Veneno Puro: Morelos, Corroído

  • Morelos, Corroído
  • Viva la República
    Por Rafael Loret de Mola

Son, sí, unos farsantes que esconden los rostros y agitan las manos en pro de sus propias fortunas, obtenidas de mala ley y con la sospecha sobre vínculos inconfesables que siempre eluden a la hora de rendir finiquito salvo en contadas excepciones. Se tiene a ocho ex gobernadores detrás de las rejas y percibimos que no existe justicia pese a ello porque quienes se salvan son mucho más –acaso los peores- y sólo los diferencia el grado de complicidad con los que fueron perentorios huéspedes de Los Pinos. Nunca, eso sí, se habían alcanzado los niveles de amoralidad en la Presidencia como en la administración federal de Peña, la de su sucesor y en las de los gobernadores imitadores.

Con Peña tuvieron lugar los abusos más descarados, como el caso de Jabnel Carmona Bueno, una joven madre de 32 años, quien fue abusada sexualmente desde que tenía diez años y fue llevada por su padrastro a Alemania en donde la violó por vez primera. El sujeto, un rico empresario y propietario de un rancho donde cría caballos además de haber erigido un cortijo donde celebra corridas de toros, Leonardo Domínguez Adame, convirtió a la chica en objeto de sus bajezas, la peor de ellas hacerla madre, teniendo dos hijas con ella cuando apenas tenía catorce y dieciséis años, bajo el fútil argumento de que sólo la usaría como incubadora porque su esposa, la madre de la víctima, ya no tenía posibilidad de procrear.

El monstruoso, desgarrador argumento, permitió a Leonardo registrar a las niñas como hijas suyas y de su mujer, esto es como medias hermanas de Jabnel, en un caso antológico de barbarie sexual. Y así, atemorizada por no querer sola a su progenitora, la niña toleró abusos incalificables, un día sí y otro también, durante casi dos décadas. Sumisa, callada, recibía regalitos supuestamente compensatorios como un “mapache” en condición de mascota y compañía. Hasta que tuvo el valor de salir, o pretenderlo, salir de su infierno.

Dos veces lo intentó. En 2013, cuando acabó en un psiquiátrico costeado por Leonardo; y en este 2017, cansada ya de bajezas y ante el horror de que el sujeto, siempre armado y con una cáfila de maleantes alrededor, decidió llevar a vivir en sendas cabañas de su rancho a Jabnel, su madre y a otra chica, para saciar sus deplorables apetencias. Y fue la otra chica, con quien también tuvo hijos, la que intentó huir encontrándose en un laberinto interminable de pistolas y tiros. Entonces, Jabnel sacó su valor y se interpuso, subió a sus hijas y a su madre a la camioneta donde huía su compañera de desgracias y abandonó el rancho de marras.

Me llamó y le impulsé a denunciar los hechos. Intenté que el entonces fiscal, un pobre diablo llamado Javier Pérez Durón, y su auxiliar, Eduardo Mancera, se interesaran en el caso y prometieran celeridad. Nada hicieron, claro, porque el fulano este, Leonardo Domínguez, acudió a instancias superiores con las talegas de la corrupción y se pastorea delante de la casa en donde se apiñaron sus víctimas, con insolencia inaudita y sin que actúen las “autoridades”.

Tal es el dibujo, una negra pincelada, de la entidad que gobernaba Graco Ramírez cuando denunciamos los abusos. ¿Ahora entienden por qué fueron capaces de robarse hasta la ayuda a los damnificados de los terremotos de septiembre pasado? No ha sido, ni mucho menos, lo peor de estos infames.

¡Cárcel para ellos!

Por las Alcobas

La mayor angustia que tienen los independentistas catalanes es si su equipo de mil amores, el Barsa, seguirá o no en la liga española. El setenta por ciento quiere la emancipación pero el cien por ciento no desea perderse el clásico contra el Real Madrid ni cambiarlo con un encuentro con el PSG de París, cada vez más blindado y ahora, para dolor profundo de los culés, con Messi jugando en Miami.

Es de risa loca. Con la misma tesitura superficial prohibieron por allá las corridas de toros acaso porque veían en los cuernos, de modo distorsionado, a los Borbones y sus “porretas” como ellos dicen. La cuestión de trazar el destino es cosa es seria y no un juego de cubilete. Ya lo superaron al parecer pero no en México en donde sigue el síndrome animalista guiado por un juez atrofiado.

Fuera de esto, ¡viva la República!


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