Desafío

*Pregoneros del Dolor
*El Papa y sus Gastos
*¿A qué hora Trabajan?

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“¡Qué lloren, niños qué lloren!”. Así sonaba la voz de “Miguelito”, quien se decía el rey de los pastelitos –en realidad se trataba de suculentas hojaldras con relleno de jamón y queso-, a su llegada a los campos de béisbol de la capital de Yucatán. Y bien que les gustaban a los “Leones”, incluyendo a los aguadores –entre ellos, en plena decrepitud, el inmenso boxeador de Matanzas, Ultiminio Ramos, ex campeón mundial de peso Pluma hasta que un mexicano, Vicente Saldívar, lo mandó al retiro-, y hasta los grandes protagonistas como lo fue, alguna vez, el zurdo Fernando Valenzuela quien llegó a Mérida procedente de Sonora y de la Liga del Pacífico.
Aquellos gratos recuerdos, en un México donde se hablaba de deportistas triunfadores y no sólo de los fracasos futboleros reiterados, se diseminan en la memoria ocupada ahora por asimilar los golpes del presente y las mentiras de los nuevos pregoneros que han sustituido a los venteros callejeros con vozarrones turbios, con excepciones claro, en las tribunas camarales; son más bien merolicos pero ya sin el encanto de quienes vendían remedios caseros con escasos resultados prácticos –aunque algunos, con mejor retentiva, aseguran lo contrario-, en las calles y avenidas de las viejas ciudades mexicanas que se han ido llenando de franquicias y de tradiciones… anglosajonas. Dicen que tal es lo moderno.
Nuestro gobierno, por ejemplo, ha caído, desde hace varias décadas, en el precipicio del entreguismo; acaso fue miguel de la madrid, ya extinto y huésped distinguido de Xibalbá, quien consolidó la tendencia con la pretensión de recibir una palmadita del Tío Sam al tiempo que boicoteaba el propuesto “club de deudores”, ideado por el argentino Raúl Alfonsín –venerado a su muerte-, y alentado por Castro a quien, claro, se le llamó profeta del desastre cuando éste llegó, precisamente, tras recorrer la vía contraria.
Ahora peña nieto, un hombre demasiado pequeño –además de sus disparatadas ambiciones personales cargado con su enfermedad- para la dimensión de la conflictiva que nos acecha, insiste en que la economía mexicana está estable y en crecimiento como si se tratase de un generoso epitafio para salvar los escollos inquebrantables de la historia. Nada de cuanto dice es cierto y, por ello, los gobernados desconfían y se alejan de cualquier versión oficial incluidas las disparatadas crónicas sobre la captura de Joaquín Guzmán Loera, las preparadas desde dentro de la estructura gubernamental no las periodísticas que han ido demostrando la farsa, porque sencillamente no cuentan con elementos de credibilidad ante las imágenes, los audios y los reportajes que no dejan lugar a dudas. Nunca habíamos contemplado a una administración federal tan mentirosa y, por ende, tan manipuladora.
Todo cuanto ha anunciado peña, en sus momentos de euforia –incluyendo la aprehensión de “El Chapo” cuando jamás explicó los porqués de su fuga en julio de 2015-, se ha ido a las cañerías del engaño, lo mismo lo referido a las supuestas obras públicas que las reformas por él iniciadas y paralizadas por la realidad, las presiones populares y hasta las reacciones de los mayores inversionistas mexicanos cansados de asechanzas y dispuestos ahora a invertir lo necesario para ajustar las cuentas; sobre todo quienes tienen nexos inconfesables que les colocan el la línea de fuego tras la caída aparente de Guzmán Loera cuya única venganza posible será hablar de más para vender sus palabras al gobierno estadounidense tan complacido por estar ganando la batalla de la extradición. Menos mal que sea ésta y no una invasión como las acostumbradas.
La trama es larga. No imagino qué podía pasar por la deteriorada mente del mandatario federal en curso cuando dictaminó las falsas expectativas de nuestra economía para este año cuyos derroteros parecen bastante peores que los de 2015. Con los precios de la mezcla mexicana de crudo por debajo de los costos de producción –cuatro dólares y no dos por barril considerando la transportación y los gastos arancelarios-, el dólar y el euro amartillando al infeliz peso, el poder adquisitivo a la baja –aunque hay defensores del peñismo que tienen sus propias mediciones como lecciones derivadas del foxismo para abatir los índices de pobreza en el papel, no en la realidad-, las remesas apretadas y la producción rural semiparalizada, las mentiras oficiales son más estruendosas que en los tiempos de echeverría, salinas, zedillo, los fox y calderón. ¿Cuál es el peor de todos? Lo sabremos cuando bajen al inframundo a rendir cuentas. (Espero, por cierto, no ser yo el reportero en tal sitio aunque temo que así resulte por tanto cuanto he contado).
