Desafío: De los Infiltrados
Las organizaciones no gubernamentales suelen tomar mayor importancia cuando los vacíos de poder se ahondan y la credibilidad oficial ronda por los suelos. Es el caso del presente. Para desgracia nuestra, el presidente de la República y los miembros de su gabinete paracen dar mayor importancia a simular que luchan arduamente por atraer inversiones -cuando la falta de seriedad fue desnudada por los empresarios chinos que ahora reclaman una fuerte indemnización por los gastos «no recuperables» tras la adjudicaci{on cancelada para la construcción del ferrocarril rápido entre la capital y Querétaro-, que a la galopante crispación social cuyos efectos pueden ser devastadores contra el régimen en curso.
Es un hecho, y lo repetimos, que buena parte de la sociedad mexicana quisiera librarse de peña nieto; y que otro sector solicita, primero, resolver los entuertos creados por la administración actual, sobre todo los relacionados con la violencia desatada y los intolerables actos represivos, antes de retirarse por incapacidad; y unos más alegan que cuando llegue diciembre, peña podrá solicitar licencia, agobiado por sus males físicos, sin comprometer a su partido a enfrentar elecciones anticipadas para la Presidencia. De hecho, sólo le falta una semana si se trata de evadir, una vez más, la soberanía popular a través de la expresión de la voluntad cívica.
El caso es que únicamente un puñado de panegiristas estima, con una ceguera total, la prefabricación de sendas trampas «en contra del presidente» para convertirlo en protagonista de todos los dramas como «si fuera gendarme de Iguala». Esta hipocresía podría exonerar, igualmente al repulsivo mandatario con licencia de Guerrero, ángel aguirre rivero, al secretario de la Defensa Nacional e incluso a la llamada «pareja imperial» Abarca-Pineda Villa por ahora bajo la asfixia de la cárcel en tanto, lentamente, se cocinan sus nexos tratando de evitar que tales lleguen demasiado arriba entre las jerarquías políticas.
En la misma línea, la de la impunidad, se dio la información sobre la socorrida casona de La Palma, en Sierra Gorda números 150 y 160, propiedad -se dice- de la primera dama como resultado de sus ahorros y créditos bonancibles, si bien una de ellas fue cedida por Televisa a los diez días de formalizarse el matrimonio del entonces gobernador peña nieto y de la celebridad de las pantallas chicas, Angélica Rivera Hurtado. Por lo general, los mandatarios solían invertir en sus futuras casonas en el último año del sexenio so pretexto de encontrar un lugar donde vivir de acuerdo con la condición de ex presidentes. ¿O acaso el señor peña nieto está pensando, en serio, en retirarse muy pronto? De ser así nos saldrían baratas las residencias.
Más allá de frivolidades y notas para las revistas rosas -una de las malas ideas importadas de España en donde la aristocracia parece estar siempre en un escenario teatral para solaz de los plebeyos, es decir la «prole» en el vocabulario de Mónica Peña-, la realidad indica que si durante el oscuro sexenio de calderón las cifras de las mismas ONG situaron en cien mil el número de víctimas y en diecioco mil el número de «desaparecidos» -por desgracia el transcurrir del tiempo es una paletada sobre los sepulcros, aunque tal no se acepte, explicablemente, por quienes sufren las ausencias expandiendo el rencor-, en cuanto va del sexenio peñista, dos años, existe registro de cincuenta y siete mil muertos como consecuencia de la guerra intestina entre mafias más nueve mil personas cuyas ausencias parecen inexplicables para la autoridad.
Es lo anterior lo que se sitúa, desde luego, en el nivel de la mayor impunidad, inaceptable en todos los sentidos, causa de la proliferacón de las punibles acciones, tantas veces bajo la protección de una autoridad coludida. Como los asesinatos y secuestros no son castigados ni perseguidos judicialmente -salvo contadas y escandalosas excepciones como la de los normalistas de Ayotzinapa y los civiles masacrados de Tlatlaya-, se recrudecen y repiten las vandálicas «estrategias» para silenciar las voces de la protesta.
Esta es la tesis, muy válida, de las ONG que buscan explicaciones al desarrollo imparable de la barbarie. La única certidumbre es que nada le ha salido bien a peña nieto en este renglón. Ni la baja de la Secretaría de Seguridad Pública, ni la Comisión adherida a la rebasada Secretaría de Gobernación, ni la Gendarmería Nacional sólo útil para mostrar el maquillaje en los desfiles muy al estilo de «Toy Storie» y los soldaditos verdes, ni los consejos del colombiano Óscar Naranjo Trujillo, han tenido proyección y buenos resultados; por el contrario, al andar el tiempo se ha evidenciado que las pretendidas «soluciones» se las ha llevado el viento de un solo tirón. Y ya no parece tener peña más falsos ases en la mano.
Bueno, sí: le falta una sola jugada, la misma que nos adelantó cuando lo entrevistamos en sus oficinas de la representación del Estado de México a principios de 2010 -con motivo de la elaboración de «2012: La Sucesión», mi última obra en la censora Océano-. Nos dijo que pretendía formar una policía de elite, al estilo de la DEA estadounidense -no sabemos si para espiar al resto del continente y a la Unión Europea, expresado con sarcasmo-, con centrales útiles para la localización de criminales, cárteles y todo tipo de bandas. Ya para entonces se contaba, además de CISEN, con un búnker blindado sobre la avenida Constituyentes, en la ciudad de México, para solaz y divertimiento del inalcanzable genaro garcía luna. Me quedó la duda sobre si quien ya parecía el «futuro presidente», obviando los sufragios, tenía o no conocimiento de los mismos.
