irredentas-, a cambio de una zozobra cada vez mayor por las vicisitudes de un gobierno y de una clase política, en general, a la deriva. En este punto aseguramos que es imposible alcanzar la felicidad plena sin justicia ni libertad. Y, por e4so, era necesario revisar el presente para meditar en cuanto está por llegar si permanecemos en el ostracismo, el conformismo y la ignorancia.
Los jóvenes estudiantes, por supuesto indignados por los sucesos recientes en Iguala que han vuelto a colocar a México en el plano y nivel de las naciones bárbaras a los ojos de la comunidad internacional, se sienten inseguros vulnerables y en ocasiones sin incentivos necesarios para cruzar la línea de la postración y convertir sus voces en una sola para clamar una perspectiva mejor para todos. Porque, sin duda, cuando hablamos de que nuestro país no tiene futuro, agobiado por conflictivas transexenales que los regímenes de paso son incapaces de resolver –de allí la torpe idea de vindicar al porfiriato creyendo que el extremo contrario es más favorable para los tiempos actuales, esto es cambio de nuestros derechos básicos-, llegamos a una conclusión: si no tenemos futuro, los universitarios, los preparatorianos y nuestros niños sencillamente NO existen. Aunque físicamente tengan cuerpo y conciencia, no tienen espacio ni pueden labrar sus destinos si nos dejamos llevar por la brutal negatividad y la frustrante caducidad. ¿Eso queremos para nuestros hijos y nietos? Sencillamente que sean como espectros sobrevolando los pantanos hasta que caigan irremisiblemente en ellos? El solo cuestionamiento, estremece.
Por supuesto que debemos ver más allá y esto sólo es posible si abrimos los ojos y derrotamos a los falaces quienes intentan, a toda costa, derrotarnos para crear un inframundo, el nuestro, para solaz de las grandes potencias universales dispuestas a engullirnos. Esto sería si no tuviéramos mañana. Pero lo tenemos: observen a sus muchachos (as), cada vez más avispados a pesar de que los juegos cibernéticos absorben no pocas de sus células grises –dicen que más bien las desarrollan pero eso me parece una banal publicidad-, y dispuestos –los hemos escuchado con rabia-, a terminar con cuanto les parece atroz en nuestro México: desde la aviesa y antiquísima corrupción hasta el escenario de nuestros días en donde los grupos subversivos proclaman su intención de “defender a la sociedad” guerreando contra los grupos criminales… y las fuerzas gubernamentales contaminadas en proporciones inimaginables. Basta decir que, desde hace más de medio siglo, todas las primeras familias han estado involucradas con los poderosos cárteles y sus derivados. Todas.
¿Acaso este tremendo desgaste, desde la cúpula, nunca iba a cobrarnos las facturas? Las hemos estado pagando desde los tiempos de díaz ordaz y echeverría cuando, a punta de represiones infames, silenciaron a varias generaciones de nuevos mexicanos. Tales fueron los costos civiles de los genocidios de 1968 y 1971 que acabaron por extender, de nuevo, el ominoso temor en cada uno de nosotros en ausencia de líderes –los que formaron el Consejo Nacional de Huelga fueron a parar al negro Palacio de Lecumberri, hoy rehabilitado como Archivo General de la Nación en donde pueden encontrarse crónicas terribles de lo que aquello fue-, porque las carreras políticas se cernían a la suprema voluntad mandante, en la misma línea como se distribuyen condados y ducados entre los imperios cuya razón de ser ya no existe aunque algunas rémoras del pasado los sostengan. ¿“Derecho divino de los reyes”? Por favor, seamos sensatos.
A México la demagogia y su aliada la corrupción nos colocaron en una situación irreversible. El poder se desangró a sí mismo con imposiciones absurdas que han vuelto a generar, y ya no sólo entre los jóvenes, una profunda indignación por la impotencia de encontrar caminos que nos lleven por otras rutas alejadas de cuanto observamos a simple vista. Secuestrar algunos camiones, por ejemplo, como protesta por las arbitrariedades permanentes, es motivo para asesinar a decenas de estudiantes bajo el fragor de la fuerza pública a las órdenes de los sicarios y de los capos con mayor cobertura y mucho mejor pertrechados. ¿Puede recriminarse a un soldado que procure no asumir riesgos cuando su nivel de vida es muy inferior al de los poderosos narcotraficantes a quienes, en buena parte de los casos, la pobreza les obligó a buscar refugio entre las mafias? Y no hablemos de ingresos porque las diferencias son extremas.
