Desafío: La Libertad y AMLO

*La Libertad y AMLO
*Los Chascarrillos
Por Rafael Loret de Mola


Malos tiempos para hablar de libertades y no de supersticiones como las que auguran con insistencia, a estas alturas, un cambio desde el timón de mando bajo la presión popular, la de quienes no son fanáticos tuertos, amén de algunos empresarios silentes y no pocos mandos militares –éstos disgustados porque un general, Luis Cresencio Sandoval, de menor edad que otros, fue designado como secretario de la Defensa Nacional-, y catarsis incluso del nivel de un golpe de estado encabezado por el impresentable Salinas de Gortari o acaso por la unción diabólica del peor PAN que ya se tragó al PRD. La incertidumbre, otra vez.

Insisto en que lo preocupante será la conducta que adopte el presidente respecto a diversos sectores de la sociedad, si bien a las empresas constructoras gigantes las trató bien en principio, prometiéndoles concesiones para trasladar actividades de Texcoco a Santa Lucía y mantener en su nivel los ingresos superlativos. El guiño no sirvió, se diluyó en la nada como el operativo fallido en Culiacán, espejo sombrío de la 4T.

Protección asumida hasta las últimas consecuencias, en la rayita entre la justicia y el paternalismo chantajista, por desgracia, una postura muy similar a la que adoptaron los gobiernos priistas tras la transición de uno a otro en la que siempre volaban los salientes –salvo excepciones-, y los entrantes se desquitaban de lo lindo.
En fin, otro de los grupos sociales maltratados de palabra, y en este caso sin salidas previsibles, es el de la información en todos sus niveles. No me gusta para nada la perspectiva en plena guerra de descalificaciones y acosos presidenciales. Debe recordar el de arriba que la libre expresión no debe ser mancillada, en ninguna condición, por las circunstancias ni las rencillas tan largas como la búsqueda de la Presidencia que comenzó, para Andrés, en 2000. Al respecto, el presidente ha referido:

1.- “No seré un dictador”. Menos mal que lo aclara aunque, muchas veces, las palabras tratan de ocultar la profundidad de los sentimientos.

2.- “Habrá libertad de expresión”. Por desgracia este ideal no ha sido demostrado sino, al contrario, vulnerado con los frecuentes diferendos del propio Andrés a quienes cubren, con frenesí, sus incondicionales, fanáticos, hackers y bots en las redes sociales donde tiene gran dominio de escena. Más bien perturba su hipersensibilidad ante la crítica y su indignación cuando se exhiben verdades incómodas que, según el protagonista, dañan su proyecto político o a su imagen intocable y cercana a la perfección.

3.- “Tendremos derecho de réplica”. Aquí se equivoca. El presidente de México debe respetar la disidencia, no combatirla ferozmente; y NO puede ejercer la crítica porque no es su papel, desde el palco de la autoridad, y carece de funciones específicas para ello porque, claro, nunca un informador podrá estar a la par con quien ejerce la totalidad del poder. Si quiere ser un crítico, como lo ha sido por dieciocho años y más, entonces aléjese de su alto encargo y combata la corrupción y los desvíos del gobierno. No en su papel de “primer magistrado” porque ello no cabe cuando requiera hablar el lenguaje diplomático y el propio de un mandatario destinado a unir y no a desunir las piezas del México místico. No es papel suyo imponer apodos, menospreciar a los que difieren –sea por cualquier causa y no sólo por estar al lado de intereses ajenos a los de la patria como él encasilla-, y lanzar a sus perros de caza a la persecución de los que pretenden ejercer su libertad de expresión, contradiciendo así su promesa segunda.

La sociedad que no está cegada por el deslumbramiento de la utópica cuarta transformación sino que pondera y analiza las palabras y conductas del presidente es la que liga su animadversión a la crítica con el secreto propósito de estructurar una indeseable dictadura, disfrazándola, a la que me opondré siempre, incluso al precio de mi vida.

Seriedad, Andrés. Y congruencia. Menos retórica provocadora y más actuar democrático. Usted lo ofreció cuando el virus del poder no le ensoberbecía como ahora.

La Anécdota

A Vicente Fox se le reprochó el uso frecuente de chascarrillos ofensivos para dirigirse a quienes no estaban con él. ¿Es ésta la perspectiva que hizo suya el presidente desde el comienzo de sus funciones hace casi dos años? Lamentablemente, voy confirmando la sentencia de un viejo amigo sobre la clase política mexicana:

–En nuestro país los mayores antagonistas acaban por parecerse uno al otro hasta en el modo de andar y de expresarse.

Como no queremos, de modo alguno, otro Fox, inculto y prepotente, en la silla presidencial, sugerimos a Andrés Manuel hablar menos –ya convertido en otra “chachalaca”-, y ponerse, en serio, a resolver la enorme problemática del ahora, pandemia y economía juntos.


E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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