Bulgaria: La esperanza puesta a prueba otra vez

La Habana (PL) La renuncia del gobierno del primer ministro independiente Plamen Oresharski pone a prueba una vez más a Bulgaria para demostrar la posibilidad de mantener vivas las esperanzas de un futuro próspero dentro de la Unión Europea (UE).
El país balcánico luchó por 20 duros años para ingresar al bloque comunitaria, lo cual, sin embargo, fue incapaz de evitar que se mantuviera como la nación más pobre de la UE, la de menos salarios y una de las de mayor desempleo real (más del 18 por ciento).
Con un salario promedio de unos 400 euros mensuales, casi la mitad de lo que muchos búlgaros deben pagar por electricidad y gas, entre otros servicios, la tarea para cualquier gobierno que tome las riendas del país será muy difícil.
El casi endémico fenómeno de la corrupción que corroe toda la sociedad posee un peso casi determinante tanto en el avance de muchos políticos como en la propia causa para que el electorado rechace a los representantes de la actual clase política.
La salida de Oresharski ocurre después de 17 meses de estancia en el poder, durante los cuales recibió el fuerte apoyo del Partido Socialista Búlgaro (SPB), y del Movimiento por los Derechos y las Libertades (minoría turca).
Tal respaldó le permitió al político independiente formar gobierno, pese a que los conservadores del partido Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria GERB fueron los más votados.
Sin embargo, la centroderecha quedó prácticamente aislada tras los comicios anticipados de mayo de 2013, tres meses después de la renuncia de Boiko Borisov, abrumado por manifestaciones contra la corrupción y el alza de las tarifas.
La población, como se decía al principio, escuchó y creyó con esperanza en las promesas de bonanza de ingresar a la UE, lo cual se convirtió en papel mojado, precisamente, durante el gobierno encabezado por GERB.
Al gobierno de centroderecha (2009-2013) le tocó dirigir este país en uno de los momentos más difíciles para la economía de la UE, en medio del estallido de la crisis financiera y la tendencia a salvarse sin mirar a otros más débiles dentro de la Unión.
Así, cuando la crisis financiera entró en su apogeo, sobre todo en naciones de la zona euro, varios Estados comunitarios consideraron que era necesario limitar el ingreso de ciudadanos de los nuevos miembros de la UE, en alusión a Rumania y Bulgaria, como lo hizo el Reino Unido.
Solo en enero de 2014 y bajo la presión de la dirección de la UE, Londres levantó las restricciones absolutas que impuso durante siete años a búlgaros y rumanos, aunque acto seguido impuso otras limitaciones más sutiles para poder acceder a sus programas de ayudas sociales y salud.
Además, la diáspora búlgara, concentrada sobre todo en España, Chipre y Grecia, resultó fuertemente afectada por la crisis en los mencionados Estados, lo que llevó a muchos a regresar a su Patria y, con ello, a reducir drásticamente los ingresos al presupuesto nacional mediante las remesas.
El nuevo entorno para la salida del gobierno estuvo fijado con otro zigzagueo de la política búlgara, pues después de los comicios de finales de mayo de 2014 para elegir los miembros de la Eurocámara, el GERB obtuvo una clara victoria.
Tal situación llevó a que los principales partidos del Parlamento acordaran aceptar la dimisión del gabinete de Oresharski y finalmente lo hizo el 21 de julio de este año.

EL RETO

La salida de Oresharski del Gobierno prepara el terreno para formar un equipo provisional en agosto de este año, que se encargará de las principales decisiones del país y de la preparación de las segundas elecciones anticipadas en menos de dos años para el próximo 5 de octubre.
El ejecutivo que se forme después del 6 de agosto de este año, deberá buscar una solución para el aún humeante asunto de los problemas del Corpbank, el cuarto en importancia de la nación balcánica.
Corpbank perdió casi la cuarta parte de sus activos en una semana de fuga en masa de sus clientes en junio pasado, lo cual obligó al Banco Central a ponerlo bajo su control por espacio de tres meses.
Tal situación solo significó un mayor endeudamiento del Estado, que debió desembolsar unos mil 400 millones de dólares para salvar al Corpbank, declaró Tsveta Petrova, analista del Euroasia Group.
Además, el próximo equipo ministerial, que deberá formarse después de los comicios adelantados del 5 de octubre venidero, deberá resolver el asunto del endeudamiento de la principal empresa proveedora de energía eléctrica (NEK).
Con el recorte en el 2013 en más de la mitad de las tarifas de electricidad, NEK aumentó considerablemente su deuda y podría entrar en bancarrota, señala la prensa búlgara.
La reducción de los precios de la energía, el gas, el agua y otros servicios estuvieron entre los reclamos de la población que el gabinete del independiente Oresharski debió resolver al asumir las riendas del país a mediados de 2013.
Sin embargo, la formación de un gabinete en minorías, apoyado por los socialistas y el partido de la minoría turca, con eventuales respaldos puntuales del ultranacionalista ATAKA, obligó a Oreshaski a trabajar bajo la presión de mociones de censura.
El equipo del economista independiente debió conciliar planes con oligarcas nacionales, ceder ante presiones para otorgarles cargos públicos o su control, lo cual llevó a nuevas protestas contra la corrupción.
Además, el ejecutivo apoyado por los socialistas también debió lidiar con las consecuencias de una epidemia de fiebre en el Mar Negro, con negativo impacto mediático, y con la tensión generada entre Rusia y la Unión Europea en torno al gasoducto South Stream.
El gasoducto, que debía estar listo para 2016 e ir desde los yacimientos de gas ruso en la Siberia, conectados a un puerto en el Mar Negro, pasar por su fondo hasta Bulgaria y de ahí ramificarse a Austria e Italia, se situó en el centro de esa controversia.
Moscú pretendía construir el South Stream para reducir al mínimo la dependencia de Ucrania en el transporte de su gas a Europa, pero con la crisis en la república exsoviética todo se complicó.
El Kremlin rechaza al gobierno que llegó en febrero pasado al poder en Kiev, tras una ruptura constitucional, luego de tres meses de protestas violentas respaldadas por Occidente.
Bulgaria es presionada para que suspenda el contrato con Rusia bajo el pretexto de falta de transparencia del documento y violación de regulaciones de la Unión Europea, que impone sanciones a Rusia por supuestamente apoyar a milicias federalistas enfrentadas al gobierno ultraderechista instalado en Kiev.
Al conocer la aprobación de la renuncia de Oresharski, con votación de 180 a favor, ocho en contra e igual número de abstenciones del total de 240 escaños del Parlamento, Borisov, líder del GERB, mostró poco entusiasmo.
Para Borisov, quien debió renunciar en medio de protestas multitudinarias, el entusiasmo por el colapso del gabinete de centroizquierda es poco estimulante, pues deja atrás una nación en ruina.
Sin embargo, el ministro saliente de Finanzas, Petar Chobanov, recordó que pese a las versiones de una bancarrota del país, el Gobierno renunciante deja reservas por cinco mil 520 millones de dólares.
De cualquier forma, al GERB tampoco le será fácil trabajar, pues en caso de resultar el más votado en octubre de este año, se encuentra en un casi total aislamiento y por ello le será trabajoso buscar aliados para formar un ejecutivo, lo cual estará lejos de dar estabilidad política al país.

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