El pregonero peña siempre llega tarde a las citas. Lo hizo con el anuncio infecundo de la economía estable cuando caían los valores; y también al presentar su enésimo proyecto contra la inseguridad pública aprovechando la catarata de información sobre “El Chapo” –me acuso de haber caído igualmente en la misma nota separándome un tanto de los dramas persistentes en todo el país, sin excepción de entidad alguna y en el Distrito Federal-, y los amagos distractores –como el reiterado tema de la película de Sean Penn y Kate del Castillo, cuya propia trama es digna de ser llevada al celuloide acaso con mayor interés al despertado por la fuga y captura del capo de oro de quien ya se dijo todo incluyendo sus filtreos telefónicos y personales con la actriz que personificó a la “Reina del Sur” recreando la vida de Sandra Ávila Beltrán, la monarca del Pacífico.
Sólo nos falta que peña anuncie, en estos días y a través de la recién creada secretaría de Cultura, a cuyo frente se encuentra Rafael Tovar y de Teresa, un extenso programa para recrear, con artistas seducidas por presidentes y/o gobernadores, los episodios de captura dirigidos por la DEA norteamericana y adjudicados a la Armada de México, con el auxilio de los marines estadounidenses. De esto, por supuesto, está prohibido hablar en los entretelones de la vida política nacional. Ni los “valientes” miembros de MORENA, presentada como la opción verdadera sin separarse de la partidocracia negociadora, se atreven y menos luego de lo sucedido con los abarca de Iguala desde la trágica noche del 26 de septiembre de 2014; han sido, por supuesto, demasiado prudentes.
En esta tesitura no puede hablarse de credibilidad alguna para sumarla a los boletines gubernamentales y a los tantos voceros institucionales que de poco sirven cuando le gana la alegría al presidente cuando opta por el twitter para anunciar no sólo la retención del capo más buscado en el mundo, como dijeron, sino hasta para transmitir, por “periscope”, cómo se coloca la banda tricolor que resbaló por el escritorio del Ejecutivo en Palacio Nacional. Todo sea por el afán de ganar algunos puntos.
El pregonero parece que ha agotado su imaginación para vender cuanto puede del México, silente en su mayoría y despierto a través de algunos grupos en franca rebeldía, en medio del caos mundial –la tercera guerra sigue su curso y no parece detenerse-, y la ausencia de salidas para poder evitar los empujones del exterior y las presiones del interior. No sol tolvaneras sino verdaderos tornados aunque, por fortuna, la naturaleza evitó que tales fenómenos también nos azotaran… hasta ahora.
No imagino, con estos tremendos rezagos, cómo podrá continuar el señor peña al frente de sus responsabilidades si no es capaz siquiera de aplicar la lógica elemental para explicarla los hechos a sus gobernados a quienes deja, siempre, un sabor amargo, entre el sarcasmo ligero y el rencor profundo, en medio de innumerables catástrofes.
Mientras, los planes contra la inseguridad revientan. Ninguna acción tiene mediano éxito y, a cambio, cuanto se sugiere se convierte en verdadera bomba de tiempo. ¿No entenderá que su mandato está perdido irremisiblemente?
Debate
Ahora, el Papa Francisco. Los devotos aseguran que su presencia en México, durante el inminente febrero, será motivo para la revitalización de la fe y una mayor fortaleza de la conciencia; pero son muchos, más de lo que podría suponerse, quienes deploran el periplo por considerar las manchas de los prelados, la pobre voluntad para esclarecer los crímenes de Estado –como el del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en mayo de 1993-, y la negligencia atroz en temas rebasados ya por la justicia civil, entre ellos el del aborto y la nueva legislación sobre las parejas lésbico-gays a las que no puede segregarse más.
Curioso: poco se menciona la discriminación de las mujeres, en buena parte quienes son más cercanas a las Iglesias, dentro del seno del catolicismo: no pueden ser ministras de culto con el fútil argumento de que Jesús sólo eligió varones como apóstoles si bien cada vez se acerca más la confirmación acerca de la presencia de María Magdalena del Nazareno. No parece haber argumentación alguna que valga por encima del raciocinio acerca de la igualdad de género, un tema ya superado en la política universal salvo en las naciones islámicas cuyos fanatismos se vuelcan hacia el feroz terrorismo.
Sin dejarnos llevar por quienes adelantan que Francisco se verá ante un clima hostil –es casi imposible por los cinturones de seguridad y las medidas adoptadas para alejarlo de cualquier posible pronunciamiento negativo-, sí creo que su visita a nuestro país será tema de polémica durante largo tiempo y acabará siendo un factor político que necesariamente se tomará en cuenta, hable o no –todo parece inclinarse por lo segundo- de los asuntos controversiales, desde los desaparecidos hasta los feminicidios pasando por la economía maltrecha.
La Anécdota
Cuando Karol Wojtyla, el Papa Juan Pablo II, recorrió México por primera vez, en enero de 1979, se sorprendió no sólo por la calidez de la bienvenida –inolvidable para él y quienes le acompañaron-, sino por las multitudes que le acompañaron en todo momento, incluyendo el trayecto de más de ciento veinte kilómetros entre la ciudad de México y Puebla de los Ángeles. Fue, entonces, cuando preguntó al Delegado Apostólico:
–Monseñor, todo esto está muy bien. Pero tengo una duda: ¿los mexicanos no trabajan?
Podrá decir lo mismo Francisco, sin duda.

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