Ucrania: Ni guerra ni paz
Moscú, 8 mar (PL) Los acuerdos de armisticio en Ucrania y la apertura de un diálogo directo entre las partes en conflicto pasan hoy por una prueba de resistencia, frente a sectores militaristas y facciones ultranacionalistas dentro de ese país.
Ni guerra ni paz es la ecuación que mejor caracteriza la situación en el sureste ucraniano, tras casi un año de enfrentamientos fratricidas, con más de seis mil muertos.
Los habitantes de las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk emprendieron la reconstrucción de las ciudades prácticamente en ruinas por bombardeos y golpes de lanzamisiles múltiples, en una lucha diaria, superada por la realidad de las dificultades económicas. Tratan de dejar atrás las peores tragedias vividas y creer en una paz duradera.
El alto el fuego en el Donbass fue decretado el pasado 15 de febrero y una semana después las milicias iniciaron la implementación del punto referido a la retirada del armamento pesado, en los llamados acuerdos de Minsk-2, conciliados en la capital de Belarús.
Pese a la voluntad de los firmantes, persisten escaramuzas en la línea de fuego, ametrallamientos a poblados y hasta golpes de morteros, según constataron observadores de la misión especial de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).
Desde entonces, solo se ha producido un canje de prisioneros -contemplado también en las avenencias-, en condiciones disparejas, pues mientras los milicianos entregaron cientos de soldados ucranianos, la contraparte liberó apenas una treintena de retenidos, incluso de civiles no involucrados en los combates.
Las autoridades de las proclamadas repúblicas populares de Donetsk (RPD) y de Lugansk (RPL) dieron por concluido a mediados de esta semana el repliegue de las armas de gran calibre desde la retaguardia a la zona de contención, proceso verificado por los veedores de la OSCE. Se trata básicamente de medios artilleros y sistemas múltiples de tipo Grad.
En contraste, la misión europea no ha reportado una información actualizada y en detalle sobre el movimiento de los medios de combate por las tropas ucranianas. El mando de Kiev mantiene sus reservas acerca del cumplimiento estricto de ese punto, considerado medular para una distensión, sin medias tintas.
Representante de Rusia en el Centro conjunto de control y coordinación del alto al fuego en el Donbass, el coronel general Alexánder Lentsov, reportó en rueda de prensa que Ucrania no había retirado en la fecha todo el armamento estipulado en los acuerdos.
Dijo que le preocupaba el hecho de que el 4 de marzo Kiev retiró solo los medios antitanques, cuando la mayoría de las víctimas civiles han muerto por los impactos de la artillería reactiva y los morteros.
Según la fuente, en la región del aeropuerto de Donetsk – en ruinas- fueron registrados en 24 horas unos 25 ametrallamientos y 10 disparos con morteros desde posiciones ucranianas.
A su vez, la RPD reportó 16 casos de descargas de artillería, el martes 3 de marzo, en dirección a zonas residenciales del territorio controlado por las milicias.
Los rebeldes atribuyen la violación del armisticio a agrupaciones que no se subordinan al mando de Kiev y a comandos ultranacionalistas de la Guardia Nacional y batallones financiados por oligarcas ucranianos.
De otro lado, la noticia reciente de que la Guardia Nacional de Ucrania fue dotada de una nueva partida de tanques para la operación de castigo denominada «antiterrorista» contra la población del Donbass contrasta con el compromiso de paz del gobierno del presidente Petro Poroshenko.
Asimismo, generan suspicacias la solicitud de Kiev del emplazamiento de un contingente de pacificadores europeos -casi seguro de policías- en la zona de amortiguamiento y los pedidos de suministro de armamentos a Estados Unidos.
Lo anterior hace pensar que, a lo externo, Kiev se empeña en demostrar apego a los acuerdos de Minsk-2, mientras a lo interno hace un guiño a los partidarios de la guerra, con la máxima de «estar dispuesto a batallar» hasta la victoria final, en un peligroso juego de «ni guerra ni paz».
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