Veneno Puro: “Tragedia” Priista
*“Tragedia” Priista
*Con la Misma Sangre
Por Rafael Loret de Mola
Para los gobernadores priistas, sin duda, fue casi una tragedia el retorno del PRI a Los Pinos en 2012, acostumbrados como estaban a desafiar a los mandatarios panistas y hacer las veces de contrapeso, razón por la cual surgió la llamada CONAGO –Conferencia Nacional de Gobernadores-, para revertir las condiciones de poder con una mayoría considerable de priistas en los distintos palacios gubernamentales; lo interesante es que, pocos meses después de surgir la opción con tintes tricolores, los panistas y perredistas se sumaron a esta instancia tan incómoda para los presidentes emanados de la derecha.
Luego llegó Peña y las aguas volvieron a su cauce, convirtiéndose la CONAGO en una más de las instituciones “de acompañamiento”, esto es para respaldar y NO cuestionar al titular del Ejecutivo federal, con severos estragos en la correlación entre las entidades y el centro neurálgico de la República. La cuestión se hizo más evidente con la negación a las soberanías estatales para exaltar a las corporaciones centrales de policías con designaciones diversas. En este punto, el federalismo perdió la partida y, desde entonces, cada mandatario estatal depende, en buena medida, de su acercamiento con los poderes centrales, específicamente con el presidente de la República, deformándose los ordenamientos constitucionales sobre el tejido de la República, la soberanía de los estados y la autonomía de los municipios; de paso, también, se llevó a la supuesta separación entre los poderes de la Unión. Y por esta senda siguió, la del PRI volcado en Morena, Andrés Manuel López Obrador.
De tal forma que la prosperidad de la mayor parte de los gobernadores –en realidad casi todos con excepciones dudosas-, surge de otras fuentes y no de las participaciones federales ni de los ingresos proveídos por la ciudadanía de sus respectivas entidades. Para evitarnos eufemismos baratos me refiero, directamente, a los nexos inconfesables con los principales cabecillas del crimen organizado, desde bandas de secuestradores –una industria muy bien protegida, por ejemplo en Morelos, desde la era de Jorge Carrillo Olea, pero acrecentada bajo la tutela del repudiado perredista Graco Ramírez quien grita a los cuatro vientos su rencor contra Andrés Manuel luego de dejar la gubernatura a un buen futbolista pero pésimo político-, hasta los mayores capos del narcotráfico cuya territorialidad nadie discute.
Por las Alcobas
Esto eso, bajo cualquier tipo de lectura aun la más neófita, el duelo entre gobernadores con la misma sangre, fue consecuencia asimismo de la pugna entre el cártel del Golfo y los Zetas, más radicales éstos, confabulados con los principales personajes de la entidad, situación que ha venido repitiéndose, sin detenerse, en cada uno de los estados del país. No asombra ya, por ejemplo, que en Tamaulipas la guía de narco-gobernadores sume a Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington Ruvalcaba –capturado en Florencia y por quien se ofreció una recompensa de quince millones de pesos, al mejor estilo del viejo oeste-, Eugenio Hernández Flores –aprehendido mientras paseaba, orondo-, Egidio Torre Cantú, descastado este último al pasar sobre la sangre derramada por su hermano Rodolfo, el médico asesinado una semana antes de los comicios en 2010 y a cuya memoria no se le ha hecho la menor justicia, obstaculizada por el infame fraterno; y, desde luego, Francisco García Cabeza de Vaca, a sus anchas pese a sus antecedentes terribles y libre del “peso” del gobierno federal.
Respecto al mandatario tamaulipeco, el panista García Cabeza de Vaca, de pasado tenebroso, debiera iniciar ya las indagatorias pertinentes para deshacer el círculo diabólico de los priistas, cómplices de los cárteles, a menos, claro, que siguiera su propia trayectoria: fue ladrón de automóviles en su juventud e incluso purgó condena en Texas por ello; digamos que fue el segundo caso, entre los panistas de gestión reciente –el primero, claro, es Miguel Ángel Yunes Linares-, de elementos con antecedentes criminales, aun cuando no estuvieran a la vista por prescripción de sus cómplices en el gobierno, y redimidos bajo el manto azul de protección.
La política no se trata de aprovechar las fuentes ilícitas del poder económico. Pero así es en el mundo de AMLO y sus aduladores.
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