En tal circunstancia, por supuesto, es difícil, y demagógico, mostrarse optimista sobre el futuro. Se observan más nubarrones que cielos despejados. Esta es la verdad, dolorosa, a la que debemos enfrentar sin perogrulladas, ni poses ni, mucho menos, sectarismos llevados al extremo como el de algunas señoras burguesas que se dicen de izquierda porque consideran que se maltrata a MORENA por doquier, negándose a aceptar la menor crítica porque consideran que el nuevo partido puede ser la “salvación”, con no poco de misticismo de opereta. Por desgracia, si los partidos más antiguos nos han decepcionados, los nuevos van por el mismo camino de la mano de un personaje –respetable por su condición de líder capaz de aglutinar a millones de damnificados por las inmoralidades públicas-, que mantiene desde hace nueve años su condición de opositor radical y listo para salirle al toro de una tercera candidatura presidencial ahora con un partido propio, exclusivo, en donde el requisito para permanecer es nunca decirle que no a ninguna de sus propuestas; vaya, aunque no las haga como sucedió el domingo 26 de octubre a Zócalo repleto. Una enorme paradoja.
Por cierto, quienes exaltan a Andrés Manuel –de quien fui amigo durante años hasta que la arrogancia le alejó de cuantos con él iniciaron el andar; basta fijarse en quienes le acompañaron en 2006 y 2012 para encontrar más de siete diferencias-, olvidan que lo esencial de la democracia es, precisamente, el debate. Y más también: si se tiene la piel demasiado sensible ante las críticas, ¿ello augura que, en su caso, encabezaría un gobierno intolerante con el fascismo como último escalón? Por otra parte, aunque se le cuestione, ¿acaso no quería tener más ventanas y estaqr más presente en los medios? Aunque sea para cuestionarlo ha ganado esta batalla: la de ser publicitado con sólo señalar su nombre. Este columnista se precia de no haber dejado de analizar sus pasos en ni un solo momento, a veces para elogiarlo –coincido con sus discursos congruentes sobre la necesidad de preservar nuestro petróleo y nuestra soberanía y no lo hago si le escucho hilvanar incoherencias con una facilidad asombrosa sin llegar a conclusión alguna para luego lanzarse a la yugular de quienes le cuestionan por su falta de seriedad-, porque estoy consciente de su enorme capacidad de convocatoria, mayor a la de cualquier dirigente latinoamericano. Y ya es decir. Siquiera por respeto a sus simpatizantes, millones de mexicanos, es obligado mantenerlo en el aparador público; no hacerlo es como pretenden tapar el sol con un dedo. ¿Queda claro?
Lo curioso de este personaje, sin duda, es su capacidad para ser querido y denostado casi en la misma proporción. Si millones le siguen de manera incondicional, también millones le repudian en similar proporción lo que complica, claro, la posibilidad de una victoria en las urnas, más cuando, a través de su ya longeva carrera política no ha logrado evitar la recurrencia de las mañas de sus adversarios ni las veleidades de los órganos electorales, siempre motivo de prejuicios bastante justos. Con cuanto ha invertido en recorrer el país no sé cuantas veces –es el mexicano, sin duda, que mejor conoce a su patria-, podría haber dedicado parte a confrontar aquellas reglas del juego político que resultan execrables como, por ejemplo, el triunfo permanente de una minoría –tal ocurre desde 1994 cuando el PRI ya no pudo conquistar la mayoría absoluta de manera oficial; antes tampoco pero se las ingeniaban en mantenerla como lo hizo el nefasto bartlett, asesor actual de López Obrador, cuando con cinismo inaudito alegó, abierta la corbata y con la camisa arremangada, que se le había ¡caído el sistema! Y con ello compró la secretaría de Educación y posteriormente el gobierno de Puebla rindiéndose ante el PRI defraudador.
¿Acaso no debería inclinarse Andrés Manuel por las segundas vueltas electorales? Pero no lo hace porque considera, como nos dijo en su momento su lacayo Martí Batres, que en tal caso “la derecha sumaría y nos derrotaría”. ¿Pues no se trata esto de impulsar la democracia y no la conquista del poder por el poder mismo? Queda aquí la reflexión. Y seguimos hablando de López Obrador porque es, desde luego, la figura más destacada de la oposición, quizá de toda la clase política.
