Veneno Puro

*Cimientos Podridos

*Mandatario Copado

*Prófugo Intocable

Cuando felipe calderón –minúsculas- dijo iniciar una cruzada enérgica contra las bandas delincuenciales que mantienen en jaque a la sociedad mexicana, olvidó un principio elemental: es imposible construir un edificio sobre los cimientos podridos del anterior, ruinoso. Cualquiera sabe que el colapso, de proceder así, será inevitable tanto más en la medida en que se haya elevado. No hay manera de salvarse ni casualidades que valgan: el desplome será seguro, más tarde o temprano. Y lo mismo es aplicable cuando se pretende comenzar un gobierno sin finiquitar los predecesores que obligan a arrastrar severos lastres: en cualquier momento la nueva administración sucumbirá por asfixia.

En 2000, como hemos repetido una y otra vez para que quede el registro preciso, el cambio prometido devino en su antítesis, la continuidad. Fueron negadas las proclamas básicas contra la corrupción ingente para expresar todo tipo de bienaventuranzas a quien había prohijado, se dijo, las condiciones para la transición democrática, esto es el gran simulador Ernesto Zedillo, responsable, más bien, de haber estimulado el clamor por el cambio por las tremendas desviaciones de su régimen y, sobre todo, las alianzas inconfesables del mismo. Fue éste el más claro ejemplo de mutación política de la historia: pasó el personaje de la condición de perseguido demonio a la de aliado exaltado. Obviamente nadie habla de la mano que hiló la telaraña.

A calderón, desde luego, no le tocó vindicar el pasado priísta que, en 1999, se antojaba imperdonable por inmoral e ilegal. Pero sí cobijar a su antecesor inmediato, o más bien a la pareja que cubrió el expediente del cogobierno, una figura inexistente en nuestra estructura jurídica, con la mayor protección imaginable. Y, al mismo tiempo, optó por no sacudir las aguas hasta que éstas comenzaron a ahogarle. Dijéramos que la conflictiva de la violencia, heredada por efecto de las complicidades soterradas entre el poder público y las mafias dominantes, le estalló en las manos antes de haber descubierto siquiera los polvorines. Y no tuvo el menor ánimo para desenredar la tremenda maraña de las colusiones y los valores entendidos. Sencillamente, se dejó llevar.

Tras su atropellada asunción presidencial, acaso espejo de cuanto sucedería a partir de entonces, el señor calderón se enfrentó a una perspectiva tremenda: la confirmación, por demás evidente, de que sus cuadros policíacos y militares, como también los de las jurisdicciones regionales, estaban, y lo están ahora, hondamente contaminados. Y peor aún: de ellos derivan los severos conflictos de orden público, como la industria exitosa de los secuestros, por obra y gracia de la impunidad, por una parte, y la tolerancia excesiva, por la otra. Y es ahora cuando los hilos revientan y se pretende, muy tardíamente, revertir la tendencia con las autoridades copadas y las provocaciones a flor de piel.

Igualmente lamentable, debemos asentarlo, es la postura de la disidencia intransigente que se solaza en el drama gubernamental, aunque se calmara un poco la tendencia subversiva por las catástrofes naturales y los réditos políticos de la industria de los damnificados lo mismo con Salinas, Zedillo, Fox, calderón y Peña, al igual que sus predecesores, en vez de reaccionar con civilidad política y sentido de responsabilidad. Esto es como si el soberano traspiés institucional le viniera bien.

Pobres liderazgos los nuestros, tuertos por antonomasia, esto es por derivación de un sectarismo obcecado que, como la diabetes, avanza silenciosamente corroyendo cuando se encuentra a su paso, minando al país y sin posibilidad alguna de detener la descomposición general, más bien extendiéndola de acuerdo a las apuestas en boga. No hay dirigente partidista que se salve del análisis. Y de esto, naturalmente, no nos alegramos.

Si en 2006, la verdadera mayoría, sumados los indecisos con quienes optaron por abstenerse de votar, señalaba hacia los perfiles de los candidatos para insistir en que no podían escoger entre tres personajes con limitaciones tan serias para ejercer el gobierno, ¿qué será ahora cuando se evidenciaron ya todos los defectos imaginables y los antiguos postulantes, dos de ellos cuando menos, se mantienen inamovibles en las trincheras de la intransigencia necia? Y el tercero en discordia, perdido en alguno de esos maratones sin destino, sólo se refleja en el simplismo de quienes en el PRI suspiran por el retorno de los brujos, es decir de los ex presidentes, incapacitados para impulsar cualquier posibilidad de renovación. Lo mismo sucedió en 2012.

