Cantos y guitarras de Coahuila
Por Guillermo Robles Ramírez
El día de hoy muchos mexicanos se encuentran descansando o bien viajando para tomar un descanso por considerarse asueto obligatorio señalado en el Artículo 74 de la Ley Federal del Trabajo, capítulo III; marcado así cada tercer lunes de noviembre para la conmemoración de la Revolución Mexicana.
Una fecha más marcada en el calendario de los mexicanos solo para descansar o bien para embriagarse, pero sin un significado real. Nombres como Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa, y Venustiano Carranza son olvidados por muchos ciudadanos como personajes importantes en la Revolución Mexicana y son confundidos en otras etapas de la historia de México.
La mercadotecnia se ha encargado de restarle importancia en nuestro calendario ya que antes era simbólico noviembre como el mes de la Revolución Mexicana y ahora por solo conveniencia comercial se resalta más septiembre para recordar hechos históricos como el de la Independencia de México.
Pero a diferencia del resto del país los coahuilenses nunca dejaran pasar desapercibido el mes de noviembre porque contrario al resto del país, Coahuila es la cuna de la Revolución Mexicana.
Y es que no hay que olvidar que la Revolución Mexicana, no sólo trajo justicia a los desprotegidos, sino que hoy en día nos inunda de anécdotas de las múltiples peripecias que nos hace imaginar las travesías de aquellos héroes que por diferentes caminos a lo largo y ancho del país recorrieron los caminos dejando una historia en cada paso que daban.
Teniendo como único acompañante aquellas guitarras que se escuchaban con las notas tristes de una canción, las voces de aquellos hombres en donde alguna vez se quebraron de sentimiento por la pérdida de un ser querido, un compañero, la distancia de la familia y por qué no el de algún amorío, siempre acompañado de las lágrimas surcando por las mejillas de aquellos que se encontraban en la revolución sentados en la orilla de aquella fogata.
Noches de campamento, las casas de un poblado quedando atrás, jóvenes que se habían juntado a aquellas fuerzas de la revolución y se habían alejado de su amor, dejando como testimonio muchas letras de canciones compuestas en los descansos de batallas en donde narraban sus historias de aquellos combates, recuerdos del pueblo y la esperanza de una victoria en donde sus canciones fueron la huella de sus almas en donde juraban que algún día regresarían a su familia y con sus amadas.
Es el caso de Coahuila, cuna de la Revolución Mexicana por cuyos poblados de Saltillo, Jiménez, Piedras Negras, San Pedro, Monclova, Ramos Arizpe, Torreón y otras comunidades coahuilenses, en donde aún hay quienes parecen escuchar los cascos de los caballos en los que venía el General Murguía reclutando a gente para defender, decía, “los ideales de Carranza”.
Voces y guitarras que pintaban una melancólica tarde luego de la batalla, donde trovadores, componían corridos de las andanzas de estos hombres revolucionarios, en donde al son de la prosa y el verso, hablaban de la muerte del gatillero de Francisco Villa o Pancho Villa; el sinaloense Rodolfo Fierro, mejor conocido simplemente como Fierro.
Son tan pintorescas estas historias que los autores de las anécdotas hacían imaginar y hasta parecer que escuchas el resuello de los caballos y el sonar de la trompeta de batalla, gracias al tino mexicano de pasar de generación en generación las historias de valientes anécdotas revolucionarias.
Pero las voces se fueron apagando con el trascurrir de los años, las lágrimas se fueron secando y los amores olvidando con la indiferencia de las autoridades en restarle importancia a los valores civiles dentro de las instituciones educativas para dejarlos al criterio de sus directores de las escuelas, pero lo bueno es que Coahuila no tiene ese problema porque nunca dejará de ser la cuna de la Revolución Mexicana. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org
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