Desafío
*“Costos Políticos”
*Urgente: Legislar
*Cobardes Anónimos
Desde el deplorable sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, al que he llamado el gran simulador porque aparentaba ser cuanto aborrecía –sencillamente no entendía ni quería hacerlo a la política sino sólo cuando se trataba de codearse con estadistas de alta talla universal-, comenzó a acuñarse la idea sobre la necesidad de tomar “medidas eficaces” aun a costa de la “popularidad” del mandatario; esto es, lo primero era salvaguardar los intereses macroeconómicos, en una nación de pobres a los que indeclinablemente se castigaba para ampliar los márgenes de ganancias de los consorcios cómplices del establishment. Con tal doctrina condujo al gobierno de la República al abismo de una derecha tan cerrada que no supo ni pudo gobernar con saldos ominosos: todas las familias mexicanas, las de alto consumo y las que poco tienen, perdieron hasta un doce por ciento de sus ingresos a lo largo de la sangrienta y grotesca parodia panista, primero con chascarrillos foxistas y, después, con la exaltada demagogia calderonista.
La doctrina de la supuesta “eficacia”, que como ya expresamos fracasó de manera rotunda, fue mantenida por los Fox, ella y él naturalmente, arguyendo que era necesario dar continuidad a ciertos planes de gobierno –en materia financiera ¡y educativa!-, aun contradiciendo los propósitos de crecimiento que aliviarían a la población; debía actuarse, según dijo en más de una ocasión, responsablemente lo que implicaba, per se, ignorar la pérdida sustantiva del poder adquisitivo a cambio de favorecer a las empresas de gran calado para que crearan empleos y animaran la vida económica del país. ¿Ocurrió tal cosa o, por el contrario, casi salimos de los mercados en una hora crucial para las “veinte economías” mayores del planeta?
Con el arribo de calderón –minúsculas-, la opinión no varió un ápice: a despecho de las voces mayoritarias blindó sus propuestas y sacó al ejército a las calles protegiendo, no sólo tolerando, sus excesos escandalosos. Mientras, claro, se ufanaba de mantener reservas récord en el Banco de México sin mencionar, jamás, que la deuda del país triplicaba a las mismas. Curioso: los defensores del pobre calderón alegaban que se debían dolaritos pro se atesoraban dólares, creyendo que el valor de la divisa no era sino el que ellos querían interpretar en cada caso. Una verdadera tontería sólo imaginable entre los fundamentalistas promotores del México faccioso, dividido, sin redención posible en la unidad sobre los valores esenciales. Casi dos décadas de andar con estos criterios, han destazado mentalmente a las minorías insolentes que claman por los linchamientos de otros sectores, la intolerancia abierta de algunos grupos que se oponen a todo con tal de ganar candilejas y el sectarismo como mecánica partidista que posibilita alianzas electorales pero no acuerdos fundamentales en el Congreso. Un absurdo sólo explicable con el pasaje de los fariseos expulsados del Templo por Jesús niño.
Mucho antes, bajo el régimen de salinas –minúsculas también, por usurpador y magnicida-, el doctor Pedro Aspe Armella, quien mencionó que la pobreza en México era “un mito genial” ignorante de cuanto ocurría más allá de sus monitores y proveedores de Internet, eufórico durante una de sus comparecencias ante el Legislativo, presumió por haber alcanzado un superávit en los ingresos gubernamentales, algo “excepcional” de considerarse las deudas contraídas durante décadas –de hecho desde el fin del porfiriato, aliado de los Estados Unidos cuando prevalecieron los criterios de los “siete sabios” encabezados por José Yves Limantour-, que se mantuvo durante tres años… gracias a las ventas de paraestatales redituables, como Telmex, la reducción de burócratas y la concesión a particulares de las obras públicas de infraestructura básica, como las carreteras. A tal denominó su plan de “solidaridad”, cuyos resultados, todavía hoy, siguen siendo nefastos: los daños tremendos a la Autopista del Sol, recientes, tuvieron su origen en la corrupción de las empresas contratadas que debieron repartir “mordidas” a lo más alto de la cúpula del poder; entre ellas, Gutsa, Tribasa e Ica. Todas por igual, como han reconocido algunos ante la dimensión del drama, con excepción, por supuesto, del catalán David Peñalosa Sandoval, de Tribasa, aprehendido en 2002 por fraudes diversos realizados con dinero de Nacional Financiera, la de México, en España y los Estados Unidos. ¿También estas conexiones enfermas quedarán impunes?¿O son parte de las concesiones inconfesables que se arrogan los mandatarios cuando pasan por la residencia de Los Pinos? ¡Ay, el virus ingente de la prepotencia sin respuesta!¡Y todavía hay quienes insisten en que no debe criticarse al presidente actual porque apenas va arrancando… con todos los vicios reseñados encima!
