Desafío

De pronto, pero sin tino, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, comenzó a hablar de México en una cadena hispana que genera su señal en su país, Univisión. Un joven y ambicioso conductor, León Krauze –hijo del siempre muy celebrado Enrique Krauze, de quien he disfrutado la mayor parte de sus libros sin equivocarme de autor como sucedió al prominente señor Peña Nieto en campaña, allá en Guadalajara-, le puso enfrente los micrófonos para que el perentorio huésped “negro” –no hay que temer a las palabras por una hipersensibilidad extrema supuestamente con el argumento de reducir la xenofobia y el racismo-, de la Casa Blanca, una paradoja al fin, hablara de las bondades del régimen de Enrique Peña Nieto tras la captura del célebre “Z40”, Miguel Ángel Treviño Morales, primera captura “espectacular” de capos famosos cuando camina sobre su octavo mes de gobierno. A este ritmo, no salimos del agujero en una centuria, como mínimo.
Mister Obama dijo, luego de cuatro años y medio de mandato, que para él, “Peña va en serio” en contra de las mafias del narcotráfico que siguen disputándose el territorio nacional, más ahora cuando se concentran en Michoacán las fuerzas armadas, pero la marina hace de las suyas sobre los “mares” de tierra en los límites entre Nuevo León y Tamaulipas, precisamente en Anáhuac, municipio del primero de los estados mencionados. Al rato va a resultar que Veracruz o Acapulco no tienen la misma presencia de marines mexicanos porque están cumpliendo funciones extraterritoriales sin reforma constitucional de por medio; en México, los funcionarios proceden como les viene en gana, acaso considerando que su cuota de poder será interminable.
Pocas semanas después de las explosiones en Guadalajara –donde estallaron varios ductos de gas en la Colonia “Moderna” como el primer aviso del finiquito sangriento de Carlos Salinas-, asistí a un reunión de la Asociación Mexicana de Editores de Periódicos (AME), en la que diserté precisamente sobre las presiones que soportábamos los periodistas en cadena –nunca fue peor a cuanto sucedió con calderón y sigue ocurriendo con Peña, su aliado; ya hay que decirlo de alguna manera-, y en la que me negué a asistir a la inauguración, encabezada por el interino Carlos Rivera Aceves, por pulcritud con mi conciencia y ante mi negativa de someterme a los vasallajes del poder. Mientras trascurría la ceremonia protocolaria –este columnista estaba programado como primer disertante luego de la “bendición” gubernamental-, se acercó a la mesa, donde esperaba, un genízaro del Estado Mayor Presidencial y me dijo, textualmente:
–Oiga usted: de parte del señor presidente –Salinas, obviamente-, debo decirle que le advierte que, por ahora, siendo él mandatario no le hará nada; pero después, a su salida de Palacio, a ver de a cómo les toca.
La burda amenaza, por un sinuoso correo en un evento público –me acompañaba mi querido amigo Ignacio Lemus a la mesa-, merecía una contestación ad hoc:
–Dígale a Salinas, dado que usted ha sido ordenado como conducto, que estoy de acuerdo. Sólo una cosa más: cuando él deje de ser presidente, dentro de dos años-, yo seguiré siendo periodista. Serán sus armas contra las mías.
Pero el agua jamás llegó al río aun cuando las libertades estaban entonces muy restringidas: tuve que ingeniarme, para decir lo prohibido, exaltando el género de la novela, sólo al principio para ganar terreno hasta llegar al punto actual de no inflexión; después vinieron, en cadena, las denuncias directas cuando publiqué, en 1999, por ejemplo, “Los Escándalos” –Grijalbo- que habría de convertirse en un detonante para la campaña “del cambio” (traicionado), y para la exacerbación de la crítica que fue mutando después, con el consabido accionar de la derecha, hacia el campo de los mercenarios. Yo mismo tuve esa experiencia en algunos diarios que creyeron en una transformación hacia el aplauso fácil dado que el muro priísta había caído estrepitosamente; la percepción cambió en cuanto publiqué mi primer cuestionamiento sobre el señor Fox ahora líder de los presuntos empresarios marihuaneros y falaz contador de una historia que no es la nuestra. ¿Mejor presidente que todos los demás, incluyendo a Juárez? Tal equivale a una blasfemia política de envergaduras mayores; y, como mexicano afrentado, sigo esperando los actos de desagravio.
