A todos les llega el momento
Por Guillermo Robles Ramírez
Los coahuilenses que trabajan en las tierras, están pariendo para poder comprar el alimento para su ganado. El alto costo de la alfalfa, así como cualquier otro pastizal se encuentra fuera de su presupuesto, y el olvido del gobierno federal al sector rural ya no es nada nuevo.
Ante la actual situación que atraviesa el campo mexicano, me cuestiono ¿existe el verdadero campesino en el campo mexicano actual?, valga la redundancia. Y a la vez me hace recordar una de las muchas pláticas que llegué a tener con mi señor padre, quien en su juventud cuando trabajaba como reportero del periódico El Siglo de Torreón, y que una de sus fuentes que le correspondía era precisamente el agropecuario.
En la Laguna en el muy pasado y después del reparto agrario, tuvo tres instituciones crediticias que apoyó con millonarios programas al sector agropecuario en general.
Funcionaron en la prospera Comarca Lagunera, tres instituciones bancarias, encargados de dar créditos a quienes por años fueron definidos como ejidatarios, derechosos federales y pequeños propietarios.
Los primeros eran los que vivían en las comunidades rurales y los representaba el llamado Comisario Ejidal, convertido en la máxima autoridad; los segundos fueron los que pagaban una cuota para estar en las márgenes del río Nazas, que para sus cultivos se abastecían de esa rúa hidráulica; y el tercer grupo recibía el dinero a través del Banco Nacional el Crédito Agrícola conocidos como pequeños propietarios, que eran los productores particulares del campo que en otros proyectos se hacían clientes del Banco Nacional de Crédito Agropecuario.
Esos tres grupos engrandecieron la fortaleza de La Laguna de Coahuila y Durango, a través del cultivo de las tierras y otros proyectos agropecuarios recibiendo créditos que nunca pagaron.
En esa época, los ejidatarios eran financiados por el Banco Nacional de Crédito Ejidal; los particulares lo fueron por el Banco Nacional de Crédito Agrícola, mientras que el Banco Agropecuario dio créditos a grupos ejidales y productores particulares para siembra de alfalfa, huertas nogaleras, datileras, compra de ganado vacuno caprino, etc., apoyados igual por el Banco Agropecuario de La Laguna, instalado en ese entonces en Juárez y calle Diez y luego paso frente al Hotel Río Nazas en Torreón, esquina de Morelos y Falcón.
Por cuanto a los llamados pequeños propietarios que no eran otra cosa que los productores agropecuarios particulares, recibían apoyos financieros por conducto de lo que fue el Banco Nacional de Crédito Agrícola, instalado en Gómez Palacio, Dgo, en lo que se dio por llamar el 11-40 o sea el kilómetro de la carretera Torreón-Chihuahua-Durango., cercano al primer paso a desnivel construido en la Comarca Lagunera.
La existencia de tres bancos destinados a fortalecer e incrementar la producción agropecuaria por desgracia solo sirvió para enriquecer los bolsillos de falsos líderes campesinos esfumándose cientos de millones de pesos de aquel entonces por los saqueos que hicieron los mismos funcionarios de las instituciones financieras del campo en complicidad con dirigentes de las sociedades, uniones, etc., de productores agrícolas de todo y nada.
Al llegar Carlos Salinas de Gortari, a Los Pinos, dio el primer zarpazo para reducir casi en nada el apoyo al campo lagunero, sosteniendo sus créditos únicamente a los que liquidaban los préstamos solicitados que en realidad se contaba y se veían como “animales raros” a esa excepcional especie de productores rurales.
Así es como se achicó la mazorca, por más que los campesinos pregonen y griten que los han abandonado, porque lo que sucedió es que perdieron la oportunidad en épocas bonancibles del gobierno federal, pero de que tuvieron su “tiempo de oro”, es una verdad, sobrando las lamentaciones porque a todos nos llega el momento, pero son pocos los que aprovechan. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org
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