Pero, así son las cosas en nuestra depauperada nación. Basta con corregir las correlaciones estadísticas, como lo hizo Fox, para reducir la pobreza en las tablas de mediciones. Simple: cuantos ganan dos dólares al día… no deben considerarse en la miseria y, con ello, la imagen presidencial suma puntos. Lo mismo ahora: tras sostener a la políticamente productiva “industria de los damnificados”, la “cruzada por la pobreza” recobra su trazo con la demagogia flotante de la señora de la escaramuza, Rosario Robles Berlanga, ex presidenta del PRD quien se negó a las insinuaciones de Andrés Manuel López Obrador para caer en los brazos del execrable empresario argentino, Carlos Ahumada Kurtz, el gran proveedor de dineros para la izquierda a vista y paciencia de López Obrador; una trampa orquestada, claro, para golpear a éste y sacar barreta a favor de la trinca infernal de mujeres en 2004: Marta, la de las muchas faldas; Elba, la “novia de Chucky” y Rosario, la seductora que habla “con todo el corazón” –así llamó a su pobre autobiografía-, reunieron esfuerzos para asegurar que no habría alternancia entonces. Y lo lograron. ¿Por eso se premió a Robles Berlanga con la titularidad de la secretaría de Desarrollo Social, plataforma que se fundó para asegurar la candidatura y muerte de Luis Donaldo Colosio en 1994? Ella podría responder a la interrogante.
¿Cómo no entender, entonces, que los falsos “maestros” de la CNTE, cuyo plantó causó estragos en la ciudad de México, pudieran retirarse de la urbe sin el menor agobio tras unas largas vacaciones en las que, por si fuera poco, se dieron el lujo de mermar el acopio a los damnificados por la conjunción de las tormentas –Miguel y el huracán Ingrid-, permitiéndose la demagogia de solicitarlo para ellos…en su plantón en el Monumento a la Revolución. Menos mal, insisto, en que no se les ocurrió profanar los nichos de los revolucionarios para cubrirse de la niebla y el viento de las madrugadas; optaron, más bien, por llenar de excrementos el círculo que rodea al emblemático memorial que debió servir como sede del Congreso de acuerdo a los proyectos del porfiriato.
Lo preocupante es que las distorsiones ya son tan graves que en el Museo de la Revolución, allí mismo y quién sabe cómo lo dejaron los “cultos” mentores temerosos a ser evaluados, los “souvenires” con mayores ventas son los de Don Porfirio en un reflejo de los claroscuros extremos en la conciencia histórica de los mexicanos. Al fin y al cabo, los sectarismos obnubilan el alma y la contaminan.
Debate
Fuera de las reformas en cierne, con sello de la casa presidencial –otra vez, el llamado “primer mandatario” se convierte en el legislador eminente-, los congresistas tienen la obligación de modernizar las leyes para adaptarlas a las necesidades y requerimientos de cada época. Por ejemplo, poco se han preocupado por regular uno de los instrumentos masivos de mayor penetración en la actualidad y cuyas posibilidades son extremas: Internet sus derivados, desde Facebook hasta Twitter… y un sinfín de aparatos de nueva generación que ya no parecen tener techo ni frontera. En lo personal, cada vez que intento adaptarme –por ejemplo al Skype que me sirve de teléfono intercontinental-, ya hay otros programas más sofisticados que no me permiten dejar de sentirme anticuado; y debo recurrir a mis amigos jóvenes, en algunos casos jovencísimos, para resolver las dificultades.
En la misma línea, ¿cuándo se va a legislar sobre marchas y manifestaciones que alteran las vidas de terceros? Por supuesto, en democracia, es necesario el libre pronunciamiento social, máxime ante gobiernos insensibles como los que estamos padeciendo, pero aún así es necesario poner coto a quienes abusan del derecho y convierten en festines vandálicos sus andares urbanos, levantiscos contra policías a quienes se ordena “tener cuidado” –no son pocos quienes han sido despedidos por excesos en sus acciones al encarar y detener a manifestantes quienes, fuera de sí mismos, lanzan bombas molotov y queman a los guardianes como sucedió el reciente 2 de octubre. Y, por supuesto, los encarcelados son considerados presos políticos. Por favor, ¡mayor respeto para quienes, de verdad, se la han jugado siempre contra el gobierno-sistema y han padecido persecuciones y cárcel!
¿Van a esperar, los señores legisladores, que al presidente se le ocurra enviarles las iniciativas, sin consensos, para comenzar a trabajar sobre lo que ellos tienen funciones específicas? Los legisladores a legislar; el presidente a ejecutar; los jueces a elevar la justicia y los mexicanos a señalar el rumo. ¿Utopía? Más bien hablo de democracia aunque en nuestro país no exista.
La Anécdota
No puede tolerarse el anonimato cuando éste sirve para incordiar, amenazar, torturar mentalmente e incluso secuestrar “virtuales” contra empresarios extranjeros contaminados por la mala imagen de México pero avivados por el hecho de comprar a precios de remate empresas con problemas sobre nuestro territorio infamado.
También, es necesario que se resuelva, de una vez, cuanto debe hacerse con provocadores, vulgares y constantes, que se dan el lujo de injuriar, afrentar y amenazar por Internet, y cuando son montoneros, a quienes no tienen criterios similares y son colocados en un bando distinto, insoportable para los agresores. Buen ejemplo lo tenemos en los llamados “antitaurinos”, financiados por organizaciones anglosajonas e incluso por los movimientos lésbico-gays, quienes se empeñan en fustigar a los aficionados a toros –ya se reunieron un millón de firmas en pro- sin conocer, ni querer hacerlo, antecedentes culturales de gran importancia sobre el espectáculo más ecológico del mundo. No lo digo yo, qué conste, sino escritores universales de la talla de Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Premios Nóbel de Literatura, o de nuestro Carlos Fuentes, además de figuras históricas como Ortega y Gasset o Hemingway; cuando menos, éstos merecen un poco de respeto.
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