Les cuento todo esto porque, sin duda, el primer “boom” del narcotráfico surgió bajo el mandato del ahora extinto Miguel de la Madrid. ¿Entonces por qué no se inicia un juicio de procedencia para desaforar a Manuel Bartlett como senador y obligarlo a explicar por qué le señalaba a él la DEA como el enclave fundamental de las mafias?¿O es que la amnesia atávica de nuestros coterráneos ya se extendió hasta las playas de Malibú y los puentes de la “gran manzana”? Por favor, seamos un poco congruentes: y ahora el personaje mencionado se ha “blindado” bajo los pantalones del icono de la izquierda y, entonces, cualquier caso contra él sería visto como una afrenta contra el mayor represor de líderes de esta línea en la crónica reciente de México. No hay, de verdad, ninguna paradoja o hipocresía mayores… aunque me digan que con ello “ataco” al intocable Andrés Manuel, quien fuera mi amigo cuando aún no mostraba el talante intolerante y prepotente que lo separa de los críticos –indispensables en una democracia-, y de cuantos se atreven a llevarle la contrario. ¿Expulsará de sus filas a la gran señora Elenita Poniatowska porque le llamó “soberbio” también?
Es una lástima que quien mejor conoce a México, sin duda López Obrador, sea observado como un interlocutor extraviado y si fuerza suficiente dentro de la opinión mundial. Porque, querámoslo o no, sigue diciendo muchas verdades o repitiendo algunas, como la explicada en días anteriores, sobre la imposibilidad de abatir al crimen y la narcotráfico si no se implementan programas sociales emergentes para paliar la miseria general –no con la demagógica “Cruzada Contra el Hambre”, operada por la tránsfuga Rosario Robles Berlanga, el rostro izquierdista para contrastar con el derechista y panista canciller José Antonio Meade Kuribreña, encubridor de no pocos personajes del régimen anterior, como el todavía embajador de México en España, Francisco Ramírez Acuña, llamado el “destapador” por los calderonistas de cepa. Ya usted sabrá.
Peña Nieto poco ha avanzado. Se puso a viajar, primero, para vindicar el lugar de México en el exterior. Me sonaba bien la idea hasta que descubrí las oficiosas desviaciones del canciller Meade a quien poco le interesan los compromisos internacionales de su jefe; y, mientras, el mexiquense en el poder olvidó la política interior exhibiendo su notoria ausencia de colaboradores en el área, específicamente en la Secretaría de Gobernación, en donde despacha el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, hechura de los viejos caciques de su estado. Los saldos: desastre total hasta el momento.
Quizá por ello se requirió la voz de Obama para exaltar a Peña bajo una falacia mayor: esto es, sin que el gobierno de los Estados Unidos conteste a dos interrogantes claves; a saber:
1.- ¿Por qué en los Estados Unidos no se persigue ni se atrapa a los principales distribuidores de droga?
2.- ¿Cuál es la razón para dejar en el gobierno mexicano TODA la responsabilidad –y de vez en cuando alguna felicitación- por cuanto se “logra” contra los grandes capos cuando éstos ya han sido reemplazados dentro de las organizaciones criminales. Si cae el Z40, llega enseguida el Z41 o el número que se quiera, y de allí surge un nuevo desarrollo del corporativo del delito, tan estupendamente tratado por entes financieros como el Citibank –en México, Banamex-, expertos en lo que ha dado en llamarse “lavado de dinero”.
No hay casualidades, sólo hechos.
