A tiro de piedra: Seguridad, el diagnostico y la urgencia
Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos
Confucio
Por Julian Santiesteban
Con el inicio del nuevo gobierno estatal quintanarroense, con las designaciones de los integrantes del gabinete y el agobiante endeudamiento estatal que tiene a las finanzas más que comprometidas, con liquidez estrecha y con una perspectiva de mejoría sí y solo sí, el gobierno federal realiza apoyos extraordinarios, aparejados a la ya demostrada capacidad de gestión de Mara Lezama Espinosa, se está realizando –sin duda- lo necesario, pero no necesariamente lo urgente. Tal es el caso de la seguridad, cuyos indicadores locales son más que preocupantes, tanto en la percepción, como en la realidad.
Este lunes, se cumplen 15 días de que el quinquenio inició, la selección y designación de colaboradores continúa y en seguridad se han dado los primeros pasos, con la designación de Rubén Oyarvide Pedrero, como titular de la Secretaría de Seguridad Pública y, este a su vez, declaró el sábado 08 de octubre que algunos funcionarios de la Secretaría de esa instancia han presentado ya su renuncia. La consigna es, dijo, que quien se quede tiene que comprometerse a dar resultados positivos. Parece una obviedad, pero nunca está de más la advertencia y establecimiento de condicionantes, sobre todo en un rubro que, desde 2017, ha dado muestra de clara descomposición.
La anterior, no es una afirmación sin sustento. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe), que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y con las mediciones que realiza la organización Semáforo Delictivo Nacional, con base en los datos acumulados del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, a los once delitos de mayor impacto en el país, Quintana Roo ha tenido un marcado incremento en la percepción de inseguridad por parte de los ciudadanos, pues en 2016, 58.8 por ciento de los encuestados (casi 6 de cada 10) decía sentirse inseguro en las ciudades que habita, mientras que para el 2020 ese porcentaje alcanzó el 83.1, teniendo desde entonces un ligero decremento para septiembre de 2022, con el 78.3 (casi 8 de cada 10).
En lo que se refiere al incremento de delitos, los medidos son los homicidios, secuestro, extorsión, feminicidio, narcomenudeo y el robo a vehículos, casa habitación y a negocio; además de los de mayor incidencia en el país como lesiones, violación y violencia familiar y los indicadores locales no son nada alentadores. Por cierto, que la cantidad de denuncias presentadas, que es indicador usado para determinar mejoría o empeoramiento, no son un referente para determinar la situación real de inseguridad. Baste señalar dos rubros como ejemplo: en el caso de robo a casa habitación, de casi dos mil denuncias hechas en 2021 al número de emergencias 911, tan sólo mil 762 se ratificaron formalmente y, lo peor, es que sólo 22 se judicializaron. Y en el caso de violencia familiar, de casi 24 mil, se ratificaron cuatro mil 813 y se judicializaron 127. Como podrá verse, no se trata sólo de inseguridad, sino de falta de procuración de justicia. La impunidad es rampante.
Afortunadamente, un grupo de expertos quintanarroenses han tomado como base la circunstancia local para diseñar y proponer una estrategia local que atienda, tanto la inseguridad como la impunidad; pues es evidente que la mera designación de mandos no basta. Ya se tiene “con quién” se combatirá la criminalidad, a reserva de que en la semana que inicia se concreten las designaciones en las subsecretarías estatales, pero ahora hace falta el “cómo.” La gobernadora Mara Lezama Espinosa ha adelantado que Quintana Roo se apegará a la estrategia nacional de combate al crimen, pero en innegable que falta el diseño de los instrumentos locales para atender el día a día, en el entendido de que la coordinación del estado y los municipios es fundamental. Ya se conoce de lo poco que ayudó el llamado “mando único” instrumentado por el nada bien recordado Alberto Capella Ibarra, pero y entonces ¿cuál será la línea a seguir en el próximo quinquenio? Eso es lo urgente, lo necesario ya se está haciendo, insiste el escribiente.
Por último, baste decir que, más allá de orígenes, los subsecretarios y mandos medios de las corporaciones de seguridad, es decir, los que hacen “la chamba”, deberán ciertamente estar calificados y hasta aprobados, si así se considera, por las instancias federales, pero sobre todo, a los ciudadanos “de a pie” nos urge que la improvisación no sea una constante. “Un cambio radical y profundo”, prometió la gobernadora, construirlo desde ahora es posible.
COMENTARIO MORBOSO
La celebración del 48 aniversario de Quintana Roo como entidad federativa si fue diferente. Por primera vez una mujer lo gobierna, por primera vez, la conmemoración no se hizo en comidas para la clase política, sino en una verbena popular y, por primera vez, un gobierno de la Cuarta Transformación Republicana ha llegado. ¿qué falta? Falta que la ciudadanía haga su parte. La gobernanza, ese proceso en el que los ciudadanos se involucran en la toma de decisiones, exigiendo a sus autoridades ser tomados en cuenta, tiene que ser una acción constante.
De manera tradicional, las personas reclaman en redes sociales, se inconforman en el ámbito privado y poco participan de los asuntos públicos, más allá de los comicios ordinarios. El gobierno que inicia ha lanzado la invitación para sumarse, dicen, a lo que será un nuevo acuerdo por el bienestar y el desarrollo. La oportunidad está ahí, es una oportunidad que no debiera desdeñarse. La decisión no está del lado del gobierno, sino en la apropiación ciudadana de un proyecto que, ha dicho, beneficiará a todos; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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