Acaso la percepción más deplorable es la que arroja la impunidad extendida, además, hacia el complejo principio del fuero constitucional en el que se refugian algunos de los personajes más ligados al pasado ominoso y con serios vínculos non santos. Dicen que son intocables; pero, en cambio, no lo fue, en 2005, el jefe del gobierno defeño, a quien se retiró tal escudo mediando truculencias escandalosas, cuando se intentó reducirlo antes de iniciar la campaña presidencial con argucias de corte infantil.

En tales antecedentes, no lo dudemos, se fincan los desórdenes del presente que crecen en la medida en que también se extienden los temores entre la llamada “nueva” clase política que no ha sido siquiera capaz de separarse de la “antigua” sino más bien se unió a ella para intentar protegerse.

Mirador

No extraña en estas circunstancias la crecida de los grupos delincuenciales ni el permanente amago a la sociedad que ello significa. Menos aún la penetración profunda de las mafias en la vida institucional del país porque algunas de sus cabezas toman posiciones relevantes y amplían coberturas y complicidades con la mayor facilidad. Como no hay revisión alguna ni juicios históricos, la impunidad permite e incluso estimula las reincidencias; y más cuando se trata de personajes intocables.

¿Cuántas veces denunciamos, en este mismo espacio, los contubernios en el sureste de México prohijados por el cacicazgo cerverista a favor de una nueva “casta divina” con inclusión del narcotráfico como actividad central? Y el personaje principal de la trama murió en agosto de 2005 sin siquiera haber sido motivo de indagatoria alguna.

Por allí quedaron los señalamientos acerca de la construcción de cuarenta y dos pistas clandestinas de aviación, obviamente utilizadas por los “señores de los cielos” –así, en plural, dado los camuflajes de los capos a quienes se disfraza de muertos-, y de la protección oficial, descarada, a los cultivadores de marigüana tal y como denunció, además, la Secretaría de la Defensa Nacional en plena puja de intereses. Bien se dice, para infortunio de los mexicanos, que cada sexenio “estrena a sus propios narcos”. Y los grupos, por supuesto, se polarizan y dividen.  Sólo los ingenuos y los tontos no se dan cuenta.

¿Puede sorprendernos, a estas alturas, que la apacible Yucatán se convirtiera, al igual que la otrora pacífica Aguascalientes, en zona caliente por la presencia de los mayores capos que han intimado con las sociedades extendiendo alianzas soterradas y empresas irrenunciables por sus múltiples atractivos?¿Seguirá el gobierno chupándose los dedos y pretendiendo que hagamos lo mismo? Y la cereza del terrorismo, con los “Mata-Zetas” recordando a los GAL –Grupos Antiterroristas de Liberación) españoles en plenitud de coincidencias, en el pastel del continuismo dirigido hacia el abismo.

Por las Alcobas

Perdí la fe en la justicia mexicana desde hace muchos años, varios después del asesinato de Carlos Loret de Mola Mediz en febrero de 1986. Durante largo tiempo creí en la palabra de algunos funcionarios, incluyendo un presidente de la República, el señor Salinas, quienes se comprometieron a reabrir los expedientes del caso.

La pieza clave para resolver aquel enigma se centró en Antonio Nogueda Carvajal, quien fungía como Director de Averiguaciones Previas del Gobierno de Guerrero cuando ocurrió el crimen y después señalado por los homicidios de otros líderes políticos en condición de prófugo. Al respecto, Jorge Carpizo McGregor, cuando despachaba como procurador general, me dijo:

–Ya casi lo tenemos. Lo que pasa es que cuando nos aproximamos a él y estamos a punto de aprehenderlo, ¡le dan el pitazo y se nos escapa de las manos! Es evidente que lo protegen. Tiene mucho poder.

La cadena protectora, por lo visto, se fue haciendo grande, tan grande que ya no cabe en las nóminas oficiales. Abundaremos.

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Web: www.rafael-loretdemola.mx

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

LAS INERCIAS APUNTALAN AL SISTEMA, EL CONTINUISMO ASFIXIA A LA SOCIEDAD. INERCIAS Y CONTINUISMO, TAMBIÉN DURANTE LAS CALAMIDADES NATURALES, PREVISIBLES Y JAMÁS CONTENIDAS CON UNA ACTITUD PREVENTIVA QUE ASEGURE LA CREACIÓN DE INFRAESTRUCTURA ADECUADA, PERMEAN LA VIDA INSTITUCIONAL DE UN PAÍS FUERTEMENTE ATENACEADO POR LA INJUSTICIA, LA INSIDIA POLÍTICA Y LA IMPUNIDAD QUE PERMITE A LOS PEORES REPRESENTATES DEL PASADO MOSTRARSE COMO GARANTES DEL FUTURO CON MAQUILLAJE ESCURRIDO DE PATRIOTERISMO DE PACOTILLA. BARTLETT, GAMBOA, CAMACHO…¡Y TANTOS MÁS, SIN OLVIDAR AL AHORA SILENTE DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS!

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