Debate
Este verano se antoja ya, bajo las lluvias de la primavera atrasada, como ocasión importante para hacer un listado de peticiones al presidente Peña Nieto, quien cada vez más, al andar de la impunidad, se convierte en aliado de calderón –minúsculas- y, peor aún, en protector de Genaro García Luna, refugiado en Florida, tierra de huracanes de sufragios… como en la peor época del PRI. Quizá por ello le resulta tan útil el ex secretario de Seguridad Pública al gobierno “democrático” -¡ja,ja,ja!- de Obama, tan buen interlocutor de Peña pese a su rabieta de mayo pasado cuando éste no quiso secundar el entreguismo extremo y avieso de su antecesor quien había permitido la infiltración descarada de personal estadounidense dentro de los “marines” mexicanos y el ejército que sirve de escaparate. ¿En dónde radica, de verdad, el mando de las llamadas “fuerzas armadas”?
Van las peticiones:
1.- Qué cese la impunidad contra calderón y su guardián o perro faldero, Genaro García Luna, a cambio de no enfadar al “respetuoso” Obama, un verdadero ladrillo que a muchos nos ha decepcionado.
2.- Qué ponga orden en los mandos castrenses ara evitar que un día, cualquier día, se llegue al enfrentamiento entre soldados y marineros de asfalto en los “mares” de Chapultepec y ya no en el Molino del Rey, el bastión último contra la invasión norteamericana, el 8 de septiembre de 1847. Nos quedamos “sin parque”, en aquella ocasión, desde la Batalla de Churubusco, según la inolvidable sentencia del general Pedro María Anaya. Y estamos en la mismas ahora cuando los criminales están mejor pertrechados y los mandos militares se encelan unos a otros porque la marina ve a todo el suelo nacional como una extensión del “mar territorial”… pero mucho más de 200 millas.
3.- Qué nos explique cuáles serán las inversiones por cuatro billones de pesos anunciados en genérico y cuando perviven muchas dudas acerca de las aplicaciones del régimen anterior que creó infraestructura para a los mafiosos de los cárteles a lo largo del Pacífico, sobre todo y en Michoacán en concreto en donde ahora es tierra de nadie.
4.- Qué le pregunte al señor Obama, siquiera, cómo es que habla de mejorar la política bilateral cuando su magro gobierno ha aumentado, en un millón setecientos mil trabajadores más, las deportaciones de mexicanos… a quienes siguen usando, abaratándolos por la clandestinidad de sus acuerdos laborales de palabra, sin firmas.
Ya va siendo hora de que la demagogia sea reemplazada por la democracia. Lo hace el gobierno o acabará haciéndolo el pueblo de México.
La Anécdota
Para sonreír, sobre ahora que el respeto a las estrellas de la oficialidad castrense, va en decrecimiento. Durante una época no muy lejana se acuñó un versillo que podría retratar a los altos mandos actuales. Dice así:
“Ni con la hueva de lisa
ni con la hierba Damiana
se le para la Mangana
a mi general Faz Riza”
El mílite aludido nació en lo que antes se llamó Ciudad Porfirio Díaz -¡qué horror!- y ahora es Piedras Negras, Coahuila, y fue un revolucionario bastante “apreciado” como puede constatarse. Sólo que el versillo podría cambiar:
“A la política de risa”
Con sólo eso nos modernizaríamos.
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
SEÑOR PEÑA NIETO: RESPONDA. YA SOMOS MUCHOS QUIENES EXIGIMOS RESPUESTAS Y NO PACTOS ARMADOS PARA EL CHANTAJE DE LAS OPOSICIONES. DESPIERTE. NI EL PAN NI EL PRD SON SUS AMIGOS; Y MUCHOS EN EL PRI TAMPOCO. HA PERDIDO POPULARIDAD Y SUS DISCURSOS, VIGENCIA. RECTIFIQUE, CUANDO AUN HAY TIEMPO; Y, POR LO PRONTO, DEMUESTRE QUE ES CAPAZ DE ASIMILAR LA CRÍTICA MÁS SEVERA, COMO LA QUE LE LLEGARÁ, EN POCOS DÍAS, CON “DESPEÑADERO”.RAFA LORET

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