Guillermo Robles Ramírez

Todo un dilema

Por Guillermo Robles Ramírez

Después del primer informe de gobierno del Andrés Manuel López Obrador en donde analistas de economía y políticos se cuestionan sobre los datos de mucha prosperidad y abundancia para los mexicanos aun cuando el INEGI así como algunos otros indicadores que tienen la capacidad y seriedad para recaudar indicadores reales dicen todo lo contrario a lo que AMLO presumió como compromisos y promesas cumplidas.

Su repetida frase de que lo único que subió fue el salario mínimo así también subieron otros rubros como fueron las nuevas inscripciones Seguro Popular, Seguro Voluntario que serán remplazadas por el Instituto del Bienestar, y lo mismo sucedió quienes están con la Modalidad 40 y no se diga con aquellos créditos que se manejan con la unidad de VSM (veces de salario mínimo) y así como los otorgados por medio del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores. Pero es mejor no continuar con la lista porque es cosa de ponerse a llorar.

Pero sin necesidad de entrar en ninguna polémica de indicadores, el mejor de ellos es la vida cotidiana, es decir, si los mexicanos tienen dinero en sus bolsillos como un país muy próspero no estaría en aumento el abandono de trabajos formales para incorporarse a los negocios de la informalidad o bien hasta haciendo ambos para poder complementar sus ingresos.

Lo que se vive fuera de los indicadores de cualquier discurso presidencial o indicadores señalados es lo contrario ya que, si ustedes observan en cada una de sus comunidades, colonias y barrios, es decir, sin importar el nivel socio económico o zona poblacional cada vez va en aumento los negocios de comida, estéticas, tienditas de todo tipo, pero el de ropa predomina más, pero sin dudas el primero es el que ocupa el primer lugar.

 Su diversidad es tan amplia que ahora no solamente le hacen competencia un taquero o hamburguesero callejero a los servicios de Uber Eats o Rappi, porque estos comerciantes informales lo llevan a pie, bicicleta o una sencilla motocicleta o en su defecto contratan el servicio de un taxi.

Se puede decir, que el crecimiento de la comercialización de comida en restaurantes, fondas, en casas particulares, en la calle, etc., responde a una carencia en los ingresos dentro de la economía formal.

Y aunque es la forma más honrada de tener un ingreso o ganarse la vida también esta situación va acompañada de algo negativo, es decir, el enemigo número uno que es la insalubridad.

Aquí la interrogante es, ¿hasta qué punto es un factor obligatorio que se inspeccione la higiene de estos lugares?, y particularmente la elaboración de esos alimentos que se ponen a la venta y consumo del público, así como también la duración del recorrido si estos alimentos son entregados a domicilio, es decir, si se trata de un alimento que no puede estar en contacto al sol o el calor seguramente este causará un daño al momento de su ingesta.

Se supone, pero insistimos, se desconoce si se cumple, que cualquier tipo de establecimiento que venda comida al público sin importar dónde están ubicados, dentro de un local o en plena vía pública, tienen que ser regulados por la Secretaría de Salud y dar cumplimiento a todas sus normativas con el fin de asegurar la sanidad y evitar cualquier sustancia que sea nocivo para la salud del consumidor que viene siendo su destino final.

Uno de los principales factores que deben cuidar estos establecimientos es evitar los roedores ya que son portadores de muchos microorganismos, además que depositan excremento, orina, pelo y otras suciedades.

 También todo aquel insecto que busca el calor, la humedad y la obscuridad como suelen ser las famosas cucarachas. Las bacterias son un problema más grave ya que no se ven a simple vista y éstas pueden causar hasta la muerte, a diferencia de los hongos que a simple vista son localizables indicando que existe material en estado de descomposición e indicando malas prácticas sanitarias.

Estos son algunos de los tantos elementos que la Secretaría de Salud trata de cuidar en cada uno de los establecimientos para evitar cualquier intoxicación de los consumidores, sin embargo, la misma autoridad carece de cuadrillas de vigilancia o cualquier tipo de presupuesto para desempeñar su trabajo quedándose sentados en espera a que llegue un ciudadano a interponer una denuncia. Así que ya sabe querido lector o la piensa dos veces antes de comprar comida en la calle o le avienta la cruz (padre, hijo y espíritu santo) a la comida para que no le pase nada a usted. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org

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