Debate
En tiempos de echeverría se caricaturizaba la inclinación de éste por atender a las permanentes víctimas de los desastres naturales. Desde esta época, el populismo se centró en las fotografías que reflejan el histrionismo de los gobernantes a quienes no les importa meterse en los cauces de los ríos, destruyendo sus pantalones y zapatos de marca, con tal de asegurar su inclinación por la “justicia social”.
En la actualidad los meteoros han sido substituidos con las tragedias sociales derivadas de la ocupación territorial que ejercen las grandes mafias contra las que no puede el gobierno de la República por una sencilla razón: están donde están para mantener el equilibrio de los mercados de las drogas, sobre todo el mayor en Estados Unidos, a costa de la sangre derramada en México. En menos de dos años, el actual régimen federal ha sumado cincuenta y siete mil cadáveres más a la estrategia de guerra que, hasta el momento, no ha rendido frutos: las fuerzas armadas se concentran en una ciudad, la limpian en apariencia y se van hacia otro punto de la geografía nacional mientras reaparecen en los puntos supuestamente “saneados” los mismos, deplorables criminales.
Podría decirse, aunque suena a frivolidad rampante, que una tragedia saca a la otra, como cuando nos referimos a los clavitos. La matanza de Tlatlaya, por ejemplo, debió dar lugar a la renuncia del secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, así como el drama de Iguala sirvió para cortarle la cabeza a ángel aguirre rivero y llevar a la gubernatura a Rogelio Ortega Martínez, un antiguo guerrillero, siguiendo las líneas iniciadas por algunos mandatarios sudamericanos que dejaron las armas para tomar la batuta de la Presidencia, entre ellos Lula da Sila y su sucesora Dila Rousseff además, claro, del nicaragüense perpetuo Daniel Ortega y los hermanos Castro de Cuba.
Pobre México tan rebosante de simuladores.
La Anécdota
No se molesten tanto los simpatizantes de MORENA cuando mencionamos a López Obrador para bien o para mal. En cualquier caso, estamos pendiente de él y le brindamos nuestros espacios. Es curioso: cuando elogiamos alguno de sus pronunciamientos –debemos tener en cuenta de que mantiene su perfil de candidato desde 2005, nueve años largos ya-, se habla de que estamos sumándonos “a los enemigos del gobierno y a los radicales”; y si lo cuestionamos, enseguida nos llueven –literalmente- las descalificaciones porque nos hemos “sumado a la campaña vil contra un hombre digno”. ¿Entonces debemos callarnos, como si retornáramos al fascismo con todos sus vericuetos?¿De eso se trata la democracia nueva al impulso de sujetos como bartlett, salazar mendiguchía, ricardo monreal y otros célebres predadores más?
No puede salvarse Andrés Manuel rodeado de tales compañías. Aunque nos crucifiquen al decir lo anterior sus dañinos, rencorosos y tuertos incondicionales. Más lo perjudican exaltando intolerancias que no caben en el debate democrático.
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Web: www.trinchera.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
SER OPOSITOR TIENE SUS RIESGOS Y NO SÓLO BIENAVENTURANZAS. PUEDE CAERESE EN EL SIMPLISMO CON UNA ENORME FACILIDAD O EN EL INÚTIL RADICALISMO DEL “TODO O NADA”. PERO TAMBIÉN PUEDE SER ÚTIL SI SE TIENE UNA VOZ QUE SE PROLONGUE HACIA EL CAMBIO, POR EJEMPLO DESDE EL SENADO O LA CÁMARA BAJA, SITUACIÓN QUE HA DESPRECIADO SIEMPRE ANDRÉS MANUEL A TRUEQUE DE PERMITIRLES A LOS SUYOS ESTAR EN LA LÍNEA DE FUEGO. ESTOY SEGURO DE QUE LÓPEZ OBRADOR HUBIERA SIDO MUCHO MÁS INFLUYENTE EN LAS DECISIONES GENERALES ENCABEZANDO A LOS DIPUTADOS Y SENADORES DE SU FILIACIÓN QUE POR FUERA DE ESTOS ESCENARIOS. ES UNA SUGERENCIA DE CARA AL 2015.

 

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