Desafío: Gabinete al Agua

*Gabinete al Agua
*No Conoce México
Por Rafael Loret de Mola


Dos años son bastante para hacer un primer análisis del amorfo gabinete presidencial –no hablemos del ampliado por ahora para no desviarnos demasiado en los titulares arcaicos-, encuadrado en un sinfín de contradicciones que revelan, más allá de todas las dudas y as defensas oficiosas, las constantes indecisiones y/o contradicciones del presidente de la República capaz de dar tres versiones distintas sobre un mismo tema cada día.

En fin, ya se ha visto el peso de la supuesta “lealtad” de Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación y jefa del gabinete de facto –el término no existe pero hasta hace un sexenio aplicaba-, quien prefirió renunciar a su sueldo como funcionaria en curso que a su pensión vitalicia, cercana a los 260 mil pesos mensuales, con tal de evitarse una confrontación con sus antiguos compañeros de la Suprema Corte de Justicia a quienes, según se evidencia, guarda más fidelidad que a su jefe en curso: el primer mandatario.

Doña Olga, por muy virtuosa que aparezca en cuanto a sus academias y cargos en el poder judicial, no es muy política ni tiene interés en serlo; por ello, naturalmente, sus subsecretarios, entre ellos Alejandro Encinas, hacen la tarea comunicándose directamente con el depositario –no dueño- del Ejecutivo.

Otro funcionario que sufre lo suyo es el secretario de Hacienda, Aturo Herrera Gutiérrez sustituto de Caros Urzúa, para tratar de enderezar los entuertos creados por las inconsistencias sobre el “cancelado” aeropuerto de Texcoco y la creación de bonos para comprar los contratos millonarios establecidos de antemano que suman más, mucho más que el supuesto ahorro de cien mil millones de dólares de acuerdo a las estimaciones presidenciales un tanto fuera de la realidad… como en el caso del célebre avión “José María Morelos” puesto a la venta antes de enterarse el ofertante que era sólo arrendado como los automóviles dados en comodato a los altos funcionarios de las grandes y prósperas, siempre, empresas privadas; para ellas no hay colores partidistas.

Ahora, Herrera se encuentra en el dilema de ajustar cuentas dispares, presiones externas de gran calado, propuestas con grado de inmediatez y rezagos hijos de las malas administraciones precedentes pretensas al perdón presidencial no concedido por la inmensa mayoría de los mexicanos; aunque ya algunos, decepcionados, comienzan a revertir su rencor por el pasado en añoranza absurda y poco sustentada ante la incertidumbre creada por los funcionarios de López Obrador.

Y por el estilo se encuentran el responsable de Comunicaciones, Jorge Arganiz Díaz Leal –otro aristócrata-, y el de Turismo, Migue Torruco Marqués, consuegro de Carlos Slim Helú, quienes ya eliminaron diferencias que antes sostuvo el ex titular de la primera dependencia, Javier Jiménez Espriú, con todo y el coronavirus del sucedáneo, sobre el uso potencial del pretendido aeropuerto de Santa Lucía que proveerá de dos pistas más a la Ciudad de México la única urbe del mundo capaz de dejar a medias una obra gigantesca, la de Texcoco, por la infecta corrupción galopante ahora trasladada a la otrora base militar. Al señor Arganiz lo colocaron en ese puesto para prestar fidelidad al Gran Tlatoani arrodillándose ante él.

Cada vez el gabinete de la “cuarta transformación” se parece más a la Corte de Versalles con sus caravanas incesantes y sus holgazanes adheridos como sanguijuelas a quien detenta el poder.

¡Y ahora llega triunfante Tatiana, la hija del gran Maquío, a la Secretaría de Economía siendo licenciada en Lengua Inglesa! ¡Ay, Tía Tatis!

La Anécdota

Antes de convertirse en jefe de gobierno del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador me externó una convicción muy arraigada en él:

–Mi mayor preocupación será entenderme con un sujeto que no conoce México y lo observa, simplemente como una empresa en donde no caben los equilibrios sociales sino los intereses de los patrones.

Se refería, claro, a Vicente Fox sin saber aún que sería acompañado por Marta Sahagún, la ambiciosa que sigue esperando los haberes de ex presidente en una comunión de intereses personales muy complejos.

Por desgracia, en cuanto a chascarrillos, motes, frases supuestamente coloquiales y decisiones viscerales, los adversarios del 2000 –cuando AMLO ganó la jefatura de Gobierno del entonces DF- y 2006 se están empezando a parecer mucho. Cuestiones del destino.


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