A tiro de piedra: Lo que dirán y esconderán
Tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador.
Todos los demás son perdedores
Winston Churchill
Por Julian Santiesteban
La competencia por las once alcaldías quintanarroenses arranca este lunes. El denuesto y la diatriba son desde hace mucho la constante, pero ahora los candidatos y candidatas podrán gritárselo entre sí con nombre y apellido, a la vez que cada uno asegurará ser mejor que el que descalifica. Lo peor no es eso, sino la desesperanza que implica para el ciudadano saber que, después de septiembre de este 2021, no tendrá mucha alternativa de buen gobierno, a menos que los partidos emergentes concreten triunfos en lo local y la alternancia en los municipios ocurra en función de buenos abanderados y no de desprestigiados partidos y coaliciones.
Se explica el escribiente: Apenas arrancada la contienda formal, puede adelantarse que la misma en Quintana Roo solo ocurre en torno a dos proyectos, el moribundo “cambio” y la primera prueba de la Cuarta Transformación Republicana (4T); agrupados en dos coaliciones Va Por Quintana Roo” y “Juntos Haremos Historia.” Los partidos que necesariamente compiten solos o que por estrategia lo han definido, tienen escasas posibilidades de alcanzar triunfos, fundamentalmente porque compiten en condiciones desiguales dadas por la normatividad electoral vigente.
La excepción, desde la óptica del escribiente, es que en algunos municipios la “marca” no necesariamente incidirá, en función de la capacidad que cada postulado logre imprimir para mostrarse como un activo, más allá de los partidos, porque esa “marca” así como ayuda, en muchos de los casos puede perjudicar; y también en contrario, donde los gobiernos han sido malos, los actores políticos prefieren arroparse en la bandera partidista. Es pues una responsabilidad ciudadana aprender a distinguir.
Benito Juárez, Solidaridad, Othón P. Blanco, todos con gobiernos emanados de Morena; o Puerto Morelos gobernado por el Partido Verde Ecologista (PVE) –aliado estratégico del presidente, Andrés Manuel López Obrador- ¿en cuáles de ellos el lector diría que los principios de la 4T están presentes? ¿A cuáles de esos alcaldes le brindaría su confianza para otro cargo o para reelegirlos, porque está seguro de que ayudarán al proyecto transformador que dicen tener a nivel nacional? ¿Si logra el lector distinguir la diferencia entre los malos gobernantes arropados en la 4T, y la diferencia entre lo que dicen que es el proyecto de Morena del PVE?
Ahora del otro lado. El mayor lastre para un candidato oficial es serlo, es decir, llevar a cuestas el desprestigio de un régimen que prometió “más oportunidades”, “cambio”, mejor gobierno y freno a los despojos y latrocinios, pero se ha convertido en la versión superior de todo lo que dijo que no sería. En esas condiciones, a los candidatos les alcanza la responsabilidad, primero, de demostrar que son actores políticos individuales, con proyectos diferenciados, con capacidad de decirle “no” al “mandamás de Palacio”; sin eso, es difícil triunfar a partir del convencimiento, en todo caso, pueden comprarse voluntades a través del sufragio, pero no legitimidad gubernamental, aunque esto sea lo que menos les importe, lo que interesa es el acceso a las arcas.
¿Qué nos espera entonces? Básicamente una competencia en la que la oferta serán, por un lado, los proyectos asistencialistas presidenciales y, por el otro, el “estímulo” que puede otorgarse el día de la votación. El lector podrá decir que, por lo menos, la 4T tiene una oferta sostenida en el tiempo, pero cabe decir que nada garantiza que, luego de las elecciones, el asistencialismo permanezca, ¿o a poco cree el lector, por ejemplo, que luego de los comicios en Cozumel se seguirán subsidiando los cruces marítimos? ¿A poco cree que las despensas estatales entregadas en los municipios con el pretexto de la pandemia seguirán disponibles? Sí, en lo local no hay algún programa que destacar, pero los federales son igual de inciertos. Esa es la falta de alternativas a las que el escribiente se refiere. (Por cierto, ¿nota el lector que este gobierno estatal es el primero en toda la historia quintanarroense que no tiene un solo programa por defender?)
Por lo demás, faltará ver si en Solidaridad y Puerto Morelos logran triunfos partidos como Fuerza Por México, que hasta ahora lucen como favoritos, aunque a nivel federal la “franquicia” tiene más posibilidades de desaparecer, que de mantener el registro y de los demás poco, muy poco tiene que decirse; Movimiento Ciudadano vendido al gobierno en turno, los partidos locales entregados a las grandes coaliciones y Redes Sociales Progresistas… ¿cuál?
COMENTARIO MORBOSO
A partir de este lunes 19 de abril de 2021, faltan 515 días para que Carlos Joaquín González deje de ser gobernador de Quintana Roo; un año con cinco meses y seis días. Un largo periodo, si se considera que el desencanto y la desesperanza están presentes. 515 ocasiones en que los quintanarroenses – ¿acaso la mayoría? – recordarán que aquel 06 de junio de 2016 eligieron un régimen que pudo ser diferente, pero que al paso del tiempo no logra diferenciarse de los que le antecedieron, más allá de ser porque la vía partidista generó una simulada alternancia.
¿Del 06 de junio de 2016, al 06 de junio de 2021 ha surgido alguna opción diferente de gobierno? ¿Los candidatos oficiales utilizarán frases como “hay cambio”, “más y mejores oportunidades para todos”? En concreto ¿La actual administración les suma o les resta apoyos a nivel de la ciudadanía? ¿Es el gobierno de Joaquín González el mayor lastre que llevan a cuestas? ¿Se atreverá alguno a esgrimir los resultados de esta administración como bandera de campaña, o de plano le darán la vuelta discursiva? La debacle comenzó hace mucho, ahora sólo vendrá la confirmación pública, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
Pd. 06 del 06 de 2016 (666, ¿cómo no lo vimos antes? es sarcasmo…y no)
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