Toda una encrucijada

Por Guillermo Robles Ramírez

La sociedad ha normalizado aquellos sucesos en donde se suscita alguna reyerta entre policías municipales y vecinos de colonias conflictivas o “populares” en donde una vez que llegan elementos de seguridad municipal o estatal se oponen a la detención de uno, dos, o hasta más sujetos que al momento de ser detenidos por el delito cometido surge una contienda no solo con los infractores sino con los mismos vecinos. Y durante ese pleito salen a relucir piedras, garrotes e igual armas de fuego para impedir se llevarán a los delincuentes.

Una situación de cavernícolas, el uso de las piedras, en donde se ha dado el caso que también los policías hacen uso de la técnica cavernaria, como lo fue en Nueva Rosita aproximadamente dos meses atrás.

En Coahuila este tipo de escenarios cada vez es más aceptado en algunas cabeceras municipales, y aunque sucede poco, tampoco es correcto dejarlo pasar por alto como sucesos aislados, ya que durante ese intento de mantener el orden público y hacer cumplir las leyes, sale herido una de las partes, teniendo resultados lamentables y más cuando hay disparos de por medio.

No es el primero ni será el último caso en que los guardianes del orden sean agredidos a pedradas, ladrillazos y hasta armas de fuego por familias de las colonias a donde acuden a dar auxilio solicitado por los moradores de esos sectores.

Existen pruebas claras y precisas de estas agresiones y que son los parabrisas o cristales destrozados por los proyectiles lanzados por los vecinos, a quienes no se les entiende, pues primero llaman a la policía para apaciguar y poner el orden a los causantes de escándalos y hechos sangrientos que ocurren en sus colonias y cuando llegan los policías, son agredidos violentamente, saliendo en defensa de los rijosos.

Habrá ciudadanos que no justifique el que la policía saque a relucir sus pistolas, como tampoco se justifican las agresiones contra los elementos de seguridad pública ni muchos menos e igual, el que los colonos utilicen armas, piedras, garrotes, ladrillos, etc., es decir, nos encontramos frente a una verdadera encrucijada que nos obliga a reflexionar sobre la función de la policía y la actitud del ciudadano, circunstancia que sigue siendo factor, por cierto desde hace mucho tiempo, para que no se avance en la seguridad pública y la tranquilidad que exige la comunidad misma que no vendrá hasta en tanto no haya respeto hacia los guardianes del orden y mientras la ciudadanía en general no valore el trabajo y la función de los elementos de seguridad municipal y estatal.

Es de considerarse que la comunidad debe colaborar en los esfuerzos que hacen las autoridades coahuilenses y una forma de ayudar y participar es respetando a quienes se supone debe brindarles la seguridad reclamada, pero no con ladrillos, varillas, piedras y balas. Igual, nuestra policía tendrá que ganarse esa confianza, por lo que honestamente nos encontramos frente a toda una encrucijada, que ojalá y muy pronto o algún día, llegue a dejar de ser esa aberrante incongruencia. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México).  www.intersip.org

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