2014: La muerte comenzó a llamarse ébola
La Habana (PL) En 2014 la muerte de humanos comenzó a llamarse ébola en África occidental, debido al destape del décimotercer brote epidémico de esa enfermedad en lo que va de siglo.
La fiebre hemorrágica de ébola (FHE), tuvo su punto de partida el mes de febrero en Guinea, aunque desde diciembre de 2013 el mal fue detectada en la subregión, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, el 21 de marzo el Instituto Pasteur de Lyon, Francia, confirmó la existencia en África central de la llamada cepa Zaire del virus del ébola.
Dos días después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó oficialmente al mundo del brote de la FHE y sobre que los infectados detectados ascendían a 86.
De manera paralela, Conakry anunció que 59 de los contagiados murieron por ébola.
A mediados de abril quedó ratificado que la cepa de ébola detectada por los laboratorios franceses constituía la más peligrosa conocida hasta el momento, según los virólogos.
Ese criterio fue subrayado por la OMS, cuando aseguró que los muertos por la FHE hasta el 7 de abril ascendían a 137 en Guinea.
Todos fallecían (indistintamente), luego de severas náuseas, diarreas, fiebres, y por trastornos en el funcionamiento de los riñones y del hígado.
Antes de perecer los enfermos expulsaban sangre y otros fluidos por todos los orificios del cuerpo, incluida la piel, debido a hemorragias internas.
Al vencer el primer cuatrimestre del año, la tasa de contagio por la epidemia de la FHE en África occidental fue estimada por la OMS en más del 60 por ciento.
Sierra Leona confirmó su primera muerte por ébola a inicios de mayo y un mes después la OMS reveló que el brote en el área constituía el tercero más mortífero de todas las épocas, con 224 fallecidos.
Entonces la mortandad por ébola se acercó a la sucedida durante 1995 en Gabón y Costa de Marfil, donde se reportaron 250 muertes.
También estaba próxima a las 280 defunciones contabilizadas oficialmente hace 38 años en la localidad de Kikwit, antiguo Zaire -hoy República Democrática del Congo-, donde llegó a alcanzar el 90 por ciento de letalidad.
La actual epidemia de la FHE alcanzó en el segundo trimestre las proporciones catastróficas auguradas por los entendidos y comenzó a infectar a personas en Liberia, Sierra Leona y Mali.
El 8 de agosto, la OMS declaró que en caso de no lograrse la cura, peligra la raza humana y que la epidemia constituía una emergencia de salud pública de importancia mundial.
Inmediatamente se multiplicaron los esfuerzos internacionales para combatir el mal.
En ese sentido el Consejo de Seguridad de la ONU fue convocado, y declaró la epidemia de la FHE como amenaza para la paz y la seguridad, según la Resolución 217 de ese órgano.
La Asamblea General de la ONU centró sus trabajos en el enfrentamiento al ébola, y desplazó a segundo plano otras graves amenazas para la seguridad mundial.
También el Parlamento Europeo se pronunció sobre la epidemia con una preocupación y un nivel de detalle poco usuales.
A inicios del presente cuatrimestre la ONU llamó a recaudar mil millones de dólares para combatir el mal.
La agresividad del virus y la reducida capacidad inmunológica de respuesta acumulada en las personas, facilitó que la enfermedad progresara con celeridad en órganos y sistemas esenciales de los humanos.
También contribuyeron a la expansión de la FHE en África occidental, creencias y prácticas culturales, el acompañamiento y promiscuidad junto a los enfermos, los ancestrales ritos funerarios y los hábitos alimentarios de los países afectados.
En septiembre, la FHE mantenía una altísima letalidad, pues seis personas, de cada diez infectadas, morían como promedio.
Un destello esperanzador en la batalla contra el mal sucedió en la segunda mitad de octubre, cuando Senegal y Nigeria fueron declarados por la OMS libres de la epidemia. Dakar y Abuja reportaron al organismo de Naciones Unidas superar en el doble el período de incubación del virus (42 días) sin registro de nuevos contagios.
A fines de noviembre la OMS advirtió que los hombres que han padecido el virus pueden contenerlo en su líquido seminal hasta tres meses después de desaparecidos los síntomas.
La organización Médicos sin Fronteras (MSF), comenzó a aplicar en diciembre fármacos experimentales originados en el plasma sanguíneo tomado de sobrevivientes de la FHE. Esa vacuna pudiera contribuir a la curación de las personas infectadas.
En África occidental se ensayan también las drogas Brincidofovir, de la farmacéutica estadounidense Chimerix, y Favipiravir, fabricada por Japón, entre otras.
También figura una fórmula creada por la Universidad de Maryland, Baltimore, Estados Unidos, que utiliza un virus del resfriado común, genéticamente modificado con un pequeño segmento del virus del ébola, la que está siendo probada en Mali, Reino Unido y Suiza.
En lo que va de año en el mundo han muerto por ébola cerca de seis mil 500 personas, según la OMS; y se estima que casi 20 mil seres humanos están infectados por esta enfermedad.
No obstante, en los umbrales de 2015 aún no se dispone de una vacuna que permita prevenir la FHE, ni tampoco existe un tratamiento específico probado para los infectados.
Sin embargo, la esperanza parece estar más cercana que la línea del horizonte.
La OMS dio este mes un nuevo mensaje optimista, al anunciar que la vacuna creada en Maryland fue a prueba y resultó ciento por ciento efectiva al ser utilizada en primates, por lo que ahora se ensaya en personas y se espera comprobar igual éxito.
El Waterloo contra el mal se avizora, para que este tipo de muerte cambie de nombre en 2015.
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