19S

Por Guillermo Robles Ramírez

Un 19 de septiembre como hoy, pero 37 años atrás, México fue atacado con un bombardeo de un sismo de más de 8 grados en la escala de Richter, provocando la muerte de más de 3 mil 600 mexicanos y días después se estimó un aproximado de más de 5 mil personas; un costo en daños de unos 8 mil millones de dólares, y para la Asociación Mexicana de Institución de Seguros representó un costo en materiales un poco mayor de 987 millones de dólares.

Algunas vidas fueron salvadas, pero otras no, pero ese 19 de septiembre de 1985 se convirtió en una fecha sensible para nuestro país. Un año después de esa tragedia y con una justificación muy corta, pero concreto y contundente quedó publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 6 de mayo de 1986 a lo cual su letra dice “que la experiencia de México en materia de la protección civil tiene su desarrollo más importante a partir del desastre ocasionado por los terremotos del mes de septiembre de 1985, ya que en esa ocasión se puso de manifiesto la necesidad de contar con un instrumento administrativo de cobertura nacional que permitiera integrar y coordinar la respuesta de todos los sectores sociales en caso de presentarse nuevos desastres..”

Sin duda las bases para instrumentar un sistema de protección civil preventivo y reactivo. Días antes, para conmemorar el aniversario del sismo del ’85 y para poder honrar a las víctimas del gran terremoto, se hacían los simulacros de evacuación preventiva. Un simulacro que se ha automatizado y que no se ha actualizado a los tiempos modernos dejando atrás lo aprendido pero muy a flor de piel las pérdidas humanas.

También la Bandera de México debe de estar izado a media asta en forma de señal de duelo y luto nacional y los simulacros de evacuación en diferentes puntos del país, así como lugares públicos y privados fue la manera correcta de mostrar respeto en el país.

Pero para las nuevas generaciones, quienes desconocen los detalles del terremoto de México de 1985, dejo un pequeño resumen de lo sucedido dejándoselos en las siguientes líneas.

En aquel año estaba al mando de la República Mexicana, el expresidente Miguel de la Madrid, quien junto con el resto de los mexicanos le tocó vivir uno de los peores desastres ocurridos en toda América Latina, golpeando en toda la costa Oeste de la ciudad de México.

Y aunque no se sabe con precisión la cantidad exacta de víctimas fallidas por la misma censura o control que existía en aquellos años en los medios de comunicación; no fue hasta años después que se logró sacar una estimación oficial.

Un aproximado de 6 y 7 mil personas fallecidas teniendo su variedad final hasta unas 10 mil personas, pero no fue hasta con la apertura de la información que se determinó arriba de los 40 mil muertos.

El sismo fue de una intensidad de 8.1 grados de magnitud sobre la escala de Richter, comenzando a las 7:17 horas, pero en la Ciudad de México se percibió a las 7:19 horas teniendo una duración de 2 minutos siendo suficiente daño comparando su energía generada como la liberación de 30 bombas atómicas como la que destruyó a Hiroshima.

Aunque en un principio México no quiso recibir ninguna ayuda extranjera, fue el Ejército Mexicano y la Cruz Roja Mexicana, quienes se llevaron los principales créditos, así como algunos ciudadanos héroes que con el tiempo se convirtieron en personajes para recordarse no solo en la historia, sino que también colaboraron en otros desastres similares al ocurrido en 1985.

Precisamente en ese año fue cuando debutó la Cruz Roja Mexicana en ese tipo de desastres naturales, siendo la prueba más dura que había enfrentado por la magnitud del siniestro, con tal efecto que a simple vista el desbastador temblor dejó a su paso edificios caídos, gente clamando ayuda, desaparecidos ante lo que había pasado sin poder creer lo que observaban.

De inmediato, la Benemérita Institución se coordinó para trabajar en labores de rescate, a pico y pala, ya que en ese entonces el equipamiento era nulo, sin embargo, pese a las dificultades se logró apoyar y ayudar por días, sacando gente que yacía entre los escombros.

Muchas anécdotas fueron las pláticas después de lo ocurrido del temblor, siendo siempre esas conversaciones llenas de sentimientos encontrados. Aquellos quienes sobrevivieron lo relataban con lágrimas de alegría, así como con lágrimas de tristeza por quienes no solo perdieron a familiares o seres queridos, sino también las hay amargas historias relatando la perdida de todo, incluyendo su único patrimonio.

A 37 años de la conmemoración del terremoto de 1985 son muy pocas cuartillas, palabras y letras para poder describir lo que sucedió en nuestro país en este espacio editorial, pero al igual de corto que mi columna de Opinión están nuestras autoridades que muy a pesar del siniestro ha sido muy a cuenta gotas las prevenciones tomadas posterior al terremoto en donde ha sido más por parte de la iniciativa privada de tomar providencia en la construcción de nuevos edificios con sus amortiguadores para terremotos y aquellos que sobrevivieron adaptarles a su medida este tipo de equipamientos.

Ya pasaron más de tres décadas y seguimos en pañales con cero culturas de prevención de seguridad, accidentes y menos cultura para prevenir ante desastres naturales; aun sabiendo que en ciertas entidades federativas se repiten cíclicamente eventualidades de tal naturaleza que pueden terminar en desgracia como es el tiempo de lluvia, huracanes, solo por mencionar las más comunes, y si no solo basta con echar un vistazo a las noticias de nuestro país.

La prevención en México sigue en pañales y solo se hacen simulacros ya después de que suceden las cosas, pero no existe una campaña permanente. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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