Una dolorosa enseñanza
La tragedia sucedida el día miércoles en el Colegio Americano del Noreste, en la ciudad de Monterrey, NL., en donde un estudiante atacó sorpresivamente con un arma de fuego a tres compañeros y a la maestra para posteriormente quitarse la vida, convulsionó al país.
Algo que nadie se imaginó que sucedería en México, pues este tipo de asesinatos solo lo veíamos desde las gradas de nuestro país en donde solamente sucedía en los Estados Unidos.
Tan acostumbrados estábamos como observadores que cada vez que sucedía en los Estados Unidos, los mexicanos no hacíamos nada al respecto viéndolo siempre como un problema social que nunca pasaría en nuestro país y tal grado que aunque suene cruel, ya nos era indiferente considerándolo como algo cotidiano de los estadounidenses en donde no solamente escuelas, universidades, restaurantes y centros comerciales era común enterarnos que entraba un loco gringo armado tiroteaba sin ninguna razón para terminar por suicidarse.
Esa indiferencia cobró su factura el día de ayer. Esa deshumanización que teníamos ante Estados Unidos, cada vez que entraba un solitario armado asesinando sin motivo alguno, el día de ayer despertó en nosotros esa sensibilidad que nos diferencia entre el resto de los animales del planeta.
Desde el miércoles en todas las redes sociales de México se saturaron con imágenes de lo sucedido e igual manera el video siendo éste último más impactante en donde se observa la frialdad y sin titubeos la manera en que dispara el menor de edad a la maestra y a tres compañeros del salón. Sin arrepentimiento alguno, sin temor, y con planificación.
Más allá del morbo de sacar conjeturas y de condenar a un menor de edad por sus actos es necesario primero como sociedad juzgarnos nuestra propia miopía e inocencia de pensar que los problemas de otras naciones son enseñanzas preventivas para poder evitar lo sucedido de ayer, es decir, los mexicanos nos menospreciamos en muchas ocasiones viendo los problemas de otras naciones como cosas imposibles en nuestro país, un ejemplo de ello fue con el atentado terrorista en Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001 en donde Al Qaeda estrelló aviones comerciales en el complejo de edificios del World Trade Center, y daños en edificio del Pentágono.
En el 2001 cuando se supo lo vulnerable del sistema de defensa de los Estados Unidos, se nos sugirió a nuestro país tomar medidas y las únicas medidas tomadas en aquel entonces fueron puras burlas de nosotros mismos menospreciándonos: “nosotros no tenemos nada que nos ataquen”, otros “lo único importante para que, Al Qaeda, ataque es el edificio del SAT” y así muchos otros comentarios más.
Con esos ojos nos vemos a nosotros mismos como país, y lo mismo ha sucedido con tantas noticias sobre asesinatos cometidos en escuelas estadounidenses y lo único que pensamos en ese momento era que nunca sucedería en México porque no existe la venta de armas tan indiscriminadamente.
Pero ahora nos damos cuenta que no se necesita ser una nación como la de Estados Unidos para vivir los mismos problemas sociales, y nosotros como sociedad somos los primeros en tener la culpa ante las pocas y atinadas veces de nuestras autoridades cuando implementan algún programa como el de “operación mochila” para evitar la introducción de droga a las instituciones educativas, y la reacción de muchos padres de familia fue la inconformidad y la postura ofensiva porque cómo era posible que trataran a sus hijos como si fueran delincuentes.
Existen muchas interrogantes que no han sido respondidas como es el dónde sacó el arma, en donde la lógica nos dice que tuvo que haber sido dentro de su casa o bien de algún familiar y de serlo así los padres nunca dirán la verdad porque aquí en México, la venta de arma no se da indiscriminadamente, pero aquellas familias que tienen una lo más seguro es que el 90 por ciento de ellas son armas ilegales que las compran por protección.
Sin importar de armas ilegales o legales no hay ninguna campaña de sobre los cuidados de tener un arma de fuego en casa, como es el tenerlo en una caja de seguridad y fuera del alcance de los niños.
Satanizar a un menor de edad es juzgándolo y sacando conjeturas como lo han hecho desde el día de ayer por medio de las redes sociales. Prejuicios sin fundamentos es lo único que se puede leer en esas publicaciones en las redes, siendo evidente la total ignorancia de la sociedad sobre un tema que no sabe cómo digerirlo, despertando un nuevo temor para los mexicanos, y culpar a los padres del agresor nunca será suficiente o de existir alguna negligencia por parte de ellos eso será una cruz muy pesada que tendrán que cargar por el resto de su vida, al igual que la muerte de su propio hijo.
Todos se preguntan cuáles fueron los motivos o el entorno de ese menor de edad que orilló llevar un acto como tal, o bien cuáles fueron sus causas para tomar una decisión tan drástica. Nadie sabrá la verdad pues todos esos secretos se los llevó con su muerte, pero nos dejó una enseñanza del cual debemos de aprender y actuar ante ello para evitar que suceda nuevamente y no hay que olvidar lo vulnerable que somos socialmente. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org
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