Tras los vergonzosos sucesos de Iguala y Cocula, en donde cuarenta y tres jóvenes, fueran o no rijozos, fueron reprimidos, perseguidos, asesinados y quemados vivos, después incinerados aunque las condiciones metereológicas -una fuerte lluvia y la consiguinete humedad- no posibilitaban prender una gigantesca hoguera durante catorce horas para, supuestamente, desaparecer los rastros de los crímenes abominables. Y a todo ésto hay quienes consideran el tramado como «una trampa» para aumentar el rencor hacia peña nieto y no fruto de la criminal negligencia del gobierno estatal y del federal en una región de alto riesgo y supuestamente controlada por la XXVII Zona Militar bajo el mando del general Juan Manuel Rico Gámez, quien explicó las omisiones de su tropa, durante las jornadas del 26 y 27 de septiembre de 2014, por considerar que perseguir a los «provocadores» era una función propia de la policía municipal… asociada con los narcos de «Guerreros Unidos». El círculo de la impunidad se cierra.
¿Acaso no existen suficientes elementos para procesar al comandante de la zona militar al igual que exigir la renuncia del secretario de la Defensa, general Salvador Cienfuegos Zepeda, además responsable principal del ocultamiento venal de la masacre de Tlatlaya, en el Estado de México? Y, por supuesto, no puede olvidarse que en la línea de mando es el Comandante Supremo, esto es el presidente de la República, el primero. Y es por ello, y no gratuitamente, que la exigencia múltiple -me atrevería a decir mayoritaria-, señala la salida de peña para comenzar a recomponer las heridas sobre el tejido social antes de que sean mortales de necesidad. Ya estamos casi desahuciados y no lo entienden así en la cúpula gobernante.
Por supuesto, peña y sus asesores desdeñan la propuesta de un plebiscito popular, necesario para atemperar el rencor generalizado, y siguen dejando correr los meses lastimosamente sin querer percatarse de hasta donde llegan ya los medidores de la repulsión. El dolor por el fraude comicial de 2006 se ha quedado muy pequeño y ésto no es para celebrar verbenas en Palacio ni para exhibir mansiones hollywoodenses en una metrópoli tan dañada por los desequilibrios clasistas y por la consante pérdida del poder adquisitvo.
Debate
El general Salvador Cienfuegos publicitó su malestar porque consideró que, con las críticas recibidas, no se amedrentaría al ejército: éste tiene las armas; nosotros sólo el verbo. Unos días más tarde el presidente peña advirtió que, como último recurso, podría utilizarse la fuerza porque tal está dentro de las funciones del Estado -más bien del gobierno-, interpretándose sendos asertos como veladas amenazas contra la sociedad civil y su creciente malestar.
El hecho es que también las manifestaciones pidiendo justicia están amenazadas, no sólo periodistas y líderes sociales, bajo el flagelo de los llamados «anarquistas» o «radicales» cuya presencia NO es avalada por ninguna de las organizaciones ni partidos políticos; al contrario, éstos insisten en que son «infiltrados» por el gobierno federal para deshacer marchas y plantones. Es, por desgracia, lo más probable y con ello se daría otro elemento para considerar que vivimos bajo una estructura fascista, no solamente facciosa, en la cual el círculo del poder pretende ponerse a salvo sin detenerse en el número creciente de víctimas inocentes. Pero la historia demuestra que las matanzas y las traiciones de Estado siempre revierten en contra de zares, reyes o presidentes autócratas. Es el caso.
Con lo anterior aumentan los gritos que no sólo pretenden justicia sino que exponen la salida de peña nieto como parte de ella, dada la incapacidad del gobernante para paliar los tremendos desafíos del presente. A decir verdad, en fechas recientes, la apoteosis de sus reformas -tan aplaudidas por el sector empresarial y repudiadas por los mexicanos conocedores de la historia patria-, se han convertido en plataformas de fracasos. La caída dramática de los precios del barril de petróleo -ha perdido 21.35 dólares a través de estos once meses de 2014-, refrenda el interés de los consorcios internacionales en reducir las condiciones para comprar bajo la soga del ahorcado. En este abismo nos han situado.
Imposible ser optimistas en estas circunstancias; pero no nos queda otro remedio que mantenernos, sin bajar los brazos, seguros de encontrar el remedio en los cambios prometidos desde 2000 y jamás cumplidos por la derecha ahora en el PRI.
La Anécdota
Bajo la administración foxista, si puede llamarse así, la jocosidad frenaba anímicamente las arremetidas demagógicas. Solía decirse que Los Pinos se habían convertido en la Mansión de los Monstruos:
–Es porque en ella habitan un gigante sin canbeza y una enana con tompiates.
Ahora es la Casa de los Fantasmas. La pareja presidencial, está claro, prefiere vivir en Las Lomas al lado de los aristócratas fabricados por el sistema.
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Web: www.trinchera.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
CUESTA MUCHO GANAR LA CONFIANZA DE LA CIUDADANÍA; Y MUY POCO, PERDERLA. DEBÍAN ANOTARLO LOS INTOCABLES MIEMBROS DE LA CLASE POLÍTICA SIEMPRE DISPUESTOS A ENGAÑAR A LA POBLACIÓN ENARBOLANDO LA DEMAGOGIA. PERO, PARA DESGRACIA SUYA, LA CONCIENCIA NACIONAL HA DESPERTADO
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