Desafío

Desafío: Cámara o Tianguis

  • Cámara o Tianguis
  • Nunca fue Diputado
    Por Rafael Loret de Mola

Hace tres años, sin duda, hubiese compartido la iniciativa presidencial por extinguir las diputaciones llamadas plurinominales -200 de 500-, con tal de asegurar un importante ahorro a las finanzas públicas dado que la mayor parte de los legisladores solo calientan las curules, nunca intervienen y causan debates inútiles. Más los que solo representan los intereses de sus partidos y no, como ordena la Carta Magna, a la soberanía popular a la que ni siquiera respetan cuantos surgen del voto universal y no por designación matemática.

De hecho, como ya he contado, los legisladores de representación proporcional convertidos en plurinominales defienden a sus respectivos institutos y a sus dirigentes; no de actuar según los designios generales resulta tan demagógico que no pocos prefieren evitar referencias al respecto para no ser abucheados o motivos de los célebres “memes” tan incómodos para la soberbia en alza de la clase política en el poder –no solo dentro del partido del mandante-mandatario sino en la oposición “institucional”-.

En los comicios recientes la Cámara baja quedó constituida por 73 diputados de mayoría relativa del PAN; además de 41 más agregados por los porcentajes comiciales; del PRI tenemos 31 y 40 respectivamente; el PRD, 5 y 8; PVEM –que ahora coquetea con el PAN dándole un bofetón muy serio a AMLO-, 31 y 12; el PT 32 y 7; Movimiento Ciudadano 7 y 16; y finalmente MORENA 121 y 76 para sumar ésta sola 197 curules nada menos. Con sus aliados –si el Verde lo es aún-, tendría 279, esto es la mayoría absoluta pero no la calificada… tan ansiada en los corrillos del Palacio Nacional y uno de los dos golpes al hígado del señor López Obrador.

Considerando que el Senado cuenta con 128 escaños y de éstos 61 ocupa Morena, seis el verde, igual el PT y cuatro el PES –sus aliados-, para un total de 77 posiciones lo que le otorga la mayoría a disputarse de nuevo en 2024, todavía el partido en el poder puede asegurarse una enorme tranquilidad legislativa por mucho que griten sus opositores salvo, claro, que algunos se le volteen lo que ya está sucediendo o pierdan su registro, entre otros de nuevo el PES. De hecho, son demasiados institutos que únicamente sirven para pulverizar a una oposición cuyos pilares, el PAN y el PRI, no tienen antecedentes muy claros.

Recordemos que el origen de todo este embrollo se dio por vergüenza y durante la visita, en el lejano 1962, del presidente Kennedy a México con su bellísima mujer Jacqueline. Fue cuando Adolfo López Mateos sintió un enorme pesar interior cuando fue cuestionado por su colega acerca de cuántos adversarios tenía en las gubernaturas, el Senado y la Cámara baja; solo en esta última alzaban dos o tres las manos en medio de un maremágnum de mayoriteo barato. Y el presidente, entonces, también López, optó por el esquema de los diputados de partido para posibilitar entrar a los partidos de derecha e izquierda, PAN y PPS en esos días, a la Cámara de origen… nada más. Y fue hasta 1989 cuando, al fin, Acción Nacional ganó su primera gubernatura, en Baja California, misma que perdió a manos de Morena hace dos años para refrendarla de la mano de Marina del Pilar Ávila hace unas semanas.

Por ello tiene mucha tela el proponer ahora el fin de las posiciones plurinominales. Debiera comenzarse con las del Senado, de una vez, que no tienen respaldo histórico alguno y contravienen el pacto federal al asignar sobre la representación de cada entidad dos escaños más para personajes que ni siquiera hacen campañas.

Me temo mucho que, por desgracia, las intenciones de AMLO sea un control más rígido y no una apertura democrática hacia la salud del Legislativo tan enfermo de lacayunería de muy bajo nivel.


El señor López Obrador consideró que el Legislativo era una especie de tianguis en donde era posible cualquier forma de mercantilismo… en el pasado. ¿No sabe que la versión corregida y aumentada de ello se vive hoy en los Palacios respectivos para diputados y senadores? Bastaría analizar las posturas de los partidos de seguimiento para confirmarlo.

Por cierto, AMLO jamás pasó por este poder ni siquiera cuando parecía necesario posicionarse luego de sus derrotas prefabricadas en 2006 y 2012. En el seno del Congreso debió haberse oído su voz siquiera para adelantarse al antiguo pandillero Gerardo Fernández Noroña quien le ha puesto sitio a los diputados de su generación. Y si no fue así es porque AMLO, sencillamente, siente demasiado inferior a él los respectivos colegiados que son, de acuerdo a la ley, la legítima representación de la soberanía que radica “original y esencialmente” en el pueblo.

Tenemos un presidente… muy olvidadizo y escaso de cultura elemental.


loretdemola.rafael@